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Psiquiatra Consuelo Aldunate por efectos de la pandemia: “La angustia e incerteza impactan en la salud mental”

Particularmente en los niños, niñas y adolescentes el confinamiento y la falta de actividades sociales afectan a las conductas. "Nuestros niños pueden sentir muchas cosas que son diferentes y es muy importante que los padres y cuidadores validen tales emociones", dice la experta.

Diario Uchile

  Miércoles 8 de julio 2020 16:08 hrs. 
Dra Aldunate

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La pandemia de COVID-19 ha presentado desafíos a los sistemas de salud que han orientado sus esfuerzos en salvar vidas y evitar la propagación del virus. Sin embargo, la salud mental también se ha visto seriamente resentida no solo en aquellos que enfrentan el contagio, sino en todos quienes han debido reformular su día a día producto de las medidas de confinamiento decretadas en pos de reducir la incidencia.

Consuelo Aldunate, académica del Departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, conversó este miércoles en la primera edición de Radioanálisis y analizó los efectos mentales del confinamiento, particularmente para niños, niñas y adolescentes.

“Una de las dificultades que tenemos con el coronavirus es que las presentaciones son muy variadas y existen pocos factores pronósticos para saber cómo cada uno de nosotros va a evolucionar y en esta tremenda diversidad que hay, genera mucha angustia y mucha incerteza y ese es uno de los factores importantes a la hora de ver el impacto en la salud mental”, manifestó.

Respecto de la diferencia en cómo viven los niños y niñas la situación de aislamiento y cuarentena en relación a los adultos, la doctora Aldunate explicó que, al tratarse de una etapa de anormalidad,  puede provocar síntomas no habituales ni esperables.

“Nuestros NNA pueden experimentar emociones variadas y esas diferencias están explicadas por sus diferentes niveles de desarrollo, pero además pueden variar en distintos momentos y a lo largo de los días. Nuestros niños pueden sentir muchas cosas que son diferentes y es muy importante que los padres y cuidadores validen tales emociones que van desde el miedo por lo que puede pasar, rabia de estar encerrados, impotencia por depender de las decisiones de otros, incertidumbre por los cambios, angustia, aburrimiento, mayor irritablidad, mayos descontrol, frustración, que estén más oposicionistas, es decir, que les cueste más seguir las instrucciones, alteración del sueño, del apetito, que refieran mayor necesidad de estar acompañados por los adultos, incluso que presenten síntomas físicos, como dolor de estómago o de cabeza”.

niña triste

Según explicó la profesional, existen tres factores principales que determinan el impacto del encierro según las distintas etapas de desarrollo de los niños y niñas.

“El primero tiene que ver con las capacidades individuales del niño para afrontar el estrés y los cambios y esa es una característica de cada niño. El segundo factor depende del contexto familiar, porque cada familia es diferente y vive realidades únicas, de hecho el impacto de la crisis sanitaria será distinto dependiendo de lo que viva cada grupo familiar, ya sea por si han tenido familiares afectados por el COVID-19, otros cuya mayor preocupación está por el lado económico, laboral o dificultades de transporte. Además hay familias que participan de la respuesta de emergencia, como bomberos, carabineros, trabajadores de la Salud y ellos tendrán otro tipo de problemas. A eso sumemos el agravante de que, producto de las medidas de restricción de la circulación, posiblemente el cuidado de los niños esté siendo más difícil de gestionar porque antes habían salas cunas, jardines infantiles, colegios, abuelos, alguien que nos pudiera ayudar y actualmente esos recursos no están disponibles, entonces en muchos casos los papás están compartiendo sus propios trabajos con las labores del hogar y el cuidado de los niños. Y el tercer factor tiene que ver con la información que nosotros entregamos del coronavirus y la manera en que lo hacemos”.

Consultada sobre cómo esto se amplifica al considerar los factores económicos y habitacionales de cada familia, la psiquiatra afirmó que una de las mayores preocupaciones en salud mental tiene que ver con que hay organismos internacionales que han reportado un mayor nivel de violencia al interior de los hogares a propósito de la crisis sanitaria, que por supuesto afecta también a los NNA. “Al haber un aumento de las manifestaciones conductuales de los niños, ello repercute  en que hay mayor probabilidad de que sus cuidadores recurran a tácticas violentas, sea física o psicológica o conductas de negligencia, es decir, que dejen de ser cuidados para ejercer la autoridad del adulto”.

“Muchas veces los padres que ejercen violencia lo hacen porque no conocen otros recursos para normar sus conductas. Hay quienes ocupan estas estrategias replicando las pautas bajo las que ellos mismos crecieron, así es que el contexto social tiene una gran influencia en estas prácticas porque pueden validar creencias erróneas respecto a la disciplina amplificándolas y perpetuándolas en el tiempo. Los papás deben entender que al responder a los niños con rechazo o castigo, emociones como la rabia y el miedo pueden hacerse más intensas y dañar a nuestros niños, y en otros casos, los niños se vuelven más retraídos o ansiosos. Por otra parte, las dinámicas relacionales que deterioran el vínculo entre los niños y sus cuidadores generan ambivalencias que desorganizan al niño,  ya que es incapaz de anticipar como reaccionará su papá o mamá, porque en muchas oportunidades, luego del castigo, los padres se muestran arrepentidos y pueden desplegar conductas que son reparatorias y emanan de la culpa del adulto”, explicó la doctora.

“Las formas de crianza basada en los buenos tratos y el favorecimiento de vínculos seguros y cercanos, promover el desarrollo de la confianza y contribuir a la regulación emocional de nuestros niños se asocia con una reducción de las conductas desagradables y son centrales en reducir el impacto de la crisis en nuestros niños por la capacidad de contención de los cuidadores y la percepción del apoyo familiar”, agregó.

En cuanto a cómo poder suplir la falta de contacto social y de actividad física, la doctora Aldunate señaló que la principal clave es reorganizar la rutina dentro de lo que tenemos a mano, e hizo especial énfasis en la mantención de rutinas como los horarios de levantarse, de acostarse y de alimentarse, porque la desregulación del apetito y el sueños repercuten en la salud mental.

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“Como papás podemos ser creativos y dentro de los espacios restringidos darles la oportunidad de que disfruten  con actividades que no reemplazan las anteriores, pero cumplen el objetivo protector de la salud mental, por ejemplo, las actividades manuales, de lectura de cuentos, que compartan roles en la casa; o en cuanto  actividades físicas podemos usar el yoga que es útil para la regulación emocional de los niños. Alternativas hay, la dificultad es que no pertenecen a la configuración a la que estamos acostumbrados”.

Finalmente y en materia del anuncio del Gobierno sobre el acompañamiento a niños contagiados con covid y que se encuentren internados en hospitales, la especialista en salud mental expresó que la pandemia presenta particularidades sanitarias que tienen importante impacto en la salud mental.

Creo que las directrices de la autoridad sanitaria respecto de los niños van en la línea correcta, pero por supuesto que se requieren más esfuerzos. Cuando pensamos en enfermedades de salud mental tienen asociadas un alto estigma, entonces no las tratamos como sociedad al mismo nivel que las otras enfermedades y las necesidades en salud mental en nuestro país son muy altas. El último estudio en población infanto juvenil estableció que uno de cada 4 niños presentaba un trastorno de salud mental que le produce un impedimento importante y eso no siempre se ha reflejado en las estrategias gubernamentales, por ello es que se requiren más iniciativas en la materia”, concluyó.

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