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“Aluviones y resiliencia en Atacama”: Expertos debaten sobre el aprendizaje para enfrentar futuros desastres

En el marco de la presentación de un libro preparado por más de 40 autores sobre los aprendizajes generados a partir del aluvión de 2015 en Atacama, seis expertos discutieron sobre este tema y los aportes que se pueden hacer para preparar a las comunidades y autoridades en zonas de riesgo.

Andrea Bustos C.

  Domingo 23 de junio 2019 9:59 hrs. 
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“La vida en Atacama ha sido históricamente habitada por movimientos. La relación entre la naturaleza y las comunidades, con su desierto y sueños de riqueza, con su cultura e historia, se tensiona delicadamente en un constante fluir entre ocupaciones y adaptaciones”.

Así se presenta el prólogo del libro “Aluviones y Resiliencia en Atacama. Construyendo saberes sobre riesgos y desastres” que fue presentado la semana pasada con la presencia de diversos expertos.

A finales de marzo pasado, el texto fue lanzado ante la comunidad local. Una zona del país que sufrió las consecuencias de este evento socionatural: 35 mil damnificados, 47 personas muertas y desaparecidas y enormes daños materiales fueron algunos de los saldos de esta experiencia.

En el contexto de la presentación oficial del libro en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, seis expertos dialogaron respecto de los desafíos que se tienen en distintas disciplinas para afrontar este tipo de desastres en nuestro país, en función de los aprendizajes generados por la catástrofe ocurrida en 2015,

¿Cuál es el futuro de los aluviones en el escenario del cambio climático? ¿Cuáles son los desafíos para la resiliencia de las comunidades ante los desastres? ¿Cómo avanzamos en políticas públicas para la reducción del riesgo de desastres? Fueron las interrogantes en torno a las que se generó el diálogo.

En la actividad participaron el meteorólogo Roberto Rondanelli, el ingeniero civil hidráulico Mauricio Cartes, la geografa María Victoria Soto, el médico cirujano Andrei Tchernitchin, la directora de la Escuela Diego Portales Palazuelos de Chañaral, Ruth Carrizo, y la administradora pública Paulina Vergara, y cada uno abordó las interrogantes desde sus respectivas disciplinas o áreas de estudio.

El académico del Departamento de Geofísica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, Roberto Rondanelli, meteorólogo, se refirió a la baja segregada que hubo en ese momento y cómo está condición climática incidió en el desastre de 2015 en el norte.

“Lo que hizo la baja segregada fue concentrar vapor de agua, viniendo desde la costa de Perú y ecuador hacia el norte de Chile, y esta es una situación muy extraña, esa no es la manera en cómo la atmósfera responde en esa zona, es más bien al revés”, dijo.

Agregó que “esta es una zona, la zona del Desierto de Atacama, donde el vapor de agua es el más escaso del planeta, entonces esta es una gran anomalía de vapor de agua y es un poco parte de la explicación de por qué ocurrió”.

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Respecto de la posibilidad de que puedan volver a ocurrir estos desastres en el futuro, el meteorólogo señaló que “en estos escenarios de cambio climático la precipitación disminuye en el norte de Chile, sobre todo al sur del Desierto de Atacama en total, pero aumentan los eventos de precipitación más intensos, parecido a la tormenta de Atacama. Eso tiene una explicación y es que cuando aumenta la temperatura del planeta aumenta la cantidad de vapor de agua que anda dando vuelta y entonces, aunque llueve menos, cuando llueve lo hace con mayor intensidad, y esa es una cosa conocida de la respuesta de los modelos climáticos al calentamiento global”.

El diagnóstico que se hace desde la ingeniería fue abordado por Mauricio Cartes, ingeniero civil hidráulico, quien indicó que crear mejores métodos de protección ante el deslizamiento es el principal desafío. “En las ciudades ya sabemos cuales son los efectos sobre ellas, y de alguna manera se están tomando acciones en las que ya no solo tenemos que reconocer la respuesta del agua, sino que también la mezcla con sólido, y ya las barreras con murallones de piedra no serían suficientes, tenemos que agregarle un poco de acero para que la respuesta de la condición dinámica sea posible”.

La geógrafa de la Universidad de Chile, María Victoria Soto, fue la encargada de exponer sobre las tareas pendientes y aprendizajes que refieren a la planificación urbana en zonas que pueden ser propensas a aluviones, como es el caso de Atacama.

