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¿Pagar el pan o pagar la deuda?: los primeros desafíos del nuevo presidente argentino

Alberto Fernández precisó que la primera actividad de su gestión será el buscar soluciones para combatir el hambre.

Camilo Villa J.

  Martes 10 de diciembre 2019 18:56 hrs. 
Evo Morales, quien se encuentra en Argentina como refugiado, se reunirá este domingo con dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS) en el Hotel Bauen, en el centro de Buenos Aires.

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Argentina tiene nuevo presidente. A eso del mediodía de este martes, Alberto Fernández juramentó su mandato acompañado de diversas delegaciones internacionales y organizaciones sociales locales. Los cánticos entonados por los asistentes a la ceremonia adelantan un gobierno totalmente inverso al saliente, con el foco en derechos sociales y no en una economía neoliberal, como fue el caso de la gestión de Mauricio Macri.

De hecho, Alberto Fernández lo confirmó en su discurso. Si bien se abrazó efusivamente con Mauricio Macri, el nuevo mandatario trasandino no dejó de deslizar críticas a la gestión anterior.

El manejo económico del Ejecutivo saliente fue el blanco principal del ahora mandatario. De hecho, el préstamo que Macri pidiera al Fondo Monetario Internacional se apoderó de varios minutos del discurso del Fernández. Sus palabras fueron claras: mientras no estén las condiciones, Argentina no pagará su deuda.

“Vamos a encarar el problema de la deuda externa, no hay pago de deudas que se puedan sostener si el país no crece, tan simple como esto: para poder pagar hay que crecer primero. Buscaremos una relación constructiva y cooperativa con el Fondo Monetario Internacional y con nuestros acreedores. Resolver el problema de una deuda insostenible que hoy tiene Argentina no es una cuestión de ganarle una disputa a nadie, el país tiene la voluntad de pagar, pero carece de capacidad para hacerlo. El Gobierno saliente tomó una inmensa deuda sin generar más producción con la cual obtener los dólares imprescindibles para pagarla, los acreedores tomaron un riesgo al invertir en un modelo que ha fracasado en todo el mundo una y otra vez. Nosotros queremos resolver el problema, y para eso necesitamos que todas las partes trabajemos responsablemente”.

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Mauricio Macri dejó el poder con cifras nefastas: una inflación superior al 50 por ciento anual, un desempleo por sobre el 10 por ciento, una pobreza que rebasa el 40 por ciento, y casi un tercio de la población en condiciones de inseguridad alimentaria.

Respecto de este último punto, Alberto Fernández precisó que la primera actividad de su gestión será el buscar soluciones para combatir el hambre.

“Más de 15 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria en un país que es uno de los mayores productores de alimentos del mundo. Sin pan no hay presente ni futuro, sin pan la vida solo se padece, sin pan no hay democracia ni libertad. Por eso la primera reunión oficial de nuestro Gobierno consistirá en un encuentro de trabajo sobre esa prioridad: el Plan Integral Argentina Contra el Hambre. Allí todo nuestro gabinete y las personalidades de la sociedad civil que generosamente se han sumado a nuestro llamado comenzaremos la acción que ponga fin a este presente penoso”.

Además, el mandatario anunció que su Gobierno volverá a poner en la palestra la demanda argentina por la soberanía en las Islas Malvinas, algo que Macri dejó en segundo plano.

También se refirió a los hechos de corrupción y aseguró que durante su gestión no se utilizará a la Justicia como un brazo de la política. Esto, en clara alusión a lo que él considera persecución a Cristina Fernández, su vicepresidenta. Al respecto, comprometió una reforma al Sistema Federal de Justicia.

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Durante la ceremonia de asunción Alberto Fernández no estaba solo, claro. A su lado estaba Cristina Fernández, la ex presidente y actual vicepresidenta que, para muchos, manejará los hilos del Gobierno.

En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, la directora de Opinión Pública y Comunicación Política de la Fundación Chile 21, Elisabet Gerber, discrepó con dicha proyección y sostuvo que Alberto Fernández tiene el ímpetu necesario para gobernar y no ser gobernado. 

“A mí me parece que está completamente sepultada esa hipótesis. Siempre lo creí ¿por qué lo creo? Porque Alberto nunca fue un títere de nadie, de hecho, cuando Alberto fue jefe de gabinete, el hombre fuerte de Néstor Kirchner y luego de Cristina, no era un títere, era un estratega, pero era un estratega con impronta propia. Cuando estuvo muy en desacuerdo se fue, se fue y se fue peleado con Cristina”.

Gerber reconoció que el papel de Cristina será relevante, pero no opacará a Alberto. De hecho, la doctora en Ciencias Sociales se inclina por un trabajo de Cristina dirigido, sobre todo, al poder legislativo.

Así las cosas en Argentina, el binomio Fernández-Fernández tiene cuatro años para sacar adelante una economía en recesión. De su gestión depende que el llamado kirchenrismo continúe, por muchos años más, en el poder.

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