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Karl Marx: Estado, sociedad civil, emancipación política y emancipación humana

Columna de opinión por Fernando Curiqueo
Sábado 8 de agosto 2020 15:20 hrs.


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En una parte de la entrevista que se le  hiciera hace algunos días atrás al diputado Pepe Auth (Un cambio de gabinete es completamente insustancial), expresa lo siguiente: “Hace un mes la propuesta de retiro era ultraminoritaria en la oposición y todos consideraban, la gran mayoría consideraba, que era la última, ultimísima ratio; de hecho, no estuvo en la conversación del acuerdo ni mucho menos y, sin embargo, antes que se transforme en una bola de nieve imparable, practica el negacionismo, cierra los ojos, se pone la máscara, en lugar de en la boca, en los ojos y sólo cuando ya está ahogándose a horas de votarse, el gobierno saca del sombrero una propuesta para la clase media. Entonces tú dices, ¿quién está gobernando? Yo creo que buena parte de la responsabilidad, yo la fijo en el Ejecutivo, en la debilidad del Ejecutivo y en la debilidad de la centroizquierda., que está muy acomplejada de su historia, tiene sus convicciones debilitadas, se deja arrastrar por posiciones de otros o intentando reconectar con el sentimiento de la gente”.
A propósito de esta larga cita textual, deseo traer a colación algunos pasajes de tres trabajos de Karl Marx. Se trata de Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política (1859)Sobre la cuestión judía (1844) e Introducción para crítica de la filosofía del derecho de Hegel (1844), pues me parecen atingentes. Además, echaré mano a otros textos. A medida que desarrolle mi exposición se irá entendiendo, espero, cuál es la relación entre sus contenidos y la situación descrita por el diputado Auth.
Marx relata en su Prólogo, al que califica de “esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el campo de la economía política”, que al llevar a cabo una revisión crítica de la filosofía del derecho de Hegel, llega a la conclusión “de que tanto las condiciones jurídicas como las formas políticas no podían comprenderse por sí mismas ni a partir de lo que ha dado en llamarse el desarrollo general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida, cuya totalidad agrupa Hegel, según el procedimiento de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, pero que era menester buscar la anatomía de la sociedad civil en la economía política”.
El artículo La cuestión judía, (en Marx desde cero) entrega una explicación más detallada del contexto histórico de la época: “Si /Marx/ en la Gaceta Renana pensaba que cambiando el Estado se cambiaba la sociedad civil (posición idealista, en cuanto el movimiento pasaba por la Idea, por su objetivación jurídica en el Estado y su realización práctica en la sociedad civil), cada vez será más pesimista y tenderá a pensar que los cambios en el Estado no conllevan la transformación civil (ideal irrealizable) y, además, siempre son limitados en cuanto el Estado (racional) es un ideal imposible. Es decir, comprenderá que en rigor no son posibles los cambios profundos reales en el Estado sin cambiar la sociedad civil, ya que ésta marca los límites de los cambios posibles en el Estado”.
Instalado Marx en el estudio de la economía política para encontrar la anatomía de la sociedad civil, el resultado al que llega y que le servirá de hilo conductor a sus estudios posteriores, nos lo describe así en su Contribución: “En la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual”. Tal es la importancia que le asigna a este resultado que lo califica como hilo conductor de sus futuros estudios. Entre estructura económica y superestructura se produce una permanente interacción, aunque, como expresa Friedrich Engels en una carta a Joseph Bloch, de septiembre de 1890, “acaba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento económico”.

Emancipación política y emancipación humana

Uno de los escritos en que Marx aborda intensamente el tema de la emancipación política y la emancipación humana es en Sobre la cuestión judía, en el que polemiza con Bruno Bauer, un hegeliano de izquierda, que antes había escrito un texto titulado La cuestión judía.
La Revolución de 1789 en Francia significó un cambio en la relación entre el hombre y el Estado, éste “como entidad política, pasó a ser cosa que incumbe a todos y en la que todos han de participar activamente; por lo tanto fueron eliminados los estamentos, las corporaciones, los gremios, los privilegios, que se interponían entre el hombre del pueblo o el pueblo mismo y su ser comunitario total”, escribe Mario Sambarino en Emancipación política y emancipación humana en el joven Marx. Es el advenimiento de la emancipación política en que el hombre deviene en ciudadano.
En Marx de los primeros escritos, “la emancipación se concreta en la instauración del ciudadano. El hombre emancipado es el ciudadano, y éste es una figura indisociable del Estado; si se quiere, la expresión subjetiva de su perfección”, (El problema judío, en Marx desde cero))
Este enfoque, sin embargo, entrará en crisis. Marx asume que la emancipación política no es ni de lejos la emancipación humana, aun cuando reconoce “que la emancipación política representa un gran progreso, y aunque no sea la forma última de la emancipación humana en general, sí es la forma última de la emancipación humana dentro del orden del mundo actual”. (Sobre la cuestión judía, p. 24-25).

