El desamparo frente a las políticas de Estado y la discriminación en el acceso a las medidas sanitarias, el desempleo en aumento y los desalojos son solo algunas de las manifestaciones del racismo que la población migrante en nuestro país sufre y enfrenta día a día. Estas luchas tienen hoy como telón de fondo la peor pandemia de los últimos cien años, crisis que ha acrecentado de manera alarmante la pobreza y los discursos racistas, dejando en evidencia un sistema que no garantiza los derechos humanos. Frente a la ausencia del Estado, las redes de solidaridad se han vuelto un recurso más necesario que nunca.
Es en este contexto de urgencia que todos quienes colaboran en la campaña “La humanidad somos todes” están desarrollando un mapeo de redes de solidaridad migrante y promigrante. Esta iniciativa busca conocer y contactar a las distintas redes que se despliegan a nivel nacional y local sin distinciones ni discriminaciones, para promover las instancias de apoyo que ya se están dando en todos los territorios.
El mapeo de redes de solidaridad aborda distintos tipos de redes de apoyo como las de vivienda, abastecimiento, instancias de asesoría y contención psicológica, organizaciones migrantes y promigrantes, asesorías legales y redes contra la violencia hacia las mujeres. También se establece una clasificación según el origen de las redes (organizaciones sociales, instituciones públicas, privadas o juntas de vecino), además de una distinción respecto al territorio en el que opera la red (nacional, regional, comunal, barrial o campamento).
De esta manera, la campaña “La humanidad somos todes” invita a todas las organizaciones o instituciones que quieran formar parte de esta red de solidaridad a inscribirse a través del formulario dispuesto en la página de la campaña. Para ello deben registrar tanto sus datos de contacto e iniciativas de apoyo, y señalar si reciben aportes voluntarios y cómo hacerlo. El equipo de la campaña verificará todos los registros que lleguen a través del formulario de modo de asegurar la veracidad de la información y crear un mapeo que brinde información fidedigna a quienes lo necesiten.
Las experiencias territoriales
Para Marymar Vargas, coordinadora región sur de la Red Nacional de Organizaciones Migrantes y Promigrantes, las redes de solidaridad son vitales. “Este fin de semana, por ejemplo, hicimos una entrega masiva de cajas de mercadería y juguetes para niños. Mientras entregábamos la ayuda, en muchos casos las personas lo agradecían muy sinceramente e incluso con lágrimas. Muchos nos dijeron que nadie más les había traído ayuda, que se habían inscrito en muchísimos formularios, en muchísimas listas, pero nada. Varios me dijeron que estaban esperando una ayuda de la municipalidad desde que empezó todo esto, ayuda que nunca ha llegado. Ahí yo pude palpar la importancia de las redes de solidaridad y entendimos que juntos vamos a salir adelante porque la comunidad somos todes”.
Asimismo, Ana Zuleta, dirigenta de la Comunidad Boliviana, vocera de la Asamblea de Migrantes y Promigrantes (AMPRO) y de Mujeres Migrantes, releva la importante labor de autogestión que han llevado a cabo las propias organizaciones. En particular, destaca las colaboraciones generadas para apoyar a los cientos de personas de distintas nacionalidades que hoy se encuentran varadas en ciudades fronterizas del país y en espera de la repatriación.
Zuleta destacó el apoyo de la Comunidad Boliviana a través de la campaña “Hoy por ti, mañana por mí” creada por emprendedores bolivianos establecidos en Iquique. “Ellos decidieron apoyar con alimentación a dos albergues que se abrieron por parte de la municipalidad con más de 250 compatriotas bolivianos. Esto rompe el mito de que los migrantes quieren o tienen todo gratis en Chile o que se ocupan los recursos de los chilenos, como si el migrante no contribuyera al país”, asegura la dirigenta.
Campañas de Gobierno como las cajas de alimentos, el bono COVID-19 o el Ingreso Familiar de Emergencia son ayudas que en muchos casos no llegan a la población migrante que hoy se encuentra sin ingresos económicos y redes familiares que puedan mitigar los efectos de esta crisis. Esto, debido a que muchos de ellos no cuentan con un carnet de identidad, lo que les impide realizar cualquier tipo de trámite, postular a las ayudas entregadas por el gobierno y las municipalidades, como el plan Alimentos para Chile, o ingresar al sistema de Registro Social de Hogares que permite acceder a los beneficios del gobierno o buscar un trabajo.
Al respecto, Marymar señala que “ha sido bastante difícil para algunos migrantes esta pandemia, pero aún más para aquellos que carecen de RUT, aquellos que se encuentran en una situación migratoria irregular. El Estado no llega porque no se cumplen los requisitos para los bonos, para una caja de mercadería o, simplemente, porque para las municipalidades los migrantes son el último eslabón en esa escala de ayuda. Al no tener RUT, automáticamente quedan excluidos”, concluye la vocera.
Por su parte, Elizabeth Andrade, vocera del Movimiento de Pobladores Vivienda Digna Arenales de Antofagasta, afirma que nos encontramos en una campaña contra el COVID-19, pero también contra el hambre. En esa misma línea, releva la importancia que ha tenido el trabajo de las organizaciones y señala que “la articulación que se dio con los dirigentes y delegados de cada uno de nuestros comités ha sido fantástica. Ellos han podido cuidar a cada uno de los vecinos y vecinas confirmados ayudándolos de forma personal, conteniéndolos emocionalmente e incluso con las compras y con el retiro de basura. Han estado pendientes para que ellos puedan hacer una cuarentena absoluta”.
Al respecto, María Emilia Tijoux, coordinadora académica de la Cátedra de Racismos y Migraciones Contemporáneas de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones, explica que “ante la pandemia del COVID-19, que es una realidad y un desafío para la humanidad entera, es decir para todas y todos, más que nunca es importante poner en práctica este sentimiento y esta acción permanente de solidaridad que consigue que una sociedad se mantenga unida”.
“Si entendemos que el COVID-19 no discrimina y que el peligro no se ve ni tiene clase, género, color, sexo ni condición, llamamos a practicar la solidaridad social hasta volverla sentimiento. Hasta convertirla en la emoción que permite la cercanía social y ayuda a explicar y a entender la necesidad de la distancia física que hoy salva vidas y permite su continuidad”, concluye la académica de la Universidad de Chile.
En la misma línea, Ana Zuleta agrega que “si no hubiera solidaridad, todos estaríamos en las calles, habría más caos y más contagios, no tendríamos ni fe en nosotros mismos. Pero también es importante decir que la solidaridad se agota porque no hay respuestas ni organización concreta de parte de las autoridades. El gobierno debería trabajar permanentemente con las organizaciones para que no se entren en crisis, ya que solo las organizaciones saben la verdadera realidad que se vive porque sus propios líderes y dirigentes viven en esa realidad”.
Para conocer más de la iniciativa y sumarse al mapeo de redes de solidaridad,puede ingresar al sitio web y completar el formulario disponible acá.
La campaña es una iniciativa conjunta de la Cátedra de Racismo y Migraciones de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile, la Red Nacional de Organizaciones Migrantes y Promigrantes, la Universidad Abierta de Recoleta, Radio Universidad de Chile y la Radio JGM.