Son poco más de las siete de la tarde, del domingo 15 de diciembre. La cantante franco chilena Ana Tijoux nos ha dado cita en el Teatro del Oprimido, fundado en París por Augusto Boal, a fines de los 70.
Compuso la música, y también actúa, en la serie ‘La Jauría’, dirigida por la argentina Lucía Puenzo, que está por estrenarse. Dentro de unos días, Ana Tijoux estará en Chile, seguramente en las protestas.
Lo primero que destaca es su mirada y su sonrisa -además de los pómulos marcados- una mirada franca y sin concesiones, como su posición política, y una sonrisa cálida como sus canciones.
En la oficina del director, Ana se arrellana en el sillón y cruza las piernas, vestida con unos jeans agujereados que muestran sus rodillas bronceadas.
“Me tocó nacer en Lille en 1977, pero nos mudamos a París cuando tenía seis años, así es que los recuerdos más bien son de París. El más fehaciente, porque esos recuerdos siempre son un poco fantasmagóricos, es que si bien estaba en Francia y recibía una educación pública francesa, laica etc. había un lado B que era la educación familiar”.
“Tuve la suerte de tener padres que si bien vivían de manera modesta, tenían una gran riqueza política y cultural. La política era un tema que se tejía en la mesa y en las conversaciones familiares, mis padres eran refugiados políticos y había un enlace evidente con Chile, pero tuvieron siempre una mirada abierta hacia el mundo y a otras problemáticas político sociales: Palestina, otras dictaduras…”
“Era un ambiente muy rico, política y culturalmente. Ahí aprendí a conocer Chile a través de la música. Discos clásicos pero no solamente chilenos, también músicos uruguayos como Daniel Viglieti o los Olimareños, Pancasán de Nicaragua, Chico Buarque de Brasil, y obviamente Victor Jara, Violeta Parra y esa maravillosa discografía que tenemos de la música popular chilena. Eso me fue explicando lo que era mi país, Chile -donde lamentablemente no me tocó nacer- y también nuestro continente, nuestra cultura que es nuestra identidad y nuestra dignidad. Conocer nuestro continente a través de sus luchas, su cultura y su música, fue una bella experiencia”.
En París, también te rodeaban otras culturas y otras músicas…
“Claro, también había esa hermosa contraposición cultural de estar en una ciudad cómo París, donde finalmente la riqueza es ese bagaje de gente que viene de todas partes. Escuchar música de Argelia, de Marruecos, estar rodeada de franceses, hijos de segunda, tercera o cuarta generación, toda una mezcla cultural que finalmente es la riqueza de un país”.
“En la escuela, tuve la posibilidad de tener compañeros de distintas partes del mundo: Mozambique, el Congo…, y poder conocernos y reconocernos a través de nuestras diferencias y similitudes”.
En esos años se oían grupos punk, como The Clash.
“Sí, estaba “Clash” que era, digamos clásico. Pero para mí sobre todo fue el hip hop, recuerdo una película de Spike Lee en 1989, que se llamada “Do the Right Thing”, ahí conocí el maravilloso grupo “Public Ennnemy” del cual soy fan hasta el día de hoy. También el rap francés, grupos como IAM y NTM, los 80-90 fueron una explosión de hip hop, entendíamos lo que decían las canciones y nos sentíamos muy cerca. Porque el hip hop -siempre lo he visto de esa manera- es cómo la tierra de los desterrados, una patria independiente y autónoma, por eso tantos jóvenes se sienten identificados”.
“A mí me toco nacer en Francia aunque no me siento francesa, soy chilena, pero no he vivido en Chile. Me siento completamente dentro de este territorio llamado hip hop”.
Un territorio sin fronteras.
“Creo que esa es la gracia del hip hop, es un territorio tan amplio que finalmente es una gran casa que acoge a mucha gente: hombres, mujeres y jóvenes. Ya no tengo 20 años, pero sigue siendo mi casa y de una u otra manera siempre vuelvo a ella”.
¿Dónde comenzaste a hacer rap, en Francia o en Chile?
“Comencé en Chile. Creo que hacía música sin hacerla porque no se trata solo de cantar, es también la capacidad de escuchar. Como decía, en mi casa tuve la suerte de recibir una gran riqueza musical y creo que todos me influenciaron, desde Piazzola a Public Ennemy… Desde chica fuí fan de jazz, de la música más diversa, me declaro antifascista y también antifascista musicalmente. Me gusta la música y quiero morir con esa visión”.
