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Liniers: “Me encanta el humor cuadrado y bien hecho, pero también me gusta la sorpresa”

Desde su confinamiento en Estados Unidos, el destacado ilustrador argentino conversó con el programa Cuestión de Gustos para develar el trasfondo de una carrera que lo llevó a ganar el “Óscar de la historieta” y diseñar, en distintas oportunidades, la portada del semanario The New Yorker.

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  Jueves 30 de julio 2020 18:57 hrs. 
Liniers

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Hace tres años el ilustrador argentino Ricardo Siri, Liniers, vive en Vermont, Estados Unidos. Desde allí ha debido enfrentar un confinamiento que, según dice, no ha sido molesto, ya que ha podido dedicarle tiempo a la lectura, al dibujo, a las conversaciones vía streaming y a un podcast que cada viernes realiza junto al diseñador gráfico y artista plástico chileno Alberto Montt.

“Uno tiene que compararse con el resto del planeta. En ese sentido, tuve mucha suerte, porque me agarró esta cuarentena en un lugar en medio de un bosque. Yo vivo en Estados Unidos en una zona muy despoblada, entonces, no tuve la versión encerrado en un departamento de Buenos Aires, que es la que tienen mis padres y mis hermanos. No me puedo quejar”, dijo el ilustrador en conversación con la periodista Antonella Estévez en el programa Cuestión de Gustos, de Radio Universidad de Chile. 

“Por otro lado, mi personalidad también me ayuda, porque siempre estuve metido en un cuarto. Hace muchos años que vengo haciendo esto de encerrarme, dibujar y pensar. Si hubiese sido un deportista, un aventurero, seguramente, la estaría pasando mal”, comentó el ilustrador cuya obra ha sido reconocida con el premio Eisner, el llamado “Óscar de la historieta”. 

Liniers (47) comenzó su carrera incursionando en los fanzines: sus primeros trabajos aparecieron en revistas como Rolling Stone, Virginia Quarterly Review y La Mano, entre otras. Luego, su tira Macanudo llegó a Brasil, Canadá, Italia y Francia. Esta labor lo condujo, posteriormente, a diseñar algunas de las portadas del semanario The New Yorker. 

Pero eso no es todo, también se ha subido al escenario para ilustrar las presentaciones de Kevin Johansen. Junto al artista Alberto Montt también ha protagonizado un espectáculo de stand up: Los Ilustres. 

liniers

Estudiaste derecho, comunicación y publicidad ¿Cómo llegaste a ser artista plástico?

Llegué gracias a esos errores. Yo defiendo mis errores y la falta de conocimiento de mí mismo. Es raro el sistema que te dice a los 18 años: “Elige ahora lo que vas a ser el resto de tu vida”. No sé exactamente las mujeres, porque no me tocó ser mujer, pero los hombres a los 18 años pasamos por el momento más estúpido de nuestra vida. El nivel de idiotez está muy alto. No estamos usando del todo nuestro cerebro y elegí derecho, pero no me gustó la carrera. Luego elegí ciencias de la comunicación, porque era más abarcativo: había filosofía, historia de la cultura, psicología. Después elegí publicidad, porque sentí que era más creativo y se dividía en publicidad y periodismo. Me gustaba la cosa creativa, el cine, pero luego no me gustó la publicidad. Entonces, viendo que había cometido esos errores, me acordé que me gustaban las historietas y que siempre me gustó dibujar. Ahí fue el momento en donde vi la luz y dije: “Chao publicidad y chao el futuro financiero lógico”. No parecía que iba a ser una decisión muy onerosa, pero con el tiempo, increíblemente, funcionó. Tuve esa suerte. 

También hubo harto riesgo en esa decisión por el tipo de historieta que dibujaste, porque una de las cosas que decían era que no se entendían … 

Se sigue diciendo. 

¿Por qué querer meterse en una lógica de historietas que tienen otro tipo de humor y estética?

Hay mucho escrito sobre el absurdo y del dadaísmo, pero nunca entendí porqué en un espacio expresivo, como la historieta de un diario, tenía que haber una sola versión de la expresión que es el chiste con el “Plop!”, que nos regaló Chile. Me encanta el humor cuadrado y bien hecho, pero también me gusta la sorpresa y el absurdo. Entonces, cuando empecé a publicar Bonjour y Macanudo, dije: “Voy a tratar de pensar con esa libertad. No tan obligado a que el último cuadrado redondee la idea”. Prefiero que la idea interesante quede flotando y que la gente la cierre en su casa. Hay muchos artistas que le creen a su lector y le confían el trabajo de cerrar su obra. Yo les tengo esa confianza.

Me parece que la dulzura y la ternura hoy también son un lugar que resulta mal visto y cuando empecé a leer Macanudo esa fue una de las cosas que me sedujo. Eso también es un ejercicio de valentía… 

Fue mi manera de reaccionar a los ‘90. Cuando empecé a publicar Bonjour y luego a principio de los 2000, Macanudo, en Argentina el humor era muy cínico. Había un humor muy desagradable en televisión, el humor de cámara escondida, burlándose de la gente y está bien. Es un tipo de humor, pero a mí nunca me gustó mucho. Recuerdo pensarlo racionalmente en la época de Bonjour y de decir: “Voy a hacer mi humor con la guardia baja”. 

