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Semana Santa, pesca artesanal y COVID-19

Columna de opinión por Samuel Leiva
Domingo 5 de abril 2020 15:07 hrs.


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En pocos días se celebrará Semana Santa, que tradicionalmente corresponde al segundo fin de semana de abril. Esta festividad tiene una relación directa con las tradiciones religiosas y culturales y, además, coincide con la mayor venta y consumo de productos del mar en nuestro país. Sin embargo, este año, el sector de la pesca artesanal no estará preparado para dicha fecha y las autoridades, al día de hoy, no han elaborado un plan que considere el impacto que significará para el sector pesquero no contar con una fecha que resulta clave para la venta de sus productos.

La semana pasada se vieron muy activos al Presidente de la CPC, Juan Sutil, y al Ministro de Economía, Lucas Palacios, tratando de dar tranquilidad respecto de la cadena de distribución y abastecimiento tanto de productos de higiene y primera necesidad ante la crisis sanitaria, como analizando el futuro de grandes compañías como LATAM -la que ha considerado la ayuda estatal como solución a sus pérdidas-. No obstante, llama la atención que no se considere a los miles de pescadores artesanales en dicha ecuación, los cuales son vistos como parte de los sectores prioritarios, que no deberían parar su funcionamiento, para asegurar la generación y distribución de alimentos en todo el país. 

Pareciera ser que, desde la óptica del Gobierno, existe una gran conexión con los sectores económicos de los grandes gremios, tales como la construcción, el sector forestal y el eléctrico, los que hacen su parte sin duda y por eso generan ganancias exorbitantes, pero una escasa o nula conexión con sectores que generan alimentos y cuyos controladores son pequeños empresarios, como pueden ser considerados los pescadores artesanales. Esta dicotomía en la forma en que el Gobierno concentra su prioridad no asegura la cadena de distribución de alimentos, en la cual las autoridades estatales y privadas han puesto sus preocupaciones.

Tradicionalmente, los chilenos abarrotan los mercados, ferias, caletas y supermercados tratando de obtener alimentos marinos que permitan desarrollar las festividades culturales y religiosas asociadas a la Semana Santa, pero esta vez, quizás no haya tal aglomeración, ni tampoco alimentos marinos que comprar, y no parece haber preocupación al respecto desde la autoridad sectorial. La crisis sanitaria ha retrasado la captura de los recursos hidrobiológicos y ha dejado a algunos pescadores sin poder pescar, por ende, es de esperar que no haya productos para satisfacer la posible demanda, aunque esta sea de menor escala. 

La pesca artesanal ha visto recuperar de a poco sus capturas históricas y el año 2020 hubo un aumento de ellas, pero con la crisis sanitaria actual, salir a pescar no es económicamente viable debido a los bajos precios de los productos. Esta crisis golpeará más duro a algunos de los pescadores, especialmente los mayores de 60 años y a los que presenten mayor nivel de riesgo sanitario, porque se ha recomendado que no salgan a pescar, medida que aunque justificable, deja a un importante número de ellos sin posible sustento ni protección gubernamental. Tal como podrían tener los trabajadores de otros sectores productivos, pero con dirigentes más cercanos al poder.

Desde la perspectiva socio-ambiental, el que no se pueda pescar podría repercutir en problemas ecosistémicos a futuro, debido a que se centrara el esfuerzo pesquero en el segundo semestre, pues considerando las vedas el tiempo efectivo para realizar la pesca se verá reducido a algunos meses concentrando toda la pesca en un muy breve espacio de tiempo. El esfuerzo pesquero también podría traer problemas de gestión pesquera, al no poder controlar, o peor, forzar al descarte de recursos que no son el objetivo. Esta situación será fomentada porque los pescadores querrán usar la totalidad de sus cuotas, pues de no hacerlo, corren el riesgo de perderlas. Por otro lado, la alta oferta de recursos pesqueros bajará los ya bajos precios y estimulará a soluciones que podrían empeorar la crisis económica de este sector, viéndose obligados a vender a bajo precio o traspasar sus cuotas a la industria. Por el actuar de la autoridad sectorial pareciera haber un convencimiento de que la oferta de alimentos desde la pesca artesanal no será necesaria ni ahora, ni el futuro próximo. Es por lo tanto, de suma importancia recalendarizar los plazos de captura y, de paso, buscar algún tipo de medidas que permita a los consejos zonales de pesca abrir zonas o traspasar cuotas desde 2020 a 2021, siempre y cuando sean basadas en análisis científicos.

La gran mayoría de los pescadores artesanales depende de lo que captura para su subsistencia, y si bien la pesca no está cerrada, las restricciones a la movilidad han hecho que no puedan ejercer su trabajo de manera normal y es posible que rápidamente se conviertan, una vez más, en sujetos de ayuda estatal, tal y cómo les está sucediendo a trabajadores de otros sectores. 

Hay que considerar que la gran mayoría de la captura que proviene desde la pesca artesanal tiene como destino el consumo humano, no así las capturas asociadas a la gran industria pesquera. Por ende, es necesario que las políticas gubernamentales también consideren gremios que, por su dinámica y estructura, no están en la misma posición que los socios de la CPC, pero que como sector son muy relevantes desde una perspectiva social, cultural y económica, especialmente en los territorios dónde se alojan.

En tal sentido, Caleta Portales, caleta emblemática de la región de Valparaíso, y Lebú, en la región del Bio Bio, ya cerraron porque además de no tener qué vender, no existen guías normativas que permitan vender sus recursos sin poner en riesgo a ellos mismos ni a sus clientes. La Subsecretaría de Pesca difundió un pequeño instructivo sobre qué medidas tomar en las faenas pesquera, las cuales no son muy diferentes de las ya ampliamente difundidas para evitar el contagio de COVID-19. Sin embargo, las labores de la pesca artesanal, tales como la venta y la distribución de sus productos no pueden ser desarrolladas a través de trabajo telemático, dejando en una situación muy delicada a un gremio con más de 80 mil personas, sin considerar a sus familias, a lo largo de nuestra costa.

Desde Territorios Colectivos, Fundación de la región de Valparaíso, creemos que es indispensable que la autoridad desarrolle medidas tendientes a asegurar el abastecimiento de alimentos provenientes del mar, pero a su vez, también entregue las necesarias directrices para que los pescadores, sus familias y los consumidores no se expongan al contagio del COVID-19.

El autor es director de la Fundación Territorios Colectivos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.