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Desde un conflicto docente hacia uno educacional

Columna de opinión por Eduardo González
Lunes 1 de julio 2019 19:55 hrs.


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Hace un mes las profesoras y profesores de Chile tomamos la decisión de movilizarnos por nuestras justas demandas. Con una mezcla de rabia por las respuestas insuficientes del gobierno (después de más de un año de conversaciones), cansancio y agobio de nuestro trabajo diario, amor por nuestra profesión y sobre todo la convicción de que un cambio profundo en la educación de mercado pasa por nuestras manos, tomamos una decisión que necesitaba de una enorme convicción: comenzar un paro indefinido para que el gobierno del Presidente Sebastián Piñera nos diera una respuesta acorde a la dignidad de nuestra profesión.

Luego del rechazo de este lunes 1 de julio a la segunda respuesta que el gobierno dio a nuestro petitorio se abre, ineludiblemente, una nueva fase de la movilización, quizás la más decisiva, amplia en su desenlace y desafiante para el gremio.

A casi un mes de iniciado el paro indefinido, las profesoras y profesores nos hemos manifestado de múltiples formas en todas nuestras ciudades: reunimos a más de 75 mil personas en una marcha nacional en Santiago, realizamos una caminata histórica con más de 60 mil docentes hacia el Congreso de Valparaíso, volvimos a marchar desde cuatro puntos de la capital congregando nuevamente a 70 mil personas y “caceroleamos” en diferentes comunas de nuestro país, todo esto con un enorme apoyo ciudadano.

Este remezón que le estamos dando a Chile no ha sido obra única de docentes del sistema público, también se han unido las/os trabajadoras/es de la educación del particular-subvencionado y hemos despertado el apoyo de estudiantes y apoderadas/os.  Importante es destacar la solidaridad de otros sectores de la clase trabajadora: mineros del cobre, trabajadoras/es públicos, portuarios y quienes se agrupan en la Coordinadora No+AFP.

Así, tal como ocurrió el 2011 cuando se constituyó ese movimiento social encabezado por las/os estudiantes, todo indica que hoy se comienza a rearticular una mayoría por la transformación de la educación chilena. Ahora, impulsada por el profesorado que, digámoslo, es de los pocos  movimientos sociales que se levanta  nacionalmente hoy para enfrentar al gobierno de Piñera.

Esta enorme fuerza social en torno a un sector de la clase trabajadora, como somos las/os profesoras/es, es lo que intenta aplacar este gobierno. Si después de 25 días de movilización la Ministra se vio obligada a responder, fue por nuestra convicción y ante la preocupación por  el conjunto de actores sociales que están despertando y buscando forjar una educación digna para las niñas y niños de Chile.

Es a una fuerza de esta magnitud, tal como nos enseña la historia -esa que nos quieren sacar del curriculum educacional-, a la que le temen los gobernantes.

Pero luego de casi un mes de movilización y de haber logrado todo esto, ¿qué más podemos hacer? Para responder esta pregunta, podemos buscar respuestas en la experiencia histórica de la lucha docente en nuestro país. Porque hoy, como en muchas ocasiones, nos enfrentamos a la posibilidad de resolver algunas demandas gremiales concretas y terminar nuestra movilización, o apostar por presionar aún más y lograr respuestas sustantivas a nuestras peticiones. La resolución tradicional en nuestras últimas luchas ha sido la primera, la cual si bien nos ha permitido relativas mejoras, nos ha obligado a movilizarnos nuevamente para que el gobierno cumpla sus compromisos.

Pero hoy estamos ante una oportunidad histórica. Como pocas veces, las/os profesoras/es hemos podido activar a importantes franjas de las/os trabajadoras/es de la educación organizadas/os en el sistema particular-subvencionado, y generar la solidaridad de otros sectores del país. Por lo mismo, proponemos la tesis según la cual hoy esta lucha ya no es solo nuestra, sino que de un enorme contingente de la clase trabajadora que nuevamente despierta por alcanzar una Educación digna. Debemos pasar de un conflicto gremial docente a un conflicto educacional, donde el eje común sea el rechazo a la Reforma Curricular y la defensa de una educación integral, junto a las demandas sectoriales del pago de la mención y la deuda histórica. Y esto es vital, ya que tal como nos reafirma la misma historia, para lograr respuestas sustantivas a nuestras demandas, debemos consolidar esa transversalidad lograda. Hoy, el gobierno no le teme solo a las/os docentes paralizadas/os, sino que a toda la fuerza trabajadora que estamos despertando.

Por lo mismo, debemos asumir esa oportunidad y responsabilidad histórica, transformando este 2019 en un nuevo 2011. En una nueva “primavera” del movimiento social por la educación.                            Si seguimos transformando la rabia y el agobio en esperanza, y despertando del letargo a distintas franjas de la clase trabajadora, ya no solo habremos conseguido mejoras laborales, sino que avanzaremos hacia un horizonte donde la dignidad docente y de las/os trabajadoras/es esté en el centro de nuestra patria. Sigamos asumiendo este desafío, para que al finalizar el paro podamos decir que nos unimos, luchamos y vencimos.

Desafíos internos del gremio ante el nuevo rechazo

Para enfrentar esta nueva fase debemos, en primer lugar, actuar con absoluta disciplina gremial: aquellos que votaron lo contrario a la mayoría en la consulta, deben acatar el resultado final y no descolgarse del movimiento.

Asimismo, no podemos permitir que intereses mezquinos dentro del gremio se abran camino por la búsqueda de una salida caótica que les permita capitalizar para las siguientes elecciones.

Otra cuestión fundamental es el rol de la dirigencia en sus respectivos niveles, la cual debe impulsar el paro con más fuerza que nunca, buscando crear un escenario en el que se pueda construir más fuerza social en torno al movimiento.

Hoy más que nunca, debemos mantener la unidad y legitimidad. La lucha no se acaba en esta movilización, de ahí que mantener dicha unidad y cohesión interna, reconstruida luego de las tensiones del ciclo 2014-2015, es esencial. Hoy más que nunca se requiere que la movilización nos fortalezca y no nos debilite en el plano interno y ello no solo pensando en esta coyuntura, sino en el desarrollo general del movimiento que debe levantar un proyecto pedagógico que dispute el para qué educar y desde ahí un proyecto de país fuera de las lógicas mercantiles.

Hoy más que nunca esa inteligencia colectiva que discurre en cada asamblea gremial y comunal, debe aportar una síntesis superior que oriente el camino a seguir.

Esperando que los breves elementos dispuestos aquí aporten al debate colectivo.

¡ARRIBA PROFES DE CHILE!

El autor es dirigente nacional del Colegio de Profesores.

 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.