2013 fue un año que marcó un antes y un después en la carrera de Paulina García (58). El Oso de Plata obtenido ese año, en la categoría Mejor Actriz por su papel en Gloria, fue fundamental para conocer otras fronteras y para enfrentar nuevos desafíos.
Sin ir más lejos, actualmente su quehacer oscila entre el cine y el teatro. Su agenda no deja de ser agitada.
“Personalmente, este cambio ha sido muy interesante, muy exigente y muy entretenido. Era algo que no estaba en mis planes a esta altura de mi vida”, comenta la actriz, quien este miércoles 28 de agosto llegará hasta el Teatro Nacional Chileno para presentar una osada propuesta: se trata de Tarde de verano, montaje ganador de la XVII Muestra Nacional de Dramaturgia que se construyó sobre la base de una “partitura musical”.
En la pieza, que fue escrita por Ana Corbalán y dirigida por Ángelo Solari, Paulina García interpreta a Daisy, una mujer que recurre a los guardias municipales con el objetivo de encontrar a sus dos perros extraviados. En esa búsqueda, los canes van dialogando en medio de situaciones inimaginables.
¿De qué se trata Tarde de verano? ¿Cómo definir la obra?
Es una propuesta diferente a lo que conocemos como teatro. Lo que ha hecho Ángelo es colocar el texto dentro de una partitura musical y, a partir de ello, ha montado un opus, como una obra dramática musical. Al mismo tiempo, compone la música de la obra que nos va organizando el tiempo de lo que vamos haciendo y diciendo. Es un engranaje complejo que ha sido muy desafiante de instalar en escena.
¿Qué fue lo que te atrajo de Daisy, el personaje que interpretas?
Más que el personaje, me interesó la propuesta de Ángelo, que propone una visualización distinta del montaje. Me pareció que era muy interesante cómo enganchaba las escenas. Lo que más me conmovió fue que hay una complejidad musical que hace que la propuesta sea totalmente distinta a lo que entendemos por obra de teatro.
¿Qué representa el espacio del teatro versus el espacio del cine?
El teatro es algo que no abandono nunca. Siempre que puedo y siempre que me interesa regreso a él. Acabo de estar en marzo con la última temporada de Idomeneo, por lo tanto, he permanecido casi todo el tiempo, todos estos años, en el teatro.
¿Pero cuál de los dos ambientes te resulta más cómodo?
Lo que pasa es que soy actriz y en tanto actriz, todas las plataformas me resultan cómodas.
Idomeneo también era una obra muy musical. ¿Qué es lo que te llama la atención de estas propuestas que tienen que ver con la musicalidad?
Creo que son propuestas distintas de acuerdo a los otros montajes que he hecho y, en ese sentido, me pone en nuevas fronteras. Eso para uno, en tanto artista, siempre es un poco necesario, es decir, ponerse en esos lugares incómodos, sobre todo cuando uno ya ha hecho muchas cosas.
En mayo participaste en la película Black Beach del director español Esteban Crespo. ¿De qué se trata esta nueva propuesta?
Es el viaje de un empresario sin escrúpulos, a propósito de la pérdida de una persona querida, al África profunda. Él hace un camino para convertirse en un hombre honesto, pagando un precio alto en relación a su madre, que interpreto yo.
Entiendo que interpretas a una alta comisionada de DD.HH. de la ONU. ¿Qué ha significado para ti interpretar este personaje?
Hace un rato que estoy trabajando afuera, entonces ha sido súper importante para mí encontrarme con directores como Esteban. Fue una experiencia muy entretenida de hacer. Las escenas que me tocaron fueron bien desafiantes y, en ese sentido, para uno siempre es más interesante hacer escenas de ese orden, más que estar un poco como de adorno. Esta vez eran pocas escenas, pero muy bien construidas y que te ponían en dificultades para resolver el tema de la escena, y eso fue muy interesante para mí. Lo disfruté muchísimo.
¿Qué hay respecto de la internacionalización de tu carrera? ¿Cómo has vivido este momento?
Es un momento donde he tratado de ampliar horizontes y de estar un poco acorde con los tiempos, y los tiempos implican que las producciones audiovisuales consideren a actores de todos los lugares, porque los actores vivimos en todos los lugares en el mundo. Es interesante en cuanto a escuchar otras maneras de hablar el castellano, otros acentos y que esos acentos se encuentren y trabajen en beneficio de un producto.
¿Cuáles son las características que te llaman la atención para decir ‘voy a trabajar en esta obra o voy a descartar tal proyecto’?
Hay varias cosas. No hay una razón. Por un lado, está el hecho de que el proyecto me entusiasme. A veces el texto es lo suficientemente delirante como para que me embarque. A veces el director es alguien con quien quiero tener un affaire laboral. A veces son los compañeros. A veces simplemente se trata de un trabajo que confirma que sigo siendo actriz, que estoy trabajando como actriz y no de otra cosa, en el sentido de no trabajar en otra cosa que no pertenece a la actuación o al universo en que me muevo del teatro y del cine.
¿A qué te refieres con la idea de “confirmar que sigo siendo actriz”?
Hay muchos actores que abandonan el camino de la actuación cuando son buenísimos. Ese es un tema muy delicado, sobre todo en este país donde hay muchos actores que les cuesta mucho mantenerse como actores. No se diga mantenerse económicamente, porque eso en este país es imposible, a no ser que estés en la televisión y eso es como para unos 25 actores. El resto hace lo que puede.
¿Cuál es el análisis que haces de la situación laboral del teatro en el país?
El problema es que uno trabaja dos o tres meses montando una obra para estar en un teatro tres, cuatro o cinco semanas como máximo. Estamos sometidos a un sistema mercantil y es imposible llevarle el ritmo. Existe una rueda mercantilista donde como hámster estamos corriendo y la rueda sigue corriendo más rápido y lo único que alcanzamos a hacer es correr, pero eso no significa que exista una ganancia para nosotros. Obviamente que al Estado le parece que somos una institución superflua, porque generamos poco dinero, pero es ahí donde hay que cambiar el pensamiento. Estamos atrapados, los fondos no aumentan, no hay subsidio y el sistema está provocando un quiebre. De cierta manera, estamos haciendo un teatro que se está empobreciendo y se está desgastando. Y va quedando mucha gente en el camino.
¿Cómo ha sido esa rueda en tu caso?
Esa es la historia de mi vida y la de todos los actores. Yo me tengo que dar con una piedra entre los dientes, porque soy una actriz que está constantemente trabajando y que ha tenido siempre oportunidades laborales. Me siento conforme con la vida laboral que he tenido, pero tengo súper claro que, si no hubiese trabajado internacionalmente, mi situación económica hubiese sido otra.