El alcalde de Renca, Claudio Castro, (Independiente) fue el primer jefe de una comuna en exponer en el Encuentro Nacional de Empresarios (Enade), evento codiciado por los grandes líderes del país para exponer su mirada ante el empresariado nacional. Y su participación no pasó desapercibida, su exposición sobre las razones que llevaron al estallido social y su interpelación directa a los empresarios para asumir un rol activo en la solución de la crisis de inequidad en nuestra sociedad y a enfocarse en la verdadera realidad chilena, lo pusieron en la primera línea de la política nacional. “La desigualdad no es un dato, es una experiencia”, dijo en enero en Espacio Riesco. “Para enfrentar esto, debemos reconocer el problema y actuar, especialmente quienes tenemos responsabilidades”, agregó en un llamado directo al gremio a tomar un papel protagónico en este nuevo proceso social.
El análisis de estos cuatro meses de movilización, la política institucional centralista, la desigualdad, el rol de las empresas y el plebiscito, son los temas que abarcó Castro en la conversación con Diario y Radio Universidad de Chile.
¿Cómo evalúa el movimiento social en este lapso desde el 18 de octubre?
Hemos pasado por distintos momentos dentro de la comuna, como todo Chile. Hemos tenido una primera etapa, particularmente el primer fin de semana después del 18 de octubre, especialmente compleja, con múltiples saqueos y enfrentamientos con la policía, incendios que dejaron como resultado cinco personas muertas. Los primeros días fueron de mucho dolor y frustración. Luego, con el toque de queda activo comenzó una movilización que iba creciendo, masiva y muy pacífica, que se ubicaba no solo en los puntos centrales de la comuna, sino también en distintos barrios, con vecinos caceroleando, saliendo a la calle, denunciando injusticias.
Después, cuando los protocolos policiales ni siquiera eran tema, tuvimos abusos y excesos de la policía que fueron dramáticos. Un día tuvimos 10 niños menores de 18 años que terminaron con balines y perdigones en el cuerpo por haber participado en manifestaciones en la Plaza Mayor de Renca.
Hemos tenido altos y bajos, pero la constante es el sentido de movilización con cabildos y discusiones, con participación en distintos espacios, en juntas de vecinos en los barrios, en reuniones especialmente convocadas para conversar sobre la crisis y también marcado en distintos momentos por algunas situaciones de enfrentamientos, especialmente con carabineros que con el tiempo, pasaron a ser de hechos puntuales después de manifestaciones a conflictos con los uniformados como reacción después de algunos hechos provocados por los mismos carabineros. Cuando fue el atropello después del partido de Colo Colo en el estadio Monumental, luego de la golpiza a jóvenes de Puente Alto, todos esos hechos que han sido bien mediáticos detonan reacciones que se manifiestan en enfrentamientos con la policía.
Abandonó su militancia DC justo en medio del estallido. ¿Fue su respuesta al actuar de la dirigencia en la crisis?
Mi alejamiento con la DC era algo que venía reflexionando hace tiempo y no es algo que suceda a causa de la crisis social. La dificultad que han tenido los partidos, y todo el sistema político institucional ha sido tremenda. Lo que sucedió el 18 de octubre fue que los cambios que la población esperaba en temas de justicia y desigualdad no fueron procesados y no llegaron de la mano de mecanismos institucionales sino que finalmente llegan de la mano de la violencia. Es debido a la violencia de ese fin de semana que nos encontramos con proyectos de reforma tributaria, de pensiones y con un proceso constituyente que eran impensados antes del 18 de octubre. La crisis democrática es tremenda y a eso hay que sumar la salida de los militares a la calle con toda la tensión institucional que se provocó durante esos días, en los que se puso en jaque nuestro sistema democrático.
Ciertamente esto responde a las distancias que han existido desde las estructuras políticas, los partidos políticos, no solo con la ciudadanía, sino también por sus crisis internas en relación a cómo sus directivas, parlamentarios o figuras más reconocidas se relacionan y vinculan con, por ejemplo, las orgánicas comunales. Creo que hay algo profundo que revisar y que debería cambiar y que se manifestó en la práctica, en tres semanas de una suerte de inmovilismo político en el que ni el Gobierno, ni el Parlamento eran capaces de proponer una salida a la crisis. En vez de ejercer la política y buscar acuerdos para poder ofrecer salidas, vimos cómo los matinales y medios de comunicación se transformaron en una pasarela para los dirigentes políticos que estaban muy preocupados de hacer análisis y muy poco preocupados de llegar a acuerdos.
