Miles de personas en el país han activado este instrumento de seguridad social, que tiene por finalidad proteger a quienes se rigen por el Código del Trabajo con contratos indefinidos o plazo fijo y que se acogieron a la Ley de Protección del Empleo para cubrir sus sueldos, en lo que ha sido una ola de desvinculaciones masivas, producto de la pandemia del Covid-19.
En ese contexto, el pasado jueves la Administradora de Fondo de Cesantía (AFC) realizó el segundo pago de remuneraciones, que corresponde al grupo de trabajadores que fueron registrados por parte de sus empleadores después del 23 de abril.
La cifra que se proyectó por parte de la AFC fue de 274.581 personas que recibieron el 70% de la remuneración de su prestación, una cantidad que superó en casi 3,5 veces las 73 mil personas que se registraron el jueves 30 de abril.
“Son trabajadores que el empleador suscribió posterior al día 23 de abril. Tenemos unos casos rezagados también, en los que se insistió en el proceso, porque la primera vez la nómina no se subió de manera correcta. A esos también los estamos considerando para esta oportunidad”, afirmó el gerente de operaciones de AFC Chile, Daniel Manoli.
Este seguro resulta un pequeño bálsamo, tanto para quienes fueron desvinculados de sus trabajos como para quienes acordaron una reducción de sueldo y jornada, sin ser completamente suspendidos de su vínculo laboral. No obstante, debido al breve periodo en que se realiza y la disminución progresiva del monto de los depósitos, no alcanza para cubrir los costos que los trabajadores asumían previamente, debiendo recurrir a todo su ingenio y creatividad para llegar a fin de mes.
Tal es el caso de Claudia Aburto, quien antes de la pandemia se desempeñaba como administradora de un restaurant y de la banquetería de un centro de eventos. Hoy recibió su depósito, en medio de lo que consideró como una situación de desinformación tremenda: “Me enteré por internet que necesitábamos tener un ID para tener una proyección de pago en la AFC, donde hay que ingresar el rut propio, el de la empresa y un ID que te tiene que dar la empresa. Está todo el mundo afuera de la empresa, están todos acogidos al seguro de cesantía y nadie da esa información”, aseveró.
“A mí me pagan un monto que comienza a bajar. Se supone que es el 70%, pero ¿bruto? ¿Líquido? No sé si tengo que pagarle a mi AFP o ellos me siguen pagando, porque no me cuadran tampoco los montos. Uno se mete a internet y prácticamente tienes que tener un abogado laboral para entender todo”, relató.
Dada la naturaleza de su ocupación, Claudia viene experimentando las repercusiones en su salario desde el estallido social, situación en la que se postergaron una cantidad importante de eventos, justo durante el periodo de temporada alta para su rubro.
“Ahora esto repercutió mucho más porque se cerró el centro de eventos, se cerró el restaurant y se hicieron despidos masivos. Los que estamos contratados también estamos atados de manos, porque nuestro empleador tampoco nos da mucha información. Sabemos que se empezó a acoger al seguro de cesantía y a mis compañeros que los habían echado al 30 de abril ya tenían su plata depositada por la AFC , pero nosotros todavía no. A mí recién me pagaron y obviamente uno tiene cosas que hacer con ese dinero, intereses que van aumentando y nadie nos informa nada”, reveló.
Asimismo, Claudia denunció la falta de fiscalización hacia los empleadores para que hagan efectiva la suscripción a este seguro, un trámite que no puede dejarse en manos de la buena fe: “Si uno quiere hacer sus propios tramites en la AFC como desempleado, por ultimo uno va con el finiquito y lo hace de manera independiente, pero en este trámite el empleador tiene que hacer todo. Como trabajador, ¿qué certeza te queda de que el empleador está haciendo realmente la gestión? Hablan de que hay fiscalización, pero al menos en mi trabajo, no ha habido de ningún tipo”.
Como miles de trabajadores en el país, Claudia ha debido indagar en alternativas laborales que le permitan sobrellevar su situación económica. Actualmente ha logrado levantar dos ideas de negocios, que sin embargo, se asocian a un riesgo de contagio del virus: “Tuve que hacer un emprendimiento de huerta a domicilio para ir a dejar fruta y verdura a las casas. Tengo otro emprendimiento de planchados a domicilio con un grupo de amigas, pero es súper complejo. Mi proyección en la AFC me aparece hasta septiembre, pero la verdad es que no tengo idea qué va a pasar de aquí hasta esa fecha. No somos niños, sabemos que esto no terminará pronto y tampoco somos marionetas, uno se proyecta y toma decisiones a corto y largo plazo”.
Las posibilidades de solventar los costos de vivir bajo este contexto resulta más complejas para quienes llevan a su cargo la estabilidad de un hogar. Tal es el caso de Jennifer Cabrera, madre de dos niños, quien recibió su finiquito a fines de febrero, cuando comenzaba a propagarse el coronavirus en el país: “Trabajaba en el sector de cobranzas de Banco Estado. Me habían contratado en septiembre del 2019, estuve seis meses trabajando mucho para llegar a mis metas y así sacar entre $700 a $750 mil. A fines de febrero ya había empezado el tema de la contingencia social, por lo que redujeron personal y ahí me cambió toda la vida”.
Jennifer realizó el trámite del seguro de desempleo las primeras semanas de marzo, por lo que recibió el giro durante abril: “Se demoraron un mes en depositarme la plata y entre el periodo que yo trabajé alcancé a juntar 103 mil pesos que me pagaron en abril, pero fue una pura vez, por lo que no me sirvió para nada”.
La cantidad obtenida desde la AFC es exigua para la cantidad de costos que Jennifer debe asumir para sí misma y su familia. Una realidad que ha logrado sortear con mucha dificultad, realizando trabajos de reemplazo en el hospital del Sotero del Río: “Para mí el Seguro de Cesantía fue una ayuda, pero podría ser mucho más. Ahora mi sueldo se redujo un montón, porque si ganaba 700 mil pesos antes, en el hospital saqué 273 mil. Ahora tengo que tratar de ahorrar, economizar. Actualmente sigo haciendo reemplazo, esperando que se alargue, porque es lo único que tengo. En el rubro de cobranza, que es lo que me gustó y donde tengo posibilidad de ganar más plata no siendo profesional, está malo, porque la gente no quiere pagar. Es lógico, porque le está dando prioridad a las necesidades básicas”, explicó.
Un poco más holgada es la situación que vive Juan Ramos. El ex conductor de locomoción colectiva de la ruta que atraviesa la comuna de Peñaflor hacia Santiago fue desvinculado el 19 de marzo, luego de tres años desempeñando el oficio. Conformó parte del primer grupo de trabajadores que recibieron el 70% de sus remuneraciones desde la AFC a fines de abril: “Mi monto total a pagar era cerca de un millón doscientos, que me tienen que depositar en cinco cuotas. El primer giro fue de $381.819. Entiendo que el siguiente es de $300 mil, luego $250 mil, después $218 mil y el último es de $92 mil pesos”, detalló.
Dada las altas cifras de desempleo que dio a conocer el INE, que superan por un punto porcentual el promedio de los últimos cuatro años, la AFC realizará dos giros adicionales que corresponderán al 30% promedio de los sueldos de los últimos doce meses, con un tope que irá desde un $83.951 como mínimo, hasta $279.838 como máximo. El primer pago adicional se hará efectivo el 1 y 15 de junio, mientras que el segundo giro tiene como fecha el 30 de junio y el 13 de julio.