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Libro retrata el convulso año 1982 desde el Mundial de España hasta la Guerra de las Malvinas

Cristián Venegas Traverso se sumergió en lo ocurrido en este particular año que marcó en gran medida la historia reciente de nuestro país. La paupérrima campaña en el Mundial de España, los psicópatas de Viña y la participación chilena en las Malvinas forman parte de “82. Sangre, fútbol y quiebras”.

Diario Uchile

  Jueves 9 de abril 2020 10:27 hrs. 
82

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Justo antes de la llegada del COVID-19 a Chile, Cristián Venegas Traverso publicó su tercer libro sobre el convulsionado año ’82 en nuestro país. Después de varios años de investigación bibliográfica y audiovisual, bajo el sello de editorial Forja, “82. Sangre, fútbol y quiebras” intenta retratar este encendido año, hablando de la campaña de Chile en el mundial de España, pero mucho más del contexto social, político y económico. Aparece contado hasta el caso de los Psicópatas de Viña y la participación chilena en la Guerra de las Malvinas.

¿Es un libro de fútbol, o no?

– A veces uno empieza por “A” y termina escribiendo de la “Z”. Acá escribo desde la “A” a la “Z”. Partió como una investigación sobre la selección chilena en el Mundial de fútbol de España ’82. Pero a medida que iba revisando material, aparecían nuevas cosas, igual de interesantes, pero fuera del fútbol, por ejemplo, el correlato entre el fracaso de Santibáñez en el mundial y la catástrofe del modelo económico, que se dan en paralelo. También aparecen los crímenes políticos, el caso de los psicópatas de Viña que igual es apasionante. Ni hablar también de la instalación de las Isapres y las AFP. Podría decir que el libro “82” narra el periodo en un sentido global. Es impensable hablar de la debacle económica, sin hablar también de la soberbia vivida durante todo ese periodo.

De hecho, el subtítulo del libro es “El soberbio camino al fracaso”. ¿A qué te refieres?

– Resulta que hasta el ’82 había un ambiente muy triunfalista en el país, y en todos los ámbitos. Había una ilusión de país exitoso, envidiado, casi campeones del mundo. Pero ya para el 81’-82’, al menos económicamente, a pesar que Pinochet lo negaba, el buque ya se estaba hundiendo. El asunto pasaba por no aceptar que el modelo económico chileno había fracasado; si habían personas ofreciendo sus riñones por el diario para pagar sus deudas al banco. Era lo mismo que pasaba con Santibáñez en la preparación para el mundial. Se ganaba a equipos menores acá en el Nacional, en muchos casos con lo mínimo, pero jugadores y entrenador insistían en que en el mundial les iba a ir bien, que prácticamente llegarían a seminales. Y nada. Quedamos en el lugar 22 entre 24 selecciones. “Antes de la caída está la soberbia” dice el dicho. Y el costalazo fue muy duro. La gente aparte de desilusionada con Chile se tuvo que comer la devaluación del peso que se da en simultáneo.

El investigador Cristián Venegas Traverso es el responsable de "82. Sangre, fútbol y quiebras".

El investigador Cristián Venegas Traverso es el responsable de “82. Sangre, fútbol y quiebras”.

En el libro hablas del asesinato de Tucapel Jiménez, y también del caso Frei Montalva que recién se está cerrando judicialmente.

– De hecho, todo lo de Frei Montalva tuve que reescribirlo tras el fallo del juez Madrid. Lo que sí queda claro con este fallo, tras leer el dictamen completo de ochocientas páginas, es que Frei Montalva, o es el hombre con la peor suerte del mundo, o lo asesinaron, y por los antecedentes del sumario hay acciones de terceros que llevaron a su muerte. Y bueno, sobre Tucapel Jiménez lo único que nunca se pudo probar judicialmente es la responsabilidad de Pinochet, pero es impensable que éste no estuviera al tanto de esas acciones. Todos los caminos lo llevaban a él. Fue un asesinato que llevó a otros dos: René Basoa y el carpitero Juan Alegría.

¿Cómo se conjuga hablar en un mismo libro de asesinatos, fútbol, el nacimiento de las AFP y el romance de Argandoña con Eliseo Salazar?

– Creo que la vida funciona así, integrada. Por lo demás, creo que es entretenido dar respiro al lector, cosa de ir saltando de tema en tema.

Se ha escrito mucho sobre la historia de Chile en el último tiempo. ¿Cuál es tu sello?

– Creo que la rigurosidad, apegándome lo más posible a la fuente escrita o audiovisual. Con el tiempo los recuerdos se pierden y se ensucian; confío poco en eso. Ahora, ser riguroso no es lo mismo que ser latero. Mantengo un lenguaje directo, simple, cercano, casi telenovelesco. Con ironía, pero hacía el humor. En el libro no hablo del futuro, ni de lo que pasa después de 1983. Lo narro en presente, en tercera persona, sin hacer referencias a autores ni nada por el estilo. Quiero que la gente sienta y respire el periodo entre 1980 y principios del ’83.

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