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We Tripantu: ¿Cuándo y cómo cambiamos la celebración del año nuevo?

Columna de opinión por Yolanda Acevedo
Jueves 20 de junio 2019 8:55 hrs.


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Cuando el invierno
imbatible guerrero
dejaba caer sus armas
por el patio de mi casa.
Mi padre encendía la voz
para abrigarme bajo el calor
de sus relatos…
Graciela Huinao[1], En el país de mi infancia

 

En el país de mi infancia como titula el poema de Graciela Huinao, el Año Nuevo era uno sólo, salvo que el licor que preparaba mi madre era uno y el que preparaba mi abuela paterna era otro, ambas venían del sur de Chile…con el tiempo descubrí que el “colemono” por sus ingredientes me resultaba más pertinente en una tarde fría de invierno con un delicioso pan de pascua muy calórico, que en un 24 o 31 de diciembre con 32 º C. Por otra parte el delicioso ponche de Culen, me resultaba muy digestivo en cualquier estación del año,  el Culen se conoce como hierba medicinal Antipirético, antibacteriano, vulnerario[2], astringente, se recomienda para el dolor de estómago, para la indigestión, para la diarrea, para la inapetencia y la  diabetes mellitus. Crece en la costa oeste de Sudamérica en Chile y Perú.

Pues bien, este  viernes 21 de junio a las 11:54 horas, de acuerdo a la información del Servicio Hidrográfico y Oceonográfico de La Armada (SHOA) de Chile viviremos el “solsticio de invierno”, fecha en la cual nuestros pueblos originarios celebran el “año nuevo” o  We tripantu que  significa en mapudungun “año nuevo”’, según Elisa Loncon[3], wüñoy tripantu quiere decir “retorno del sol”. Es el día más corto del año en el hemisferio sur y tiene lugar entre el 21 y el 24 de junio  y el  El We tripantu es un día de celebración para los mapuches, y corresponde al comienzo de los días cada vez más largos hasta el solsticio de verano y el renacer eventual de la naturaleza tras el invierno al que se entra. Sabemos hoy que los habitantes de la tierra han observado la naturaleza, han desarrollado la astronomía y han cultivado prácticas comunitarias en relación a dichos fenómenos, muy diversas, pero siempre relacionadas con los ciclos de la vida y su renovación.

En Chile, al igual que en muchos países en distintos continentes, oficialmente se usa El calendario gregoriano desde hace más de 430 años, es un calendario solar. El calendario solar es un calendario cuyos días indican la posición de la Tierra en su revolución entorno al Sol. Los calendarios elaborados de esta forma poseen un año de 365 días, que se amplian a 366 en los años bisiestos. El año Solar se inicia en el solsticio de Invierno, cuando la energía solar está en su nivel más bajo. El renacimiento del Sol tiene un doble significado, proveniente también de la escuela de Tiwanaku: El Sol renace y renacen las almas de los que se fueron. Para que el poder de renacimiento sea más fuerte, se celebra el día del Renacimiento el Año Nuevo. Cuando se produce la Luna Nueva en el solsticio de Invierno. Entonces, la realidad está regida por un orden rígido, estático, y un orden dinámico. El Sol es estático; la Luna es dinámica. La Luna es la fuente de la regeneración y del poder invisible que permite las metamorfosis del alma, como lo muestra su símbolo esencial, el canelo (equivalente al loto egipcio). El Sol masculino representa el hieratismo[4] y la estabilidad; la mujer es el movimiento, la que aporta la magia y la dinámica que hace posible la circulación de la vida.

El calendario gregoriano es originario de Europa, denominado así por ser promulgado por el papa Gregorio XIII, aquello cambió su uso, sustituyendo gradualmente a partir de 1582 al calendario juliano. El calendario juliano era, básicamente, el calendario egipcio, el primer calendario solar conocido que estableció la duración del año en 365 días. El calendario gregoriano se originó a partir de dos estudios realizados en 1515 1578 por científicos de la  Universidad de Salamanca, del primero, se hizo caso omiso y del segundo, finalmente, surgió el actual calendario mundial. Los primeros países en adoptar el calendario gregoriano actual fueron España, Italia y Portugal en 1582. Sin embargo,  Gran Bretaña y sus colonias americanas no lo hicieron sino hasta 1752.

