Lukashenko enfrenta su mayor desafío en 26 años al frente de la ex república soviética. El sábado afirmó que había conseguido el apoyo del presidente ruso, Vladimir Putin, quien prometió su ayuda para “garantizar la seguridad en Bielorrusia”.
Pero el Kremlin aseguró que los líderes solo habían acordado en una conversación telefónica que los “problemas” en Bielorrusia “se resolverían pronto”, sin mencionar un apoyo específico a Lukashenko.
Lukashenko, de 65 años, se encuentra bajo una creciente presión de la calle y el extranjero, después de afirmar que fue reelegido el domingo con oficialmente el 80% de los votos.
Cientos de miles de personas manifestaron para denunciar el resultado y apoyar a la principal candidata opositora, Svetlana Tijanóvskaya, de 37 años y nueva en política que se presentó después de que otros candidatos, incluido su marido, fueran arrestados.
Las protestas fueron violentamente reprimidas, con más de 6 mil 700 personas detenidas, cientos de heridos y dos muertos.
Desde Lituania, adonde huyó el martes, Tijanóvskaya llamó a una semana de manifestaciones pacíficas, incluida la marcha del domingo en Minsk justo una semana después de las elecciones.
La oposición ha convocado una de las mayores manifestaciones hasta la fecha en desafío a Lukashenko, quien calificó a los manifestantes de “ovejas” y criminales controlados por el extranjero.
Paralelamente, se convocó una manifestación a favor de Lukashenko al mediodía en la Plaza de la Independencia en el centro de Minsk, donde se reunieron varios cientos de personas con banderas del país y al grito de “Por Bielorrusia”.
Según los medios locales, los trabajadores estaban llamados a acudir a la manifesaciones o sino podrían perder sus empleos, y los partidarios llegaban en autobuses desde fuera de la ciudad. Un periodista de la AFP contó 20 autocares procedentes de la región de Brest.
El viernes, cientos de trabajadores de las fábricas estatales hicieron huelga en protesta por la reelección de Lukashenko, una primera señal de que el presidente empieza a perder la base de su apoyo tradicional.
Miles de partidarios de la oposición protestaron en Minsk el sábado. Muchos se reunieron cerca de donde murió un manifestante de 34 años durante los disturbios el lunes.
Muchos sostenían fotografías de manifestantes golpeados durante la represión policial, mientras un hombre en ropa interior enseñaba los moratones que tenía en los muslos, nalgas y espalda.
Amnistía Internacional acusó a las autoridades de llevar a cabo una “campaña de tortura generalizada” contra la oposición.
Los gobierno europeos condenaron las elecciones y la represión policial. Los ministros de la UE acordaron el viernes nuevas sanciones a Bielorrusia.
Los líderes de los tres Estados bálticos exsoviéticos –Estonia, Lituania y Letonia– llamaron el sábado a nuevas elecciones.
El diario de oposición Nasha Niva publicó un video del embajador bielorruso en Eslovaquia, Igor Leshchenya, en el que asegura estar “conmocionado por las historias de tortura” y expresa su solidaridad con los manifestantes.
Tijanóvskaya anunció la creación de un Consejo de Coordinación para garantizar el traspaso de poder, y pidió ayuda a los gobiernos extranjeros “para organizar un diálogo con las autoridades bielorrusas”.
Igualmente pidió a las autoridades que liberen a todos los detenidos, retiren las fuerzas de seguridad de las calles y abran causas penales contra quienes ordenaron la represión.
La opositora dijo que organizará nuevas elecciones si Lukashenko abandona el poder.
El presidente bielorruso rechazó el sábado cualquier mediación extranjera en la crisis y afirmó que no dejaría el poder: “No abandonaremos el país en manos de nadie”, declaró. “No necesitamos gobiernos extranjeros ni ningún intermediario”.