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Publicación descubre la olvidada historia de las asistentes sociales de la Vicaría de la Solidaridad

La publicación, de la historiadora María Soledad del Villar Tagle, revive la experiencia de las profesionales que, luego del Golpe de Estado, transformaron su quehacer. El texto se construye a partir de registros del Archivo de la Vicaría, así como de entrevistas efectuadas a ex trabajadoras de la entidad.

Abril Becerra

  Domingo 25 de agosto 2019 10:17 hrs. 
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Chile fue uno de los países pioneros en crear la carrera de trabajo social. Surgida desde la perspectiva de una asistencia benéfica, con los años se transformó hasta interpelar su propio quehacer. No obstante, pese a los vaivenes, prevaleció su carácter femenino, en otras palabras, la profesión tuvo, principalmente, rostro de mujer. A ello se sumó el hecho de que la carrera creció al alero del Estado.

Sin embargo, con la llegada de la dictadura en 1973, el trabajo social tuvo que transformarse, enfrentando la imposibilidad de ejercer, así como la persecución de sus integrantes. Esto es reflejado en el libro Las asistentes sociales de la Vicaría de la Solidaridad. Una historia profesional (1973-1983) que recientemente publicó la historiadora María Soledad del Villar Tagle (Ediciones Alberto Hurtado).

En el texto, la autora reconstruye la olvidada historia de las asistentes sociales de la Vicaría, lo que es narrado gracias a un trabajo con los Archivos del organismo y de acuerdo a diversas entrevistas realizadas a ex trabajadoras.

“En los años previos al Golpe, los gobiernos de Frei y Allende, que son reformistas, buscan desde el Estado empoderar a los ciudadanos y a los movimientos populares. Por otro lado, en el trabajo social hay una fuerte crítica al asistencialismo, ya que genera una relación de dependencia entre la persona que necesita ayuda y el Estado. Pero, hasta esa época, las trabajadoras sociales se desarrollan, en su gran mayoría, directamente con el Estado. Esto cambia de manera súper brusca con el Golpe, porque hay una persecución política grande a nivel de las Universidades y también contra los funcionarios del Estado”, explica la investigadora.

“Quizás, por primera vez en la Vicaría se da un trabajo social al margen del Estado y que incluso tiene que confrontarse a él ya que el Estado no soluciona los problemas, sino que los crea. Eso es totalmente novedoso para la profesión”, recalca.

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La publicación aborda así el trabajo realizado desde el Comité Pro Paz, instancia creada el 6 de octubre de 1973 y que tiene por objetivo dar una respuesta rápida a la contingencia. Posteriormente, el ejemplar expone la labor ejercida desde la Vicaría de la Solidaridad, que viene a reemplazar esta primera instancia. En definitiva, se trata de una investigación que da cuenta cómo las mujeres se transformaron en el rostro visible de la Iglesia ante las víctimas y cómo efectuaron esta labor.

“A ellas les tocó escuchar muchas historias de dolor, sobre todo, las que trabajaron en el departamento jurídico con personas que estaban siendo víctimas de represión política. Muchas de ellas, luego del Golpe de Estado, son despedidas de sus trabajos y de las universidades. Es decir, no encuentran donde trabajar, no pueden terminar sus estudios y llegan al Comité y a la Vicaría buscando un trabajo, queriendo ayudar y se convierten en defensoras de los derechos humanos de manera casi inesperada”, comenta la historiadora María Soledad del Villar Tagle.

“Sin embargo, hubo un trabajo profesional muy sistemático y muy diverso. Trabajar en la Vicaría supuso tener un compromiso con una causa que iba más allá de simplemente ir a marcar tarjeta e ir a hacer mi pega. Suponía enfrentarse directamente en contra una dictadura militar y, por lo mismo, se dio mucha solidaridad y compañerismo. Hay amistades que surgieron en ese periodo y que se mantienen hasta hoy”, señala.

En esa línea, la Vicaría de la Solidaridad se transformó en un refugio profesional, en el que continuaban vivos los compromisos de las trabajadoras. “Ese fue un espacio en el cual ellas podían desarrollar su profesión, un espacio donde también esa profesión tuvo que adaptarse a problemas sociales nuevos. Entonces, fue un espacio de mucha creatividad profesional y compromiso ético”, dice la autora del libro.

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Pasillo de la Vicaría de la Solidaridad. Fuente: Fundación de Documentación y Archivo Vicaría de la Solidaridad (FUNVISOL).

Así, el texto revela un testimonio en el que se da cuenta la improvisación con que debió articularse la ayuda en una primera instancia: “(…) casi sin mayor inducción de nada, me sentaron frente a un escritorio y me puse a trabajar primero en un departamento que se llamaba reubicación, que eran personas que querían salir del país, que necesitaban salir del país. Y lo que yo hacía era escucharlos nada más”.

Este periodo reactivo se sistematizó hacia fines de 1975 y a principios de 1976 con la creación de la Vicaría. “Este proceso se da cuando Pinochet obliga a cerrar el Comité Pro Paz y Raúl Silva Henríquez dice ‘ok, pero la Iglesia católica va a seguir defendiendo los derechos humanos’ y crea la Vicaría”, comenta la investigadora, quien además sostiene que el texto aporta una nueva arista respecto de las mujeres que enfrentaron el régimen.

“En ese periodo, quienes más se organizaron para resistir a la dictadura militar en distintos frentes, fueron las mujeres. Si uno va a las agrupaciones de familiares de víctimas, la mayoría de las que llevan las agrupaciones son mujeres, si uno va a las organizaciones de base, populares, en las poblaciones, en los corredores infantiles, en los talleres de cesantes, las comunidades de base. En todas esas organizaciones de base las protagonistas son las mujeres.  A mí eso fue algo que me motivó para reconstruir esta historia”, concluye.

Las asistentes sociales de la Vicaría de la Solidaridad. Una historia profesional (1973-1983) ya está disponible en las principales librerías del país y puede adquirirse a través de diferentes plataformas digitales.

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