El calendario chino, a diferencia del calendario gregoriano, es de tipo lunisolar, es decir funde los ciclos del sol con los de la luna. Un calendario lunar es la forma de calcular los años según los ciclos de la luna y se divide en doce meses, de los cuales, algunos tienen 29 o 30 días. Además, cada dos años y medio, se agrega un mes extra. El año 2019 en el calendario chino corresponde al año 4715-4716

A diferencia de los calendarios coreanos y chinos, el calendario armenio al igual que el gregoriano- es de tipo solar y es el que se utilizaba antiguamente antes que se adoptara el cristianismo.Tiene 365 días, divididos en 12 meses de 30 días y un 13° mes con apenas cinco días. El año nuevo se celebra los 11 de agosto. El año 2019 equivale al año 1467 en el calendario armenio.

El calendario budista, al igual que el chino es  lunisolar y es utilizado para festivales y ceremonias en países como Camboya, Laos, Myanmar, Tailandia y Sri Lanka. Los budistas celebran el año nuevo los 3 de febrero mientras que los tibetanos lo hacen el 18 del mismo mes. El año 2019 en el calendario budista corresponde al año 2562.

El calendario hebreo corresponde a un calendario de tipo lunisolar, el cual tiene 354 días, repartidos en 12 meses lunares de 29 días y medio. Además, cada dos o tres años, se añade un mes. El año 2019 en el calendario hebreo corresponde al 5779

Calendario maya. Calendario creado sobre el año  3372 por la Civilización Maya que se estableció en América y que aun habita en la región en pequeños grupos. Gracias a la precisión del calendario, el más perfecto entre los pueblos mesoamericanos,  los mayas eran capaces de organizar sus actividades cotidianas, y registrar simultáneamente el paso del tiempo, historizando los acontecimientos políticos y religiosos que consideraban cruciales. Entre ellos, un día cualquiera pertenecía a una cantidad mayor de ciclos que en el calendario occidental. Al año astronómico de 365 días, denominado Haab, superponían el año sagrado de 260 días, llamado Tzolkin. Este último regía la vida de la “gente inferior”, las ceremonias religiosas, y la organización de las tareas agrícolas. El año Haab, y el año Tzolkin formaban ciclos, al estilo de las décadas o siglos, pero contados de veinte en veinte, o integrados por cincuenta y dos años. Establecieron un “día cero”, que según los científicos corresponde al  12 de agosto de 3114.

El calendario musulmán se basa en ciclos lunares de 30 años (360 lunaciones, de tradición sumeria). Los 30 años del ciclo se dividen en 19 años de 354 días y 11 años de 355 días. Los años de 354 días se llaman años simples y se dividen en seis meses de 30 días y otros seis meses de 29 días. Los años de 355 días se llaman intercalares y se dividen en siete meses de 30 días y otros cinco de 29 días. Años y meses van alternándose. Es decir, cada 33 años musulmanes equivalen a 32 años gregorianos.

¿Que celebramos en Chile cada 31 de diciembre?

Si aspiramos a una cierta sustentabilidad, ¿que deberíamos observar y cultivar para renovar?

 

La autora es  MS. Desarrollo Regional PUC, MS.Planificación Urbana Paris 8
[1]             Graciela Huinao  narradora y poeta mapuche de lengua castellana, primera mujer indígena en ingresar en la Academia  Chilena de la Lengua.
[2]             Que cura llagas y heridas
[3]                Elisa Loncon Antileo. Doctora en Lingüística por la Universidad de Leiden, Holanda, .  Nació en Lefweluan, comunidad mapuche de Traiguén, Provincia de Malleco, Región de la Araucanía). Chile. Especialista en mapuzugun y en educación intercultural bilingüe.
[4]              Inmovilidad, rigidez y falta de expresividad en el aspecto exterior, en los movimientos, en los gestos. (arte egipcio).

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.