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Movilidad y hábitat en el contexto del aislamiento social en Perú

Columna de opinión por Franco Evans Morales
Martes 14 de abril 2020 17:16 hrs.


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Más de 180 países a nivel mundial están sufriendo los efectos de la expansión del COVID-19 (denominado en términos coloquiales como coronavirus o nuevo coronavirus) cuyo impacto está poniendo en jaque a las instituciones públicas en los sectores de salud, economía, empleo y en la vida urbana de las ciudades con mayor y menor aglomeración. El Perú no es ajeno a la presencia de esta pandemia, tal es así que desde el día 15 de marzo del 2020 el país fue declarado en Estado de emergencia sanitaria, mientras que a partir del 18 de marzo el territorio nacional entró en aislamiento social obligatorio, con el cual se restringen algunos derechos constitucionales como la inviolabilidad del domicilio y la libre circulación por el espacio (desde las 6 p.m. hasta las 6 a.m. del día siguiente).

Precisamente quisiera reflexionar sobre dos aspectos relacionados al hábitat residencial y al entorno de la vida cotidiana, por un lado se conoce por estudios e investigaciones que dentro de los espacios públicos de la ciudad se construye ciudadanía, sentido de pertenencia y relación con las y los habitantes, no obstante la declaratoria de aislamiento social produjo que las fuerzas del orden tomen posesión y supervisión de las calles, vías y demás espacios públicos traduciendo su poder en lógicas de control que suprime el derecho al anonimato y a la indiferencia en los desplazamientos, si bien dichas medidas son aplicadas para mitigar la crisis sanitaria y evitar la propagación del virus, también pone en evidencia la discriminación e intolerancia hacia minorías como la población vulnerable en derechos sexuales al tratar de identificarlas bajo características estrictamente biológicas. Además, el espacio público deja de ser un elemento para la economía urbana que beneficie a las y personas residentes del hábitat local pasando a ser un contenedor de control de tránsito hacia el espacio privado o domicilio.

El segundo aspecto que quisiera abordar está vinculado a la movilidad espacial o desplazamiento en el espacio realizado tanto por hombres y mujeres en este contexto de aislamiento social obligatorio. Aquí tomamos una perspectiva teleológica de la movilidad[1] referida como práctica social del viaje que implica lo subjetivo y lo espacial-temporal. No es ningún secreto que son las mujeres (amas de casa) quienes realizan desplazamientos en el espacio hacia mercados y supermercados, lugares donde los cálculos indican que cerca del 93 por ciento de personas de Lima Metropolitana adquieren alimentos en mercados o establecimientos comerciales ubicados a menos de 800 metros de distancia de sus hogares[2], además de la asistencia a centros de salud y farmacias en el contexto de la emergencia sanitaria.

Esta situación no solo expone el sistema inmunológico de las mujeres, también visibiliza las desigualdades en las relaciones de género dentro del hábitat residencial, específicamente en las labores domésticas de los hogares, pues mientras los hombres realizan desplazamientos lineales o pendulares vinculados al trabajo-residencia, son las mujeres quienes en situación de vulnerabilidad y crisis del sistema de salud deben desplazarse desde su hábitat residencial hacia distintos puntos del espacio local y metropolitano para satisfacer necesidades básicas de existencia como la alimentación, compras de medicinas, entre otras atenciones.

La emergencia sanitaria que ha suscitado debates en torno al rol del Estado para garantizar la salud pública de su habitantes debe llevar a cuestionar las estructuras de poder detrás de todo el sistema político y reflexionar sobre algunas interrogantes que parecen tener visibilidad en nuestro hábitat residencial ¿El contexto de esta emergencia sanitaria va a redefinir las distintas formas de ocupación y expresión en el espacio público? ¿Será pertinente considerar el valor de lo público como un elemento en crisis o en proceso de transición hacia algo nuevo dado el contexto de emergencia sanitaria? ¿Existirá capacidad del Estado peruano para reestructurar la economía neoliberal por una economía social que atienda las demandas del hábitat popular basadas en la salud pública, el ordenamiento territorial y el trabajo? ¿La crisis sanitaria tendrá repercusión en fenómenos como la cohesión social, la solidaridad y la cooperación o se exacerbaran aún más el individualismo y la indiferencia? Finalmente ¿Este aislamiento social obligatorio está visibilizando las desigualdades socio espaciales en las relaciones de género? Inquietudes que se espera abran camino a las reflexiones de un fenómeno que está alterando el statu quo y el orden global de los países a nivel.

[1] Gutiérrez, Andrea (2012). “¿Qué es la movilidad? Elementos para (re) construir las definiciones básicas del campo del transporte”, en Bitácora Urbano Territorial, Vol. 2, N° 21: 61-74, Universidad Nacional de Colombia.

[2] GRADE (2020). Zonas prioritarias para la prevención y control del contagio del COVID-19 en Lima. Lima: GRADE.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.