Brasil es el país de la región más afectado por el coronavirus y sin embargo el presidente Jair Bolsonaro no termina de creer, no termina de ajustar su política. Convencido de que la pandemia está exagerada, se enemista con los gobernadores que decretaron el aislamiento y pide una y otra vez a los brasileños que salgan de sus casas, que compren, que consuman, que muevan la economía, convencido de que ese es el problema real. Ayer volvió a mostrar su costado polémico.
Consultado sobre el aumento de muertos, ya más de 5000, el mandatario de derecha, otra vez escéptico, dijo: “¿Y qué? Lo lamento. ¿Qué quieren que haga qué? Soy Messias [por su segundo nombre], pero no hago milagros”.
Ayer Brasil anunció haber superado la barrera de las 5000 muertes, con 5017, tras registrar en las últimas 24 horas un récord de 474 fallecidos, situación que fue calificada por el ministro de Salud como un “agravamiento ” en las regiones más afectadas. “Tenemos que abordar esto como un problema, como una curva que viene creciendo, como un agravamiento de la situación”, declaró Nelson Teich, quien asumió el cargo tras la salida del anterior ministro en medio de la crisis, desde Brasilia. Los estados más golpeados del país son San Pablo, Río de Janeiro, Pernambuco, Ceará y Amazonas.
Hasta el momento, el país registra la cifra más alta de fallecidos de América Latina y supera los 4633 muertos reportados por China, donde la epidemia se originó a finales de 2019. El número de contagios subió un 8%, a 71.886.
La cifra de 474 muertos nuevos, los últimos datos oficiales, representa un aumento del 10% en relación al día anterior, detalló el ministerio, aunque aclaró que 146 de esos fallecidos fueron registrados en los últimos tres días.
Con sus más de 210 millones de habitantes, el país podría contabilizar en verdad un número de contagiados con Covid-19 entre 12 y 15 veces superior debido al gran número de casos no detectados por la poca disponibilidad de tests, según estiman varios especialistas en salud.
El estado de San Pablo, el más rico y poblado del país, tiene 2049 muertos (cerca del 40% del total) y 24.041 contagios (más de un tercio del total). Junto con Río de Janeiro, tiene ocupadas más del 60% de sus plazas de unidades de cuidados intensivos.
Por su parte, Manaos, capital del estado Amazonas, registra una ocupación mayor al 95% de estas plazas, tras haber comenzado a sepultar a los muertos en fosas comunes e instalar camiones frigoríficos en las afueras de los hospitales para conservar los cuerpos.
Mientras tanto, Bolsonaro, que tildó a la enfermedad de “gripecita”, busca flexibilizar el aislamiento social para evitar consecuencias más graves en la economía. Frente a él los gobernadores de los estados sostienen que la medida sigue siendo necesaria ante la saturación del sistema de salud.
Brasil es el país de la región más afectado por el coronavirus y sin embargo el presidente Jair Bolsonaro no termina de creer, no termina de ajustar su política. Convencido de que la pandemia está exagerada, se enemista con los gobernadores que decretaron el aislamiento y pide una y otra vez a los brasileños que salgan de sus casas, que compren, que consuman, que muevan la economía, convencido de que ese es el problema real. Ayer volvió a mostrar su costado polémico.
Consultado sobre el aumento de muertos, ya más de 5000, el mandatario de derecha, otra vez escéptico, dijo: “¿Y qué? Lo lamento. ¿Qué quieren que haga qué? Soy Messias [por su segundo nombre], pero no hago milagros”.
Ayer Brasil anunció haber superado la barrera de las 5000 muertes, con 5017, tras registrar en las últimas 24 horas un récord de 474 fallecidos, situación que fue calificada por el ministro de Salud como un “agravamiento ” en las regiones más afectadas. “Tenemos que abordar esto como un problema, como una curva que viene creciendo, como un agravamiento de la situación”, declaró Nelson Teich, quien asumió el cargo tras la salida del anterior ministro en medio de la crisis, desde Brasilia. Los estados más golpeados del país son San Pablo, Río de Janeiro, Pernambuco, Ceará y Amazonas.
Hasta el momento, el país registra la cifra más alta de fallecidos de América Latina y supera los 4633 muertos reportados por China, donde la epidemia se originó a finales de 2019. El número de contagios subió un 8%, a 71.886.
