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Muere Carlos Altamirano, dirigente decisivo de la Unidad Popular y de la renovación del socialismo

Las reacciones al fallecimiento del recordado secretario general del PS no se hicieron esperar y, desde la Democracia Cristiana al Frente Amplio, han manifestado su pesar por la muerte del abogado de la Universidad de Chile que fuera subsecretario, diputado y senador de la República.

Claudia Carvajal G.

  Domingo 19 de mayo 2019 18:33 hrs. 
Altamirano

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La tarde de este domingo, dirigentes del Partido Socialista confirmaron la muerte de Carlos Altamirano Orrego a la edad de 96 años.

“El Partido Socialista de Chile comunica con pesar el fallecimiento de nuestro ex Secretario General y ex senador de la República, compañero Carlos Altamirano Orrego”, indicó la cuenta de twitter de la tienda.

Nacido en 1922 en Santiago, desarrolló sus estudios primarios y secundarios en el  en el Liceo Alemán de Santiago, para posteriormente ingresar a la facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su título de abogado lo obtuvo en 1947.

Justamente en su época universitaria fue que conoció y se hizo militante del Partido Socialista al que perteneció toda su vida.

Su primer cargo público de notoriedad lo asumió en 1953, bajo la presidencia de  Carlos Ibáñez del Campo, como subsecretario de Hacienda, cargo que resignaría cuando su partido rompió relaciones con el Gobierno.

En 1961 fue electo diputado por Valdivia representando al Frente de Acción Popular, (FRAP) resultado de la reunificación de los socialistas. En 1965 fue electo senador por Santiago, cargo para el que luego fue reelecto en las elecciones parlamentarias de 1973.

Altamirano fue, junto a Salvador Allende y algunos otros, entre los dirigentes más relevantes del Partido Socialista chileno durante las cruciales décadas del 60 y 70. Fue el máximo líder del PS durante la UP y anunció que el proceso revolucionario debía prepararse militarmente para una reacción de los sectores oligárquicos. Junto con ello denunció la sedición de la Armada dos días antes del Golpe, razón por la cual algunos sectores lo responsabilizaron de la desestabilización del proceso de la UP y de precipitar la acción golpista encabezada por Augusto Pinochet. Fue convertido en una suerte de chivo expiatorio del Golpe, asunto en el que profundizó en sus libros de conversaciones con Patricia Politzer, durante su exilio en París en 1987, y con Gabriel Salazar, a fines de la década pasada.

 

El que también fuera profesor de nuestra casa de estudios aseguró, en la oportunidad, que Chile se encontraba bajo un complot para sacar a los socialistas del poder.

“Tratan de paralizar el país, declaran huelgas para liquidar la economía, impiden la llegada y distribución de alimentos y luego estos “demócratas” culpan a los marxistas de los padecimientos de la población”.

A la vez, señaló que el Presidente de la República no renunciaría al mandato para el que fue electo.  “El compañero Allende no traicionará, compañeros, dará su vida si es necesario en la defensa de este proceso”.

Luego del Golpe de Estado, Carlos Altamirano fue uno de los dirigentes más buscados por el régimen militar. Incluso a través de los medios que circulaban en la época se publicaron afiches de búsqueda, sin embargo, logró escapar hacia Argentina y posteriormente radicarse en la República Democrática Alemana y también en Francia.

Lideró el llamado Congreso de Argel en 1978, donde se consagró la llamada renovación del socialismo, proceso que fue impulsado por una de las facciones del dividido partido que fue llamado el PS-Altamirano y del cual provino el tronco de lo que después se conoció como el socialismo renovado.Con el paso de los años, Altamirano renegó del rumbo de lo que se inició al afirmar que su objetivo fue encontrar nuevas respuestas desde la izquierda frente a los cambios históricos y, bajo ningún punto de vista, la conversión del socialismo hacia las lógicas neoliberales que primaron en el Chile de la transición.

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Luego del retorno de la democracia, y liberado de los cargos de sedición que retrasaron su regreso al país en comparación con el resto de quienes estaban en la misma situación, Altamirano se retiró definitivamente de la política para, como afirmó, no terminar diciendo como socialista lo contrario de lo que había afirmado durante toda su vida política. Sus últimas apariciones públicas fueron durante los funerales del ex presidente Patricio Aylwin y los de su amigo personal Víctor Pey, en octubre pasado.

 

 

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