Es muy del mandato masculino de andar con la “guardia arriba” …

De hecho Enriqueta es una niña, que es como mi costado femenino. Nunca tuve ningún problema en acceder a ello. Si veo una película y aparece Emma Thompson yo sé que voy a llorar…

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Este encuentro con las audiencias, el hacer el stand up con Montt y el hacer los conciertos con Johansen, genera algo muy raro en un caricaturista o en un artista visual que es un contacto súper directo con quienes te leen. ¿En qué sentido eso es significativo para ti? ¿Por qué lo haces? 

Somos una generación muy diferente a la generación de arriba mío. A la de Fontanarrosa o a la de Maitena, aunque su explosión fue en los ‘90. Todos los leímos, pero eran gente inaccesible. Nunca le conocí bien la cara a Pepo. Como que el dibujante de historieta era un misterio pero, a partir de los blocks, Internet y Twitter. todo el mundo se acercó. Para mi fue positivo y empecé a disfrutarlo, primero haciendo charlas en ferias del libro o presentando libros y viendo a la gente de cerca. Cuando empecé a hacer los shows con Kevin era medio raro. A veces él tocaba una canción de A-ha y yo bailaba y hacia todos mis movimientos medios ochentosos y muchas veces pensaba: “Esto Quino no lo hace”. ¿No debería respetar un poco más mi postura de dibujante de historieta? Después me di cuenta que no empecé a dibujar para ser Quino o para ser Maiteno. Empecé a dibujar para hacer algo que me gustara. Ellos son mis héroes, pero si disfruto bailar A-ha con Kevin, por qué voy a dejar de hacerlo. Me entregué a lo que me sale.  

¿Qué te pasa con ese nivel de conexión con la audiencia? 

Es muy lindo, porque cuando era adolescente era muy tímido, porque no conseguía conectar inmediatamente con la persona que tenía en frente. Si había una chica que me gustaba como que no podía hacer el salto para que me conociera. Cuando empecé a publicar dibujos, ese embudo empecé a usarlo como puentes hacia la gente. Entonces, cuando llegaba la gente yo sentía que ya me conocían un poco.  Y que en algún momento me empezó a pasar en otros países, que era más increíble todavía, porque una cosa era que me conocieran por el barrio, pero cuando empiezas a ir a Chile a Venezuela a Colombia, México y la gente con te habla con otros acentos es muy lindo. 

Pienso en todos los ejercicios que has hecho con Monoblock. Creo que también hay algo ahí de creer que nosotros como público lector queramos tener Liniers en nuestros hogares y sentirnos acompañados por estas reflexiones que nos regalas a través de las historietas…

La verdad es que los amigos de Monoblock son como muy fanáticos y de estar espiando lo que voy publicando y levantando lo que mejor funciona en estos materiales. Siempre era reticente en merchandalizar todo y hagamos un muñequito de plástico para todo el mundo, pero cuando vi cómo trabajaban, que tenía que ver más con la calidad de lo que hacían… No me sonó a que me hayan ofrecido hacer un producto o algo que yo les haya dicho que no. Siempre van por un camino en el que estamos en sintonía. 

monoblock

Tiene que ver también con esta idea de la compañía. Yo uso esta Bitácora de Felicidad. Para quienes no lo conocen es un libro que tiene en cada página una historieta de Fellini y Enriqueta que invita a ponerse en el modo de estar en el presente, detenerse, respirar, disfrutar la vida… 

Todos tenemos esos momentos terribles de nuestra vida, que se muere alguien que quieres, que dices “mi vida se acaba de destruir”. Entonces, te acuerdas del día anterior y dices por qué ayer no estaba más contento, si estaba todo bien. Mi filosofía de vida es que mientras las cosas estén bien hay que darse cuenta, hay que ser consciente del estoy bien, porque después vamos a necesitar esa energía para cuando venga la ola y estemos abajo del agua un ratito. Y entender que la felicidad no es un lugar al que llegas y te quedas. Hay una trampa muy siniestra que ponen las publicidades que si consigues tal cosa, vas a ser feliz, como si llegaras a la felicidad y te pudieras quedar ahí para siempre, porque tienes un desodorante muy bueno. La felicidad es una cosa que cada tanto consigues y tocas, pero después bajas un rato. Tienes que entender que no es una constante y que es muy peligroso creer que vas a llegar a una constante, porque eso es lo que al final te va a generar frustración y enojo y odiar el mundo. 

Hace poco entraste a esta plataforma Patreon. Desde el lado del usuario, es súper entretenida la experiencia de estar más cerca de aquel artista. ¿Por qué te pareció importante estar ahí?

Alberto fue la que me señaló la dirección. Por acá es una manera en que le puedes dar algo extra al que realmente quiere algo extra. Yo voy a seguir poniendo mis dibujitos en Instagram, en Facebook. Hace 20 años que voy poniendo mi material online, gratis, por eso no tengo culpa, pero Patreon es una manera en la que ganan los dos lados. Me parece que es otra manera de conectar. 

Me gusta la idea de comunidad también. Especialmente, en estos momentos tan exigentes es lindo sentirse parte de una comunidad…

Es como un espacio el tras bambalinas. Aquí estamos contándonos secretos. Por ejemplo, el nombre de mi próximo libro lo conté en Patreon. Los que no estén se enteraran dentro de unos meses. Soy muy ansioso, entonces, yo feliz. 

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