¿Fue la presión de los alcaldes la que generó la respuesta política del Acuerdo por una Nueva Constitución?
Los alcaldes y alcaldesas somos el Estado que está más cerca de la ciudadanía, y logramos ponernos de acuerdo para, el 22 de octubre, mucho antes que hubiese un acuerdo por una nueva Constitución, pedir al Presidente una agenda social profunda que se hiciera cargo de las desigualdades del país y cambios en nuestro Pacto Social de modo que se permita una nueva distribución del poder en una forma que hoy no sucede.
Efectivamente creo que la idea de la consulta ciudadana le puso mucha presión al acuerdo en el Parlamento. Siendo francos, la presión realmente la pusieron los alcaldes de derecha que estuvieron dispuestos, antes que los parlamentarios oficialistas, a plantear que una parte del camino a tomar para enfrentar la crisis era un cambio constitucional. Eso nos permitió salir con unidad, porque alcaldes de oposición hace mucho tiempo que hemos venido planteando la necesidad de una nueva Constitución y de enfrentar injusticias y desigualdades de manera más profunda.
Yo destaco el rol de los alcalde de derecha, que espero se mantenga, porque con este proceso constituyente, tenemos una oportunidad histórica para enfrentar lo que denunciamos: la concentración extrema del poder en Chile, la centralización de nuestro sistema institucional y la posibilidad que el Estado trate igual a los ciudadanos sin importar de donde vienen.
Hablemos de centralización. Las desigualdades son evidentes con las regiones, sin embargo en la misma zona Metropolitana es posible observarla en relación a las comunas periféricas. Renca es cercana a Santiago, sin embargo, está desconectada administrativamente del poder central.
El caso de Renca es bien especial. Limitamos con Santiago Centro, geográficamente hablando, no somos periferia, pero el problema es que el poder político y económico en Chile está concentrado en 4 o 5 comunas: Santiago Centro, Providencia y el cono oriente de la ciudad, Vitacura, Las Condes y lo Barnechea. Esa es una realidad que impacta brutalmente en la desigualdad y que se refleja en materia presupuestaria, las comunas anteriormente señaladas tienen presupuestos per cápita más altos que los de otras comunas Además las decisiones a nivel nacional y regional se toman desde esas comunas y, finalmente, terminan replicando o aumentando la desigualdad existente.
En Renca tenemos un presupuesto reducido en relación a las comunas del sector Oriente y las atribuciones que tenemos generan frustración a la hora de enfrentar cambios en el transporte público, mejoras en los procedimientos de seguridad, intervenciones con el medio ambiente, que son los temas que más le interesan a nuestra comunidad y lo exigen a sus alcaldes, pero cuyas decisiones le competen enteramente al Gobierno central. Ahí hay una causa de nuestra crisis institucional porque la participación democrática se reduce a votar cada cuatro años por un Presidente de la República todopoderoso, que define a todos los ministros y, a través de ellos, determina todos los temas que impactan a nuestra población. En las municipalidades nos encontramos ni siquiera con gobiernos locales, sino simplemente con administradores y nuestro principal rol es administrar programas sociales definidos por el gobierno central, por lo tanto, la vivencia de la centralización y la desigualdad en Renca es la misma que hay en regiones y en otras comunas, independiente de si estamos más cerca o más lejos del centro y se relaciona con el diseño institucional del país.
Entonces, la ausencia del Estado ocurre incluso en la comuna de al lado de Santiago…
La municipalidad de Renca está a seis kilómetros de la Plaza de Armas de Santiago y, a esa distancia, tenemos zonas que no tienen internet por fibra óptica. No estamos hablando que la fibra óptica no haya llegado a la zona austral del país, estamos hablando de solo seis kilómetros de la Plaza de Armas de Santiago. Eso es desigualdad pura y dura y es un reflejo de la situación que se vive y que tiene que ver, insisto, con el diseño institucional centralista y que espero sea algo que se enfrente en este proceso constituyente que estamos ad portas de definir.
La alcaldesa de La Pintana, Claudia Pizarro, denunció la disminución del Fondo Común Municipal (FCM) en noviembre y diciembre. ¿Cómo afectó a Renca la menor cantidad de recursos?
