Desde el arribo de la pandemia del coronavirus a nuestro país, son miles las personas que han visto su cotidianeidad afectada y han sido víctimas de la incertidumbre, el miedo y las consecuencias del aislamiento y el distanciamiento social obligado a raíz de las medidas decretadas por las autoridades.
Las situaciones de emergencia y desastres causan graves sufrimientos psicológicos y sociales a las poblaciones afectadas, efectos que pueden amenazar la paz, los derechos humanos y el desarrollo de un país. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre un 3 y un 4 por ciento de la población puede sufrir trastornos severos, mientras que entre un 15 y un 20 por ciento podría padecer trastornos leves a moderadoa. El porcentaje restante se ve expuesto a un fuerte estrés psicosocial no patológico.
Fue en ese sentido que, en la reunión de la Mesa Social por el COVID-19 el pasado martes, se acordó generar lineamientos y recomendaciones para proteger la que es una de las claves para enfrentar la pandemia: la salud mental. En la instancia se le encargó al rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, desarrollar un documento con los ejes principales para abordar este tema en contexto de crisis, con el objetivo de implementar medidas que permitan disminuir el impacto de la pandemia del coronavirus en la salud mental de los chilenos y chilenas.
El documento fue encargado a un equipo de profesionales y académicos de la institución, conformado por la médicas Cecilia Morales, del Hospital Clínico; Verónica Iglesias, directora de la Escuela de Salud Pública, y Vania Martínez, psiquiatra e investigadora de IMHAY; además de los psicólogos Roberto Aceituno, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, y Sonia Pérez, académica de esta misma facultad.
Los principales ejes del informe
En conversación con nuestro medio, la psiquiatra infantil y adolescente, además de académica de la Facultad de Medicina de la universidad, Dra. Vania Martínez, explicó los elementos centrales que se están trabajando para desarrollar el documento que será presentado este martes al Gobierno y al resto de los integrantes de la Mesa Social.
“En nuestro país una de cada cuatro personas tiene problemas de salud mental. Si pensamos cuánta gente está afectada por la infección y cuánta está afectada por problemas de salud mental, es mucho más grande la población afectada por enfermedades de salud mental”, sostuvo Martínez.
Así, entre el equipo de la Universidad de Chile y el Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud, acordaron comenzar un trabajo conjunto que tiene tres ejes principales. En primero, la priorización de la salud mental dentro del plan de acción COVID-19, lo que implica integrar aspectos de protección de la salud mental en todas las acciones en curso, así como también, generar protocolos y estrategias específicas dirigidas a salud mental de la población.
En segundo lugar, una coordinación de los distintos actores que participan en la respuesta -como el Minsal, el Mineduc, otros sectores de la sociedad civil organizada, la academia, entre otros-, y el diseño e implementación de acciones sobre las estructuras existentes, como mesas técnicas y redes de colaboración.
En tercero, el cuidado de la salud mental de trabajadoras y trabajadores de salud, con punto de partida en una iniciativa del Ministerio de Salud que verá la luz prontamente y que busca dar apoyo directo a funcionarios, y estrategias de cuidado institucional.
Salud mental ahora
Respecto del primer punto, Martínez sostuvo que, debido a la incertidumbre que genera la crisis sanitaria, surgen dudas en la población en torno a cuánto durará la cuarentena o cuánto nos impactará en lo económico, por ejemplo. No obstante, también existen espacios de control que pueden contribuir a aminorar los problemas de salud mental.
“Nuestra salud mental, con situaciones de incertidumbre, se ve más afectada. Cuando uno no logra planificar y nada depende de uno, eso afecta negativamente a la salud mental. Entonces, si hay algunos espacios de control, por ejemplo si estoy planificando con mi familia cómo vamos a llevar las tareas o formas de apoyo a nuestros familiares, eso puede favorecer la salud mental”, señaló.
En ese sentido, recalcó que la salud mental es precisamente una de las claves para sobrevivir a esta pandemia y todo lo que conlleva a corto, mediano y largo plazo, desde la crisis potencial en la provisión de servicios de salud, hasta ayudar a preservar y reconstruir una sociedad post-pandémica.
Sin embargo, uno de los puntos centrales del documento es que estas medidas deben llevarse a cabo ahora. “Una salud mental deteriorada influye en la calidad de vida que tienen las personas, influye en la capacidad de funcionar, es decir, no se funciona de la misma manera en las distintas áreas. Áreas familiares, el área de trabajo, de la educación, de las relaciones interpersonales”, explicó Martínez.
“Una sociedad con una salud mental deteriorada va a influir negativamente también en el desarrollo de esta sociedad. Entonces, sí es importante considerarlo como una primera prioridad también ahora y sobre todo en este momento”, agregó.