Al respecto, María Victoria Soto dijo que el principal problema es que se potencia el crecimiento urbano en zonas de riesgo. “Ustedes vieron las imágenes espectaculares del agua entrando en el mall, claro, porque el mall estaba instalado en lo que era el valle de inundación del río Copiapó, el problema es que en el rio Copiapó aparentemente no llueve, pero eso también es falso, llueve, solo que hacía mucho tiempo que no llovía, y nuevamente tenemos esta contradicción del crecimiento de la ciudad empujado, impulsado por el mercado inmobiliario sin un reconocimiento de lo que es el terreno y el territorio“.

En esa línea, la geógrafa explicó que, si bien este tipo de fenómenos no se pueden evitar por ser producto de condiciones climáticas, si se pueden trabajar sus efectos en la ciudadanía mediante una correcta planificación urbana en lugares donde se sabe que ya han ocurrido y podrían repetirse estos eventos.

“El problema es cómo las ciudades, cómo las instalaciones se localizan en áreas que están sujetas a estos eventos, eventos que además por la herencia paleoambiental nosotros vemos que han sido recurrentes por lo menos en la historia de los últimos dos millones de año”, comentó.

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Desde las comunidades, expuso en el debate la directora de la Escuela Diego Portales Palazuelos de Chañaral, Ruth Carrizo, quien expuso sobre la importancia de los espacios educativos en la normalización de la vida cotidiana luego de una catástrofe.

“Se transforma el territorio, se transforma la vida, se transforma todo lo que se vive dentro del desastre, y en este tipo de transformación las escuelas somos convocadas a normalizar aspectos que tienen que ver no solo con la educación, sino que también con el tránsito, con la vida de las comunidades”.

La directora mencionó las capacidades educativas que se pueden implementar ante las vulnerabilidades desde el rol de una escuela, y señaló que parte de estas son el fomento del juego y la imaginación, la reconstrucción de la vida cotidiana, la divulgación de saberes relativos al habitar, aportar a la organización social y en establecer identidad territorial. Todos factores claves para trabajar en la resiliencia.

Por otra parte, el médico cirujano Andrei Tchernitchin presentó los daños a la salud que pueden provocar este tipo de desastres, sobre todo en niños. Referente a este tema, indicó que arsénico y plomo son los principales residuos que dejó el aluvión, y que esto una vez que se transforma en polvo es inhalado por las personas que ocupan ese territorio, y es precisamente eso lo que puede provocar perjuicios a la salud.

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En su intervención, Andrei Tchernitchin hizo mención de las enfermedades que podrían sufrir los adultos ante la exposición a este material. “El arsénico y el plomo en adultos producen problemas a la salud, el arsénico cáncer pulmonar, de vesícula, hepático, de piel, de la vejiga, aumenta los infartos al miocardio, produce polineuropatías periféricas. El plomo produce infertilidad masculina, femenina, abortos, deterioro cognitivo pero tiene que ser mucho para producir daños tan importantes”.

En lo que refiere a los daños en la salud de niños, el médico comentó que se pueden producir alteraciones conductuales, y que en el caso de la exposición perinatal al arsénico se pueden generar daños al aparato respiratorio, y con el plomo déficit de atención afectando la memoria y la inteligencia, trastornos conductuales y se facilita la adicción a las drogas.

Desde el área de las políticas públicas el tema fue abordado por la administradora pública Paulina Vergara, quien aseveró que para mejorar el actuar de las autoridades ante estos hechos es importante considerar a las personas afectadas.

“Desde el poder político también está el escuchar, este Estado centralista escucha muy poco a sus localidades, escucha muy poco lo que pasa dentro del desastre y post desastre con sus intervenciones, solamente se reduce a decisiones tecnocráticas de casas reconstruidas, de escuelas reconstruidas, de obras públicas reconstruidas y qué pasa con esas comunidades, qué pasa con esas personas”, dijo.

Además, Paulina Vergara comenó que la academia también debe enfrentar sus desafíos: “Está la capacidad de entrar en ese diálogo, y hacer este tipo de actividades, entendernos, reconocer que el conocimiento es limitado y que, por lo tanto, alimentarse desde la ingeniería para las ciencias sociales, o la geografía o la educación, la psicología es importante. La resolución de problemas públicos es tremendamente compleja y para poder responder esa complejidad nosotros, como parte de la academia, necesitamos comprender también que los fenómenos que estudiamos son mas complejos y que las respuestas tienen que ser mas dialogantes”.

Las reflexiones hechas por los expertos respecto de cómo aprender de este tipo de desastres, también son parte del libro “Aluviones y resiliencia en Atacama, construyendo saberes sobre riesgos y desastres”, escrito por más de 40 autores que abordaron los aprendizajes que dejó lo ocurrido en marzo de 2015, hace 4 años,  en el norte del país.

La obra se puede revisar de forma gratuita aquí.

 

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