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Año XVI, 18 de abril de 2024


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El fin justifica a los medios

Columna de opinión por Rodrigo Baño
Miércoles 3 de junio 2020 20:26 hrs.


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Suele atribuirse al bueno de Niccolò la tan vilipendiada frase “El fin justifica los medios”. No sé si es cierto, todavía no la he encontrado en sus textos, quizás no he buscado lo suficiente. Tampoco sé por qué es tan vilipendiada la escueta frase, quizá sea porque no la entiendo. Al pobre de Niccolò se le reprochan injustamente muchas cosas. Al fin y al cabo, fue la iglesia la que lo transformó en “maquiavélico” por una cuestión de vanidades acerca del poder de este mundo y del otro, pero el tipo sólo trataba de explicar la famosa racionalidad instrumental de adecuación de medios a fines que es la máxima orientación de nuestra cultura y civilización. En lo demás, siempre fue tierno y amoroso.

Sea de quién sea la famosa frase, es indudable que ha servido regularmente de respaldo a la dictadura, que proclama que para conseguir un fin superior es necesario aplicar una dominación sin contemplaciones. El fin superior siempre es superior, no cabe duda.

La costumbre de llamar dictadura a cualquier régimen o gobierno que no nos gusta, es un error que seguramente usted no comete. Porque usted sabe que la dictadura es una institución de la República Romana, de hace 2500 años, que consistía en que, cuando se producía un hecho grave que amenazaba a la República y sus ciudadanos, (como la rebelión de una provincia, una insurrección de esclavos, u otra grave calamidad), los Cónsules, con acuerdo del Senado (romano, por supuesto), nombraban a un Dictador con plenos poderes para que se hiciera cargo del asunto.

Con la sagacidad que le caracteriza, usted seguramente ya se ha dado cuenta que los llamados Estados de Excepción de nuestra modernidad y posmodernidad, son los herederos más próximos de una verdadera dictadura. Estado de Asamblea, Estado de Sitio, Estado de Emergencia y Estado de Catástrofe establecen una dominación de plenos poderes a fin de salvar a la República y sus ciudadanos de graves peligros y daños. Un fin superior justifica la dureza de los medios. El fin justifica los medios.

Salvar la salud y la vida de los ciudadanos puede ser juzgado un fin superior que justifica la cuarentena, el confinamiento o el arresto domiciliario de la población. Alguien podría pensar, no yo, que la eliminación de los vehículos motorizados permitiría no sólo mejorar la salud de los habitantes, sino salvar la vida de las mil quinientas personas que mueren anualmente en accidentes de tránsito en el país, además de la salud de los miles que quedan heridos. En el caso del mundo se cuenta en millones.

Pero yo no pienso eso, pienso positivo. Pienso en los beneficios del arresto domiciliario: la tranquilidad de los padres que no necesitan hacer llamadas angustiadas y vergonzosas para saber dónde están sus hijos, el disfrute de la imaginación gastronómica, la recuperación de la unidad familiar, el retorno a la infancia pidiendo permiso para salir a la esquina, el descubrimiento de que el sexo con la pareja oficial también funciona.

El fin justifica los medios. Están justificados hasta las veleidades del poder. Se autoriza sacar a pasear a las mascotas, pero no a los niños. Se salta el principio de igualdad (consagrado constitucionalmente y que no está entre los que se pueden afectar), al ordenar el arresto domiciliario por el delito de vejez, o al permitir que sólo pudientes señores y señoras de más de 65 años puedan ir a su segunda vivienda en la playa.

El fin justifica los medios. No sé si lo dijo Maquiavelo. Lo que sí sé que dijo es que la mitad de los asuntos humanos pueden estar sujetos a nuestra voluntad, mientras que la otra mitad depende de la fortuna. ¡Hemos tenido mala suerte!

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.