Francia vivió este viernes la huelga más importante desde octubre de 2007 contra el gobierno de Nicolas Sarkozy, que retrasó la edad de jubilación de funcionarios públicos. En París, 10 de las 14 líneas de metro se encontraban cerradas este 13 de septiembre y el resto funcionaba parcialmente, mientras que los tranvías, autobuses y trenes que conectan la capital con los suburbios se encontraban afectados por el paro.
El motivo de esta gran movilización: el plan del presidente Emmanuel Macron de reemplazar el sistema actual de jubilación de reparto en el que conviven 42 regímenes distintos por uno universal.
Entre quienes gozan de un sistema excepcional figuran los empleados del transporte público de París. Con el cambio impulsado por Macron, los trabajadores del metro de la capital francesa, así como los empleados de otras profesiones que desempeñan labores consideradas difíciles o peligrosas, perderían los beneficios asociados a sus regímenes especiales, que actualmente les permite, por ejemplo, jubilarse antes que los demás franceses.
El auditor del Estado francés, el Tribunal de Cuentas, afirma que la edad media de jubilación de los trabajadores de la RATP en 2017 era de 55,7 años, frente a los 63 años de la mayoría de los trabajadores franceses.
Estos regímenes “no son una ventaja, sino un derecho”, sostuvo el jueves Philippe Martinez, secretario general de la CGT, uno de los principales sindicatos de Francia, para quien esta movilización es una muestra del “descontento en el país”.
La huelga es el inicio de un largo pulso, ya que el gobierno recién prevé llevar al Parlamento su reforma dentro de nueve meses. El jueves, el gobierno quiso poner paños fríos en un debate que se anuncia áspero. “Nos tomaremos todo el tiempo necesario” para abordar la reforma de las jubilaciones, antes de un voto previsto en 2020, indicó el primer ministro, Édouard Philippe.