Esto lo ejemplifica refiriéndose al caso concreto del retraso en el desarrollo de la situación política en Alemania, Marx escribirá en su Introducción para la crítica de la filosofía del derecho de Hegel: “El sueño utópico para Alemania, no es la revolución radical, no es la emancipación humana general sino, por el contrario, la revolución parcial, la revolución meramente política, la revolución que deja en pie los pilares del edificio. ¿Sobre qué descansa una revolución parcial, una revolución meramente política? Sobre el hecho que se emancipe una parte de la sociedad burguesa e instaure su dominio general de la sociedad partiendo de su especial situación. Esta clase emancipa toda la sociedad, pero sólo con la presuposición de que la sociedad total se encuentre en la situación de aquella clase que, por lo tanto, posea, por ejemplo, dinero e instrucción o pueda adquirirlo queriendo” (p. 14).

La emancipación política tampoco es la emancipación humana, porque, “allí donde el Estado político ha alcanzado su verdadero desarrollo, lleva el hombre, no sólo en el pensamiento, en la conciencia, sino en la realidad, en la vida, una doble vida, … la vida en la comunidad política, en la que se considera como un ser colectivo, y la vida en la sociedad civil, en la que actúa como particular; considera a los otros hombres como medios, se degrada a sí mismo como medio y se convierte en juguete de extraños poderes.” (Sobre la cuestión judía, p. 23)
Un ejemplo para graficar esta afirmación. Se dice que cualquier ciudadano -independientemente de su situación económica, social, religiosa, etc.-  participa en la comunidad política en igualdad de condiciones, a través del voto, con respecto a los otros ciudadanos. Así, lo hace, por ejemplo, la ciudadana-enfermera, tal cual lo hace el ciudadano-dueñodebancodueñodeminasdueñodecanalesdeTVdueñoderadioemisorasdueñodesacarsudineroaparaísosfiscalesdueñodefinanciarpartidospolíticos. Cámbiese el ejemplo de la enfermera por el ciudadano-profesor, el ciudadano-obrero, el ciudadano-pensionado, etc. Luego de hacer uso de su derecho a voto como ciudadanos, la ciudadana-enfermera y el ciudadano-dueñodecasitodo volverán a la cotidianidad de la sociedad civil: la ciudadana-enfermera, transformada en mujer-enfermera, a enfrentarse de nuevo con las vicisitudes de su existencia y el ciudadano-dueñodecasitodo, transformado en hombre-dueñodecasitodo, a seguir incrementando su patrimonio. Sin olvidar un hecho no menor: si antes la compra de votos se hacía el día de la elección, ahora el hombre-dueñodecasitodo, de nuestro ejemplo, puede hacerlo, instalado en la sociedad civil, los trescientos sesenta y cinco días del año, promoviendo sus valores e intereses económicos, a través de sus medios de información y de todo el poder económico que acumula. Este es el sentido de la doble vida, a que se refiere Marx. El  mismo hombre actuando en la comunidad política y en la sociedad civil.
El desempeño del presidente Piñera, de su gobierno, de los partidos de gobierno y de la centroizquierda, es analizado por el diputado Auth a partir de factores más psicológicos que políticos. Esto es lo que lo lleva a decir que la centroizquierda intenta reconectar con el “sentimiento” de la gente. Acudo al diccionario: sentimiento es “estado de ánimo o disposición emocional hacia una cosa, un hecho o una persona”. Un sentimiento mientras lo sea es pasividad. La frase del diputado muestra el paternalismo con que ve la relación entre la centroizquierda (sujeto activo) y la gente (sujeto pasivo). Y lo que el pueblo ha demostrado desde finales del año pasado es una actitud totalmente distinta. Los cambios profundos o simplemente cosméticos en las condiciones jurídicas y en las formas políticas, en Chile, van a depender de cuán amplias sean las movilizaciones, a nivel de la sociedad civil. Esto es lo que el diputado Auth no reconoce, aunque seguramente está consciente de ello.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.