Eso es una situación puntual que tiene que ver con que la Subdere no transfirió todos los recursos que debía en noviembre y diciembre. Ellos dicen que tuvieron dificultades administrativas, relacionadas con la crisis social, y esa situación debe ser resuelta lo antes posible, pero es una cuestión puntual. Lo que hay que enfrentar en serio es que hay comunas que tienen un presupuesto per cápita de 1.200.000 pesos como Las Condes, otras con 200.000 pesos como Renca y otras con 80 mil pesos como algunas comunas rurales de nuestro país. Eso no se cambia solamente distribuyendo de manera distinta el FCM. Nuestra propuesta como alcaldes es avanzar hacia lo que se denomina un per cápita muncipal, esto es, que un ciudadano valga para el Estado lo mismo sin importar donde vive. Así el presupuesto de las comunas se definiría por ese monto y, a partir de esa base, los recursos se podrán complementar si es que cada comuna tiene situaciones puntuales que enfrentar. Eso es transformar radicalmente la forma en que se distribuyen los recursos en Chile y pasa especialmente porque el Estado gaste menos en el nivel central. Si comparamos la distribución del gasto público respecto de los países de la OCDE, en promedio, el cincuenta por ciento del gasto del Estado en esos países se gasta en regiones o comunas mientras que en Chile las comunas tienen el 12 por ciento del gasto del Estado a nivel nacional y las regiones un 8 por ciento. Por eso no basta con repartir distinto ese 12 por ciento que se gasta hoy, tenemos que aumentarlo y eso significa que el Estado transfiera a las comunas responsabilidades del nivel central. No puede ser que todas las comunas tengamos que aplicar los programas sociales que define el Gobierno y que muchas veces no se ajustan a sus propias realidades. Los programas deberíamos diseñarlos y ejecutarlos nosotros de manera que se ajusten a nuestras necesidades.
Renca fue uno de los municipios que efectivamente llevó a cabo una consulta ciudadana. ¿Cómo evalúa la participación ?
Para nosotros fue muy potente porque tomamos la decisión de hacerlo presencial, precisamente porque queríamos que fuera una suerte de ensayo general para el Plebiscito. Considerando que fue organizada en dos semanas, sin franja, sin difusión en los medios de comunicación, y que solo fue empujada localmente por cada Municipalidad, el resultado es exitoso. En promedio, en las municipalidades que optamos por la consulta con lápiz y papel, votó cerca de la mitad de quienes votaron en la última elección municipal. En Renca votaron 16.500 personas y eso, en la práctica, implicó que tuviéramos locales de votación llenísimos y fue un gran hito de participación. Fue muy emocionante, porque estábamos en medio de un proceso en el que habíamos tenido hechos de mucho dolor y violencia, y este fue el primer llamado formal a todos los ciudadanos a participar y a hacerlo a través de un voto.
Su participación en Enade fue muy comentada. ¿Cómo evalúa el rol que ha desempeñado el mundo empresarial en esta crisis?
El mundo privado y, especialmente, las grandes empresas de nuestro país, no solo tienen mucha responsabilidad en la crisis, sino que deben jugar un rol muy importante en el nuevo Chile, porque están en deuda. ¿Tenemos que esperar que sea solo el Estado a través de subsidios, que fue la propuesta del Gobierno, que aumente el sueldo mínimo? ¿O las empresas por fin entregarán una propuesta que implique que ellos se hacen cargo de mejorar los sueldos de sus trabajadores porque pueden hacerlo?
El mundo privado tiene mucho más que discutir y hay hitos importantes que están por venir, como las elecciones de la CPC, por ejemplo. Se han visto señales erráticas en ese ámbito, hay un candidato a la presidencia de la CPC que afirmó que si estuviéramos en Europa el votaría Apruebo, pero como es en Chile, es difícil pensar que el proceso vaya a resultar. Ese tipo de declaraciones no aportan en nada, pero estoy seguro que no son representativas del gran empresariado.
¿Tiene expectativas respecto de una mayor responsabilidad social de las empresas?
Por cierto, pero no solo eso, sino que espero un cambio de paradigma. Las empresas ya no pueden dejar a la voluntad el vincularse con la comunidad y enfrentarse las desigualdades de los lugares donde operan, tienen que incorporarlo como una forma de operación. El rol de la empresa no es solo repartir utilidades entre sus dueños, sino también construir país y justicia social. En la medida que se entienda eso y se salga de este rol voluntario de la responsabilidad social, creo que podremos participar y construir más activamente este Chile distinto que todos queremos.
Finalmente, ¿su opción para el 26 de abril?
Yo Apruebo y Convención Constitucional. Creo que es muy raro que hayan alcaldes o alcaldesas que estén por el rechazo después de todas las instancias de participación que hemos promovido. Si bien cada bloque político ha ido tomando ciertas posturas mayoritarias, a nivel de alcaldes hay una posición mayoritaria por el Apruebo.
Foto referencial@Facebook Municipalidad de Renca.