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Campos, Silva, Rossi: Un tridente de guitarra chilena

El músico e investigador Mauricio Valdebenito publica Con guitarra es otra cosa, un estudio sobre los intérpretes que dejaron huella en clásicos imbatibles como “La joya del Pacífico” o “Contigo en la distancia”. 

Rodrigo Alarcón L.

  Viernes 31 de enero 2020 14:26 hrs. 
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Antes que irrumpa la voz inconfundible de Lucho Barrios con aquello del arcoiris de múltiples colores, “La joya del Pacífico” es reconocible por la guitarra aguda y brillante que se escucha en los primeros compases. Pocas personas, sin embargo, podrían identificar al hombre que creó y grabó esa introducción que ahora parece indisoluble de la canción.

Su nombre era Juan Segundo Miguel Silva Cavieres, nacido un 25 de junio de 1931 en Santiago y fallecido el 2 de diciembre de 1993 en Málaga, España. Ese guitarrista, más bien conocido como “Angelito” Silva, es uno de los tres que reivindica Con guitarra es otra cosa, libro que la SCD acaba de publicar en conjunto con la editorial La Pollera.

Su autor es Mauricio Valdebenito (Concepción, 1967), guitarrista y musicólogo, que antes ha trabajado en transcripciones y publicaciones en torno a las obras de Violeta Parra y Víctor Jara. Ahora acaba de lanzar un libro de 232 páginas que indaga no solo en la guitarra de “Angelito” Silva, sino también en las de Humberto Campos y Fernando Rossi, quienes hicieron lo propio con otros clásicos de la música popular: “Chile lindo”, de Clara Solovera y popularizada por Los Huasos Quincheros, y “Contigo en la distancia”, de César Portillo de la Luz, inmortalizada por Lucho Gatica. 

Humberto Campos.

Humberto Campos.

Dúo Albéniz: "Angelito" Silva con Tito Manríquez.

Dúo Albéniz: “Angelito” Silva con Tito Manríquez.

Fernando Rossi.

Fernando Rossi.

“Su intervención es completamente audible y muy señera, pero es como si estas personas no existieran”, dice Mauricio Valdebenito sobre los tres intérpretes. Pese a que grabaron en innumerables discos y eran invitados habituales en radios y conciertos, rara vez se llevaban un crédito acorde a sus méritos: “En los medios de difusión escrita de la industria musical de esos años no aparecían mucho los nombres, incluso está esa idea de un artista “acompañado por sus guitarras”, que es lo que más abunda en los registros”.

Además de subrayar su aporte, el libro apunta al oficio de Campos, Silva y Rossi, tres guitarristas capaces de tocar géneros diversos -cuecas, tonadas, valses, boleros, guarachas o lo que ameritara la ocasión- y adaptarse a toda clase de circunstancias. 

Es decir, tres músicos de oficio: “Son tipos que logran conectar lo que escuchan y las dinámicas que se producen en ellos para reproducir aquello que escuchan. Es un proceso distinto a las dinámicas formales académicas, en que te enseñan a leer, a resolver cuestiones que están en una simbología escrita, y luego eso se traduce en sonido. Acá son personas muy atentas a lo que escuchan y aquello los motiva a entrar en un juego de participación”, explica Valdebenito

“Ese proceso está basado en todo su bagaje, que tiene un componente práctico por sobre todas las cosas. Es un un saber hacer. Por ejemplo, son capaces de acompañar a un cantante aficionado y seguirlo en cualquier tonalidad, y manejan un enorme repertorio que está fresco en las manos: hay que tocar una canción y se toca. Esos son los rasgos fundamentales del oficio”, añade.

Acá, una breve caracterización para cada protagonista del libro, en palabras de Mauricio Valdebenito. 

Humberto Campos: Generosidad

Es prácticamente imposible hacer el recuento de las grabaciones en que está Humberto Campos. Son demasiadas, colaboró en innumerables producciones. 

Según Helvecio Acuña, uno de sus guitarristas, en muchas oportunidades Humberto Campos no solo respondía por el equipo de guitarristas y su creación y arreglos en el tema para el que lo habían contratado, sino que además prestaba mucha atención al total de lo que se grababa. Hacía sugerencias o correcciones a grupos vocales, por ejemplo. No me dio nombres, pero decía que eran grupos muy importantes, que están en los libros de historia de la música en Chile, y que ellos siempre aceptaban, porque entendían que era una persona que tomaba muy en serio su trabajo.

Incluso cuando tuvo la oportunidad de hacer su propio álbum, donde se supone que él es la figura, no hay ningún tema en que toque solo. Para él, siempre el trabajo era colectivo, era una guitarra en plural. Así entendía la música. 

“Angelito” Silva: Virtuosismo

Alguien que estuvo en la grabación de “La joya del Pacífico” decía que “Angelito” pidió que el remate se la dejaran a él, porque no quería que nadie lo imitara, y se habría despachado esa escala descendente que es muy difícil. En las muchas versiones que hay de la canción, en general se evita esa escala o se las arreglan para facilitarla un poco, porque realmente es muy compleja. Está tocada con mucha autoridad: con fuerza, con mucha energía y a una gran velocidad. 

Su virtuosismo también se ve reflejado en otras cosas, como cuando acompaña valses peruanos. Sus introducciones son pura energía. Es un volcán, lleno de ornamentos, con un sonido muy brillante. Era como un torbellino. 

Además, hay una curiosidad: con el Dúo Albéniz, que tuvo con Tito Manríquez, hizo una única grabación para el sello Dicap: hay una canción muy antigua, “Nathalie” de Gilbert Bécaud, y por el otro lado está el primer movimiento de la Sinfonía No. 40 en Sol menor de Mozart, en un arreglo para dos guitarras. A mí me encanta, porque resuelven de manera muy inteligente la partitura original para orquesta, la hacen viajar miles de kilómetros. 

Fernando Rossi: Sentimiento

Fernando Rossi es el único que conocí personalmente, con el que pude hablar y es como un señor de otra época, muy amable y muy sensible. No sé qué tipo de simbiosis se habrá producido en su vida, pero el bolero calza perfectamente con esta hipersensibilidad, con esto de poner atención a cada verso de la canción, a cada acorde. 

Es un músico que tenía una sensibilidad exquisita con la armonía. Un bolero muy trivial lo podía acompañar de un modo que te remitía a lo más genuino de la escuela del filin, ese estilo como de Olga Guillot, medio jazz, por el tipo de armonías que ocupa.

Fotos: Gentileza Mauricio Valdebenito.
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