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A nadie le importa La Pintana: todo sea por el control preventivo


Lunes 14 de octubre 2019 20:02 hrs.


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Hemos conversado, a propósito de otros temas, que la ciudad en la que vive la élite económica, política y mediática es distinta a aquella en la que transcurre el resto de la población. La brutal segregación da lugar a experiencias vitales completamente diferentes y también a discriminaciones donde, siempre y por cierto, la “verdad” la escribe la élite. Así, nos hemos enterado en estas horas cómo es La Pintana a la luz de la muerte del pequeño Baltazar luego de recibir una bala loca pero, en estricto rigor, no lo hemos sabido a través de los hechos, sino gracias al uso de la palabra constructora de realidad por parte de los medios, periodistas, políticos y del propio presidente de la República.

A nadie le importa lo que opinen los habitantes de La Pintana sobre lo ocurre en La Pintana porque, la verdad, a nadie le importa lo que ocurre en La Pintana. La elevación mediática de esta desgraciada muerte tiene mucho más que ver con la votación inminente del proyecto de ley que permite el control preventivo de identidad a mayores de 14 años, asunto en que La Moneda se ha empeñado fervorosamente. El pragmatismo probablemente hará que se apruebe la medida desde los 16 años, pero de todos modos el Gobierno aparecerá impulsando un proyecto contra la inseguridad ciudadana que, para muchos habitantes de la Urbe, es verdadero desasosiego y padecimiento.

El incentivo es irresistible: el Presidente ya ganó la elección de 2009 con el miedo a la delincuencia como el principal tema mediático. Ahora que se vienen semanas legislativas difíciles, no es desdeñable la toma de posiciones y decisiones sobre la base de encuestas, en el propósito permanente de complacer al pueblo en sus humores transitorios y con renuncia a las políticas más sopesadas y/o de largo plazo.

Desafortunadamente, en Chile la opinión de los expertos en el tema es poco considerada y muchas veces desdeñada públicamente con el argumento de que “los especialistas no saben lo que es convivir diariamente con la delincuencia”. Son ellos, empero, quienes han planteado que la política pública en seguridad ciudadana debe ser integral, atender causas y síntomas y tener perspectiva a lo largo del tiempo. Todo lo contrario de lo que ocurre acá, con una medida que, mágicamente, resolverá todo, pero como si fuera un simulacro: sabemos que no cambiará nada.

Resumidamente, lo que los expertos han dicho respecto a este tipo de políticas -y me atrevería a decir unánimemente- es que: primero, no está basada en evidencia; segundo, se traduce en la violación prejuiciosa de derechos y garantías de personas que no tienen nada que ver con la comisión de delitos; tercero, favorece los abusos policiales y su desprestigio ante la población; y cuarto, es efectista y está pensando más en la encuesta de la semana que viene que una política de Estado en seguridad ciudadana.

Las fuerzas progresistas, aquí, han sido derrotadas estrepitosamente por un tema en que Chile Vamos juega de local y al que siempre puede volver cuando no se le dan las cosas en el resto de la agenda. Incluso, los dirigentes de otro signo político que han osado tener algún tipo de experticia o especialización en este tema reconocen en privado que es muy, muy difícil, contrarrestar la verdad en boga. Nadie se atreve a decirlo en serio, a lo sumo, en chiste Bombo Fica dijo una vez que “tengo una tía que vive en el campo y ve todos los días las noticias y le tiene pánico a los portonazos. Pero donde ella vive no hay portonazos, además no tiene auto ni tampoco portón”.

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