Pacientes en contexto de crisis
Los grupos de riesgo requieren de estrategias de abordaje distintas y a nivel individual, las recomendaciones están enfocadas en garantizar la atención de pacientes crónicos (personas institucionalizadas, hogares y residencias protegidas) y la prevención de contagio, como la continuidad de sus controles y también de sus medicamentos.
Respecto de los pacientes agudos con tratamientos recientes, los lineamientos que trabajan los profesionales y académicos tienen que ver con la adherencia a los tratamientos, la continuidad de las terapias y la intervención psicoeducativa a través de videoconferencias e intervenciones con uso de TICS.
Sobre los pacientes emergentes o secundarios a la crisis, las medidas buscan enfrentar los cuadros de descompensación agudos o cróncios, así como las respuestas a las nuevas condiciones de vida cotidiana. Por otra parte, el tema laboral, el riesgo, las remuneraciones y el trabajo a distancia.
Para esto, las estrategias tienen que ver con vigilancia y atención de personas institucionalizadas y disponer de mecanismos de emisión, tramitación y pago de licencias médicas durante la emergencia. Así también, el asegurar controles periódicos con profesionales, ya sea vía remota o presenciales, como el asegurar la provisión de medicamentos. Por otra parte, la implementación de un fono ayuda, denominado “SaludMental Responde”.
“Cuidemos a quien nos cuida”
El personal sanitario fue identificado como uno de los principales grupos de riesgo y las recomendaciones del informe apuntarían, en un abordaje institucional, a proteger a los equipos -que están viviendo situaciones de estrés- y también a las familias de los mismos.
“Se viven mayores riesgos de contagio y también algunas de estas personas han optado por alejarse de algunos familiares que pudieran ser más vulnerables, lo que también implica problemas de salud mental tanto en ellos como en sus familiares”, comentó la psiquiatra de la Universidad de Chile.
En ese sentido, se proponen herramientas de contención emocional, como los talleres de “Primera Ayuda Psicológica” del Ministerio de Salud, y a su vez considerar el efecto en psicológico en el entorno del paciente. Además, proponen programas de apoyo emocional a trabajadores de los denominados como “primera respuesta”. Es decir, cuidar a los que cuidan.
“Dentro del personal de salud, es más probable que alguien se enferme de un problema de salud mental a que se infecte de coronavirus. Y si alguien se nos enferma de salud mental, igual va a ser un profesional menos trabajando adecuadamente en la salud de la población. Por eso tiene que ser al mismo nivel, tan importante como es capacitarlos para usar un ventilador mecánico, es que los estemos apoyando en su salud mental”, añadió Martínez.
El rol de los medios de comunicación
Otro de los líneas fundamentales que se trabajan para el informe que se presentará a la Mesa Social, y en una estrategia de abordaje comunitario, tiene que ver con el rol que pueden tener los medios de comunicación en medio de una crisis de estas características. Esto, en el manejo de la información sensible, las regulaciones que se deben tener en cuenta para evitar la saturación y el estrés, así como el rol de las vocerías oficiales.
En ese sentido, el “regular para proteger” y la posibilidad de generar contenido educativo a través de los distintos canales de comunicación, surgen como las principales propuestas ante un diagnóstico que habla de estrés y angustia generado por sobre saturación de información relacionada a la pandemia.
“Si los medios de comunicación sobre saturan acerca de información exclusivamente de la pandemia, tampoco es eficiente, debieran diversificar sus contenidos y ayudarnos. Los medios podrían ayudarnos mucho con elementos tanto de entretención como de educación, y también específicamente en informar el cómo protegemos la salud mental”, indicó la psiquiatra.
“Hay muchos aspectos por los cuales pensamos que la salud mental puede estar en este momento deteriorada en algunas personas o que es muy probable que eso empiece a aumentar”, advirtió Martínez. “Así que a todos nos serviría aprender y así como se han informado medidas preventivas para el virus, se debiera enseñar y compartir cómo uno puede proteger su salud mental”, agregó.
Todo el trabajo que están realizando los profesionales y académicos de la Universidad de Chile, está atravesado por principios básicos que incluyen no hacer daño, promover los derechos humanos y la equidad, utilizar enfoques participativos, aprovechar los recursos y capacidad existente, adoptar intervenciones que sean a distintos niveles -desde un nivel más promocional a un nivel que tenga que ver con prevención y otro nivel con tratamiento-, y a trabajar con sistemas de apoyo integrado.
Todo esto será abordado en un documento que el rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, presentará y entregará este martes a la Mesa Social por el COVID-19, la que, encabezada por el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, reunirá una vez más a distintos actores de la salud, las ciencias, las universidades y la sociedad en general.