A propósito de jazz, está tu compatriota Melissa Aldana, más o menos de tu generación, que es una gran saxofonista.
“Melissa Aldana, es un poco más joven que yo, pero forma parte de una maravillosa generación de músicos chilenos que tomaron sus maletas para irse a Estados Unidos, Melissa es una colega que admiro enormemente, por el recorrido que ha hecho”.
Ganó el premio Thelonious Monk a los 24 años.
“¿Qué más quieres…? Y como ella hay varios, está Félix Lecaros, la gran Claudia Acuña…”
Volviendo a tu trayectoria ¿A qué edad te fuiste a Chile?
“A los trece o catorce años, en esa época tenía una imagen de Chile más bien idílica, hecha de retazos, y me tocó descubrir un país muy golpeado pero muy digno. Me enamoré del Chile poblacional, de las ollas comunes, de la población La Victoria…, de ese otro Chile que no aparece en la televisión, un Chile auto gestionado, también muy duro y muy crudo. Golpeado, pero con una capacidad de organización que acá, con ese nivel, no había visto, y creo que eso fue lo que me hizo enamorarme de mi país”.
¿Y comenzaste con un grupo?
“Sí, cuando tenía 20 años armamos un grupo y así empecé”.
¿Ya escribías textos?
“Siempre me habían interesado la lectura y la escritura, pero no sabía que iba a terminar haciendo canciones. Comencé a escribir como a los 18, antes lo hacía, pero no eran canciones, escribía puras ‘pelotudeces’, eran como errores pero son esos errores que te hacen progresar. Escribía ideas fantasiosas que rápidamente se convirtieron en algo muy concreto. Teníamos conciertos en poblaciones, gimnasios…, en lugares populares y allí fuimos construyendo un maravilloso público, que en gran parte, es el que me acompaña hasta el día de hoy”.
¿Recuerdas alguno de esos primeros textos?
“Quizás “La vida es como un sueño” es uno de los que más me gustaba, porque encontraba que estaba empezando a desarrollarme. A mí lo que me atrajo del rap fue la posibilidad de encontrar la musicalidad en el acto de rimar, algo mal mirado en la época, que ha ido cambiando. No éramos ni músicos ni poetas, éramos mal vistos, buscábamos la musicalidad en la palabra y en el hablar, porque hablar también tiene su propia musicalidad, eso me gustaba, encontrar la música en la rima. Me fascinaba recuperar la musicalidad de las palabras”.
Tu primer álbum “Kaos” apareció en 2007, ¿cómo se gestó?
“Caóticamente, porque venía de una agrupación que le había ido bien, (Makiza) y lo único que tenía claro entonces es que no quería repetir un patrón. Entonces hice algo súper distinto y eso me hizo sentirme bien, después fui desarrollando mi propia individualidad”.
“Uno siempre se encuentra con gente muy linda y gente con la cual uno no tiene ninguna cercanía, depende mucho dónde caigas. Yo no estaba con una multinacional sino con un sello más pequeño, y el segundo disco “1977”, al comienzo no despertó mucho interés, entonces tomé el disco y me fui a los Estados Unidos y ahí empezaron a pasar más cosas”.
Pasaron bastantes cosas, tuviste una proyección internacional incluida la nominación a los Grammy. ¿Cómo surgió este viaje a Estados Unidos?
“Fue por una invitación. Nunca había ido y me dije: Sí voy, no voy a ir por una sola fecha, hago una gira. Y partí a la aventura, sin saber que iba a pasar, tampoco tenía ninguna expectativa o una meta o algo así, creo que a veces, no tener expectativas es muy lindo. Solo era: Voy a presentar mi disco y ver qué pasa. Y pasaron muchas cosas en el trayecto, si bien a veces tocábamos para diez personas, la recepción fue muy bonita, fue creciendo y desarrollándose”.
“Me crucé con colegas de quienes había escuchado su música y me sentía cercana. En realidad no fue una gira, fueron varias que se multiplicaron, estuve yendo y viniendo durante algunos años, así se fueron abriendo las puertas o uno las ha ido botando. Ha sido interesante eso de ir derribando muros, fronteras, ir a lugares donde uno no se imaginaba, y enriquecerse durante ese viaje”.
Varias veces has dicho que para ti, una visión del mundo y una posición, preceden el trabajo creativo, que son lo primero.
