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¡El violador eres tú! Cultura patriarcal y violación de los DD.HH. en Chile

Columna de opinión por Maximiliano Salinas C.
Martes 10 de diciembre 2019 10:27 hrs.


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Es lamentable la ausencia histórica de una cultura de los Derechos Humanos en nuestro país. Esto es resultado de la cultura patriarcal impuesta por el régimen colonial desde el tiempo de la conquista de América en el siglo XVI. La cultura patriarcal ha impuesto, por lo menos, cuatro expresiones de violencia de larga duración, instaladas en formas de comportamiento colectivo, a nivel consciente e inconsciente.

  • La violencia del lenguaje: la primera expresión es la violencia de las palabras, de los símbolos, de las imágenes, del habla. Consiste en la negación del otro/otra mediante las expresiones, los imaginarios, las argumentaciones que traducen las concepciones filosóficas, cognitivas y lingüísticas del orden colonial de origen inquisitorial y excluyente.
  • La violencia de género: la segunda expresión es la violencia en la constitución histórica de los géneros, a partir del androcentrismo occidental. El género masculino se instala como dispositivo de la violencia colonial contra las mujeres, en los órdenes público y privado.
  • La violencia política: la tercera expresión es la violencia del Estado, tanto en su expresión monárquica en los siglos XVI al XIX, como en su expresión republicana de notables en los siglos XIX al XXI. Es la violencia étnica y racial de los ‘puros de sangre’ contra los pueblos indígenas, africanos y mestizos.
  • La violencia ambiental: la cuarta expresión es la violencia contra el medio ambiente, la naturaleza, los recursos naturales, la salud pública. El orden colonial impone un régimen de explotación que atenta contra la ecología, la higiene, y la economía de las sociedades colonizadas.

Estas violencias son naturalizadas por la cultura patriarcal. Se consideran históricamente aceptables, normales, legales, inherentes a la convivencia, a la coexistencia humana. El patriarcado a través de sus siglos de dominación normaliza y justifica un lenguaje violento, un género violento, una política violenta, un medio ambiente violento. Esta domesticación de la violencia es el mayor logro histórico de la cultura patriarcal.

El actual cuestionamiento de la cultura patriarcal es el marco histórico y ético para la comprensión de los Derechos Humanos. Nuestra conciencia histórica no puede atenerse o detenerse en la comprensión internacional del tema que alcanzó la Declaración Universal de Naciones Unidas de 1948, en el contexto político del genocidio al pueblo judío. Este fue un paso histórico trascendental, pero hoy resulta limitado. La crisis del sistema patriarcal requiere de una reflexión hoy más profunda que cuestione el conjunto de las formas de la violencia histórica. La perspectiva no puede ser sólo política. Ahora se trata de una crisis estructural, donde se añaden las expresiones de lenguaje, de género y ambientales. De este modo, la defensa de los Derechos Humanos se vuelve una tarea que cuestiona todo el convivir patriarcal de la civilización (y la barbarie) de Occidente.

Esto nos permite llevar la reflexión a un campo profundamente cultural, donde es necesario desmontar el escenario conceptual y práctico del patriarcado, dado su generalizado cuestionamiento histórico. Se trata de desarmar la misma concepción occidental de la naturaleza humana, concebida como una conciencia apartada del medio ambiente, de la naturaleza en general. Se abre así una reflexión sobre los Derechos Humanos desde una perspectiva ya no más eurocéntrica, sino efectivamente mundial, global, arraigada en la experiencia histórica de los pueblos y los lenguajes secularmente silenciados de la tierra: pueblos indígenas y mestizos, mujeres, medio ambientes y territorios sacrificados del Sur. Hace pocos días durante las sesiones parlamentarias del proceso de acusación constitucional al presidente de la República la comisión encargada escucha una voz admirable y valiente. Se trata de Valentina Miranda, dirigente de la Coordinadora de Estudiantes Secundarios, CONES. La claridad de su lenguaje, de su perspectiva de género, de su opción política, el ferviente reconocimiento de su tierra o territorio, contrastó en muchos sentidos con los representantes invitados del orden establecido. Ella representa lo que hoy significa la defensa de los Derechos Humanos en Chile.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.