En julio hemos sido testigos de dos incidentes de envergadura por su negativo impacto en el medio ambiente y las personas. A la crisis del agua en Osorno, donde los ciudadanos tuvieron que padecer la ausencia total del suministro de agua potable, se sumó el vertimiento de 40 mil litros de petróleo diésel desde la planta de una compañía siderúrgica a la costa de isla Guarello en la Región de Magallanes, con la consecuente contaminación de 15 mil litros de agua de mar.
Tras conocerse el hecho, la Tercera Zona Naval dispuso el despliegue inmediato de la Barcaza “Elicura” y el patrullero océanico “Marinero Fuentealba” para contener este desastre en isla Guarello, que según las autoridades fue rápidamente controlado y la fauna aparentemente no se ha vio afectada. En todo caso, habrá que esperar los resultados de la investigación iniciada por la Armada, a la que se sumó la PDI y la Fiscalía regional, para determinar las causas y responsabilidades del incidente así como dimensionar los efectos de un derrame de esta envergadura en el ecosistema marítimo.
Sin embargo, y por increíble que parezca, el derrame de diésel en isla Guarello podría quedar sin sanciones, debido a que por la antigüedad del proyecto –anterior a la entrada en vigencia de la Ley de Bases del Medio Ambiente- no fue sometido al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, por lo que quedará al margen de las potestades sancionatorias de la Superintendencia de Medio Ambiente.
Esta apartada isla, tan desconocida para la mayoría de los chilenos, es un área de tránsito de grandes cetáceos, hogar de colonias de lobos y aves marinas, y hace parte del territorio ancestral de la comunidad Kawésqar de Puerto Edén.
Cualquier derrame de hidrocarburos produce un daño en el medio marino. Aunque el petróleo fue contenido por una barrera que permitió confinarlo en una bahía, el diésel puede esparcirse a otras zonas debido a las corrientes marinas, por lo cual es un hecho que este incidente tendrá repercusión profunda en el frágil ecosistema marino y las prístinas aguas de la zona del archipiélago Madre de Dios, del que forma parte isla Guarello.
Un denominador común en las emergencias ambientales de Osorno y Magallenas, ha sido el error humano. Si una falla humana puede tener tan serias consecuencias en el medio ambiente, resulta incomprensible que los protocolos de seguridad de las operaciones de una instalación no involucren una fiscalización rigurosa. Dicho de otro modo, una falla humana pone en evidencia una falta prevención de la empresa.
Esta es la mejor demostración de que las empresas deben incorporar, con urgencia y convicción, los criterios de sustentabilidad ambiental que hoy son estándares mínimos para el desarrollo de una inversión. La preocupación por el bienestar de las personas y cuidado del medio ambiente deben ser los motores que impulsen las mejores prácticas empresariales y la rentabilidad de las empresas.
En el año de la COP 25 en Chile, el mundo productivo no puede desatender el llamado y la oportunidad de sumarse a la acción que demandan las personas, única forma de avanzar hacia un desarrollo económico sostenible, hacer frente al cambio climático y mejorar la condición de vida de las actuales y futuras generaciones.