“Es que la creación es prima hermana de la observación, yo no puedo separarlas, para mí no están divididas. Todos los artistas que me han tocado, que me emocionan, han tenido siempre una capacidad de observación de lo que pasa en el mundo. Cada uno lo interioriza o lo expresa a su manera, pero no puedo separar un ser cultural, artístico, de un ser político”.
“Tener una visión del mundo permite una amplitud de mirada y del sentir, no puedo imaginar un artista que no sea sensible frente a los procesos políticos y sociales que están sucediendo. Cada uno a su manera, escribiendo, cantando etc. En el arte hay muchas maneras. Pero un arte en total desconexión, me parece desarraigado respecto a la gente, y nosotros somos también artesanos de la cultura. Somos acompañantes históricos, por eso hay artistas que me conmueven y otros no”.
A propósito de procesos políticos y sociales, Chile vive momentos históricos. ¿Dónde estabas cuando comenzaron las protestas?
“Estaba en Francia…”
Y decidiste hacer una canción “Cacerolazo”. ¿Por qué te interpeló lo que estaba ocurriendo en Chile?
“Porque soy chilena y esa lucha también es mi lucha, si bien por una circunstancia histórica y familiar no me tocó estar presente. Son cosas que canto en mis canciones desde que tengo uso de razón, porque tienen que ver con la dignidad, la justicia…, con esa total impunidad que ha habido en Chile”.
“Con las responsabilidades de todos los gobiernos que han ocupado el escenario político, por una cantidad de políticos que han pasado por alto las necesidades del pueblo. Porque no hay nada más bello que un pueblo alzado, de pie, exigiendo justicia y una vida digna”.
“Chile no estaba dormido, Chile estaba anestesiado bajo un manto, como ese smog que a veces cubre Santiago. Esta rebelión de octubre ha sido muy hermosa, porque demuestra que nuestra gente y nuestro pueblo, siempre han sido conscientes. Lo que pasa es que la dictadura se instaló como un mecanismo de relojería y por años hubo tanto miedo: de perder la pega por decir lo que uno piensa, cantar lo que uno siente…, se instaló el temor en el pueblo chileno”.
Pero ese temor ahora ha desaparecido…
“Claro que sí, ya había señales de que ese temor iba despareciendo, se veía venir. Desde hace años venía hablándose de las AFP y las jubilaciones, de la educación con la revolución de los pingüinos: los estudiantes secundarios han sido los más radicales y los más claros en las demandas. Toda la problemática del sistema neo liberal que vive Chile y que afecta a cada uno de los chilenos, todo eso estaba muy bien maquillado, ahora esa luchas se juntaron y el ‘cacerolazo’ nace de todo eso”.
“Yo estaba en mi casa en Paris, dándo vueltas como un gato encerrado y me dije: ¿Que puedo hacer? Y compuse ese tema. He visto gente que nunca había hablado de política que ahora, por fin, habla de política. Asumir que somos seres políticos no tiene nada de malo, somos todos seres políticos”.
Si tuvieras la ocasión de dirigirte al presidente chileno Sebastián Piñera. ¿Qué le dirías?
“A ver,… yo ampliaría, le diría a él y también a todos los presidentes anteriores, hay una responsabilidad compartida. Si bien él ha sido quizá la figura más grotesca, por la violenta represión que se ha visto en las calles. El nivel de violencia que han ejercido los presidentes no ha sido solamente él, no hay que olvidar a los muertos en democracia. Ahora lo que pasa es que hay un enemigo más evidente. ¿Qué le podría decir yo a este caballero? Que no escucha a nadie… que no escucha a su pueblo que está en la calle, ni los llamados internacionales a respetar los derechos humanos. Tal vez le cantaría”.
¿Como te sientes ahora que estas a punto de viajar a Chile?
“Me pican los pies…, no sé…, es una mezcla de emociones”.
Aquí en Francia también hay protestas sociales.
“Obviamente también es algo que me interpela, creo que hay que unificar las luchas, siempre he tenido una mirada internacionalista, aunque tenemos diferencias. Acá es muy importante que no se retroceda, que con las jubilaciones no se pierda lo que se consiguió, hay gente que luchó y murió por conseguirlas, es un retroceso. En Chile se trata de recuperación, de reconquistar derechos. Hay que tener una mirada amplia para abarcar el mundo”.
¿Estás preparando un disco?
“Sí, pero sin fecha. Antes me gustaban las fechas, ahora no”.