En 2010 y producto del terremoto de ese año, la histórica Iglesia de San Pedro, ubicada en calle Enrique Mac-Iver #670, debió cerrar sus puertas: el sismo había originado en su interior graves perjuicios, afectando a su campanario que, incluso, se separó del cuerpo principal del templo.
Con ello, la Congregación del Buen Pastor, encargada de la Iglesia, entró en una disyuntiva: recuperar el inmueble, que en 1990 fue declarado Monumento Histórico, o continuar su trabajo de beneficencia.
En ese momento, abordar ambas líneas era imposible, sobre todo, porque uno de los principales enfoques de la comunidad era, precisamente, el trabajo de caridad, por lo que abandonar esa tarea era impensable para las religiosas.
Sin embargo, en 2017, el escenario cambió drásticamente, ya que a través de la Fundación ProCultura, la Congregación logró optar al Fondo del Patrimonio del Ministerio de las Culturas, lo que, finalmente, permitió financiar el 70 por ciento de la restauración.
Dichos montos llegaron en el momento preciso, ya que, para entonces, la Congregación había sido multada, en diversas ocasiones por la Municipalidad de Santiago por no haber podido restaurar su torre.
“Nunca habíamos vivido tan fuerte esta tensión respecto de la pregunta ética si era correcto o no gastarse los recursos en la recuperación de un inmueble, pero aquí la Congregación tuvo el discernimiento respecto de que la restauración era lo más adecuado”, comenta Alberto Larraín, fundador y director de ProCultura.
“La Congregación siempre había optado por la vía de ayudar a las personas, a pesar de que eso significaba, quedarse con la Iglesia cerrada, entonces, fue un tema bien difícil”, añade.
Una restauración en 360 grados
La Iglesia de San Pedro fue construida por el arquitecto Emilio Doyére entre 1890 y 1896. De estilo neogótico, el templo destaca también por su cielo: en él existen obras de los artistas italianos Pedro Pelli y Oreste Rosso. Además, el templo posee lámparas de lágrimas traídas desde Francia. Su órgano, en tanto, fue fabricado en 1894.
Para Larraín, este monumento corresponde a uno de los inmuebles más “especiales” de Santiago. “Tiene una decoración muy rica en su interior. Es como una joya oculta para la capital. La mayoría de la gente no la conoce, pero lo que más nos llamó la atención fueron sus dimensiones, porque se trata de una Iglesia más bien cuadrada, bastante pequeña en su interior, pero alta y con muy buena acústica”, dice.
Larraín también explica que, para no afectar el inmueble, se debieron tomar una serie de medidas: “Para hacer la restauración del torreón se tuvo que diseñar un andamio especial de 360 grados que rodeó por completo la torre. Eso fue lo que nos permitió, en su momento, poder colocar, con una grúa, la cruz que lleva en la cúspide”, sostiene.
“Entonces, lo que se hizo fue generar una nueva estructura, que transformó al torreón en un solo cuerpo. Además, se repusieron todas las ornamentas que se habían caído, todos los detalles y las decoraciones que tenía la Iglesia. También, recuperamos la fachada”.
El resguardo patrimonial
El caso de la Iglesia San Pedro plantea una serie de interrogantes respecto de cómo hoy se conserva el patrimonio material en Chile, entre ellas, por ejemplo, el peso que tiene la categoría de Monumento Histórico y el rol de las instituciones públicas frente a su conservación.
De acuerdo a ello, Larraín indica que el país tiene un largo camino que recorrer en el ámbito de la protección patrimonial. “Los incentivos son pocos y las estrategias que tiene el Estado, estructuralmente, son procesos muy lentos”, dice.
No obstante, advierte que la discusión respecto de la nueva ley de Monumentos Nacionales podría cambiar el panorama: “La normativa que se está incorporando hoy tiene un gran elemento, ya que propone una descentralización del Consejo de Monumentos Nacionales”.
“Esto destrabaría la discusión, aumentaría el tema del capital humano en distintas regiones y permitiría que las mismas comunidades puedan definir qué es patrimonio y qué no”, añade. Aun así, sostiene que esta este es un debate a largo plazo.
Una restauración que continúa
Pese a los avances en la restauración de la Iglesia de San Pedro, éste es un proceso que debe continuar. Desde ProCultura sostienen que es necesario hacer un diagnóstico respecto de los murales existentes en su interior: “Hay obras que están con un daño grave y pinturas ornamentales que se han deteriorado”, afirma Alberto Larraín.
De acuerdo a ello, manifiesta que, pese a que la Iglesia hoy puede ser utilizada por la comunidad, desde la perspectiva del patrimonio, este es un proceso que no tiene fecha de término y que, sin el apoyo de entidades públicas y privadas, su continuidad está en duda.