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Biopolítica digital: el sistema de vigilancia asiático que lidera la ofensiva contra el COVID-19

La vigilancia digital y la idiosincrasia del colectivismo de los Estados asiáticos evidencian ser respuestas mucho más efectivas para combatir el virus que las medidas adoptadas por los países de occidente.

Diario Uchile

  Lunes 23 de marzo 2020 14:03 hrs. 
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Las cifras de infectados de COVID-19 aumentan exponencialmente en Europa. En Italia la situación es crítica, al nivel que hoy se considera el nuevo epicentro de la pandemia mundial. Los infectados alcanzan casi las 60.000 personas y 4.500 muertes, mientras que en los centros de salud quitan los respiradores a ancianos para priorizar a los jóvenes afectados. En Alemania, tras un período de tiempo breve, hay ya 23.937 casos confirmados y en España la cifra aumenta a cerca de 33.000 afectados.

El panorama de nuestro país y de Latinoamérica no es mucho más alentador. Los casos de contagios se vuelven imparables, los países decretan cuarentenas y toques de queda como medidas de contención. Chile, con 746 enfermos, se ha convertido en el segundo país de América Latina con más contagiados con la nueva cepa de coronavirus después de Brasil, que alcanza los 1546 afectados. Argentina por otro lado, registra 266 casos confirmados y 4 fallecimientos.

Una realidad que dista bastante de las circunstancias por las que atraviesa Asia, que evidencia un mejor control de la pandemia que otras regiones del mundo. En Taiwán se registran apenas unos 193 infectados y en Hong Kong, 193. Corea del Sur ha superado su peor fase desde la segunda semana de marzo, experimentando una marcada desaceleración en la propagación del Coronavirus SARS-CoV-2. En Japón, el número de contagios es mucho más inferior a los de otros países considerados en “zona de riesgo”, mientras que China, origen de la pandemia, lleva cuatro días consecutivos revirtiendo las alzas del virus.

Pero ¿cuáles son los motivos detrás de esta matemática?, ¿cuáles son los estilos de vida y sentidos comunes orientales que resultan ser más efectivos ante la crisis sanitaria?.

Todo parece apuntar a una cultura de datos y de vigilancia digital, y es que, a esta cruzada por salvaguardar las vidas humanas, no solo participan virólogos y epidemiólogos, sino también, informáticos profesionales y especialistas en macro datos.

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En China existen 200 millones de cámaras de vigilancia dotadas de inteligencia artificial capaces de reconocer rostros y evaluar el completo desplazamiento de los ciudadanos por los sectores públicos. El tránsito de datos entre las compañías telefónicas, los servicios de seguridad y ministerios de salud, permiten que no haya momento del día que no esté sometido a observación.

Y es que la protección de datos, tanto como la resistencia de las personas ante la vigilancia digital, es inexistente. Una experiencia que se hace posible debido a la mentalidad autoritaria de los gobernantes y a la actitud obediente de los ciudadanos. Estos últimos se caracterizan por evidenciar una confianza y una disposición poco renuente hacia el Estado.

Asimismo, existe una idiosincrasia del colectivismo que antecede al individualismo característico de las sociedades modernas. Ejemplo de ello es el uso permanente de mascarillas para evitar la propagación de enfermedades, una práctica interiorizada en la cultura asiática, desde mucho antes de la contingencia del COVID-19.

El desarrollo y uso de estas tecnologías ha resultado bastante eficaz en la contención del virus, en la medida que los grupos de investigación pueden detectar posibles infectados solo con el manejo de datos técnicos. Las cámaras de vigilancia son capaces de medir la temperatura corporal de los transeúntes y de advertir de la situación a quienes se encuentren en un radio cercano, por medio de una notificación a sus celulares. Se comenta hasta el uso de drones que patrullan las calles vigilando que las personas realicen cuarentena y generando multas a quienes adviertan infringiendo la medida.

Un uso de la tecnología y del manejo de datos que obra como una extensión del sistema de salud, que hoy da créditos al modus operandi asiático, y una biopolítica que nos invita a reflexionar sobre las nuevas significaciones del concepto de soberanía. Hoy en día y bajo estas circunstancias, ¿es más efectiva la soberanía de quien esgrime su potestad de cerrar fronteras, que el que es capaz de conocer y manipular las bases de datos de sus ciudadanos?.

 

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