La cifra de 474 muertos nuevos, los últimos datos oficiales, representa un aumento del 10% en relación al día anterior, detalló el ministerio, aunque aclaró que 146 de esos fallecidos fueron registrados en los últimos tres días.
Con sus más de 210 millones de habitantes, el país podría contabilizar en verdad un número de contagiados con Covid-19 entre 12 y 15 veces superior debido al gran número de casos no detectados por la poca disponibilidad de tests, según estiman varios especialistas en salud.
El estado de San Pablo, el más rico y poblado del país, tiene 2049 muertos (cerca del 40% del total) y 24.041 contagios (más de un tercio del total). Junto con Río de Janeiro, tiene ocupadas más del 60% de sus plazas de unidades de cuidados intensivos.
Por su parte, Manaos, capital del estado Amazonas, registra una ocupación mayor al 95% de estas plazas, tras haber comenzado a sepultar a los muertos en fosas comunes e instalar camiones frigoríficos en las afueras de los hospitales para conservar los cuerpos.
Mientras tanto, Bolsonaro, que tildó a la enfermedad de “gripecita”, busca flexibilizar el aislamiento social para evitar consecuencias más graves en la economía. Frente a él los gobernadores de los estados sostienen que la medida sigue siendo necesaria ante la saturación del sistema de salud.
Brasil es el país de la región más afectado por el coronavirus y sin embargo el presidente Jair Bolsonaro no termina de creer, no termina de ajustar su política. Convencido de que la pandemia está exagerada, se enemista con los gobernadores que decretaron el aislamiento y pide una y otra vez a los brasileños que salgan de sus casas, que compren, que consuman, que muevan la economía, convencido de que ese es el problema real. Ayer volvió a mostrar su costado polémico.
Consultado sobre el aumento de muertos, ya más de 5000, el mandatario de derecha, otra vez escéptico, dijo: “¿Y qué? Lo lamento. ¿Qué quieren que haga qué? Soy Messias [por su segundo nombre], pero no hago milagros”.
Ayer Brasil anunció haber superado la barrera de las 5000 muertes, con 5017, tras registrar en las últimas 24 horas un récord de 474 fallecidos, situación que fue calificada por el ministro de Salud como un “agravamiento ” en las regiones más afectadas. “Tenemos que abordar esto como un problema, como una curva que viene creciendo, como un agravamiento de la situación”, declaró Nelson Teich, quien asumió el cargo tras la salida del anterior ministro en medio de la crisis, desde Brasilia. Los estados más golpeados del país son San Pablo, Río de Janeiro, Pernambuco, Ceará y Amazonas.
Hasta el momento, el país registra la cifra más alta de fallecidos de América Latina y supera los 4633 muertos reportados por China, donde la epidemia se originó a finales de 2019. El número de contagios subió un 8%, a 71.886.
La cifra de 474 muertos nuevos, los últimos datos oficiales, representa un aumento del 10% en relación al día anterior, detalló el ministerio, aunque aclaró que 146 de esos fallecidos fueron registrados en los últimos tres días.
Con sus más de 210 millones de habitantes, el país podría contabilizar en verdad un número de contagiados con Covid-19 entre 12 y 15 veces superior debido al gran número de casos no detectados por la poca disponibilidad de tests, según estiman varios especialistas en salud.
El estado de San Pablo, el más rico y poblado del país, tiene 2049 muertos (cerca del 40% del total) y 24.041 contagios (más de un tercio del total). Junto con Río de Janeiro, tiene ocupadas más del 60% de sus plazas de unidades de cuidados intensivos.
Por su parte, Manaos, capital del estado Amazonas, registra una ocupación mayor al 95% de estas plazas, tras haber comenzado a sepultar a los muertos en fosas comunes e instalar camiones frigoríficos en las afueras de los hospitales para conservar los cuerpos.
Mientras tanto, Bolsonaro, que tildó a la enfermedad de “gripecita”, busca flexibilizar el aislamiento social para evitar consecuencias más graves en la economía. Frente a él los gobernadores de los estados sostienen que la medida sigue siendo necesaria ante la saturación del sistema de salud.
