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Director del Bellas Artes: “El Museo tiene que estar no sólo en el Parque Forestal, sino que también en el barrio”

Este jueves el Museo Nacional de Bellas Artes reabiró sus puertas luego de siete meses de confinamiento. La abertura se dio de acuerdo a un protocolo que considera diferentes medidas de seguridad, entre ellas, la programación de visitas, la toma de temperatura de los trabajadores y asistentes y la sanitización de los espacios.

Abril Becerra

  Jueves 8 de octubre 2020 19:10 hrs. 
perez oyarzún

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A mediados de marzo, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) cerró sus puertas para iniciar un largo periodo de confinamiento marcado por la digitalización de sus actividades y por una doble celebración, vale decir, los 140 años del Museo y los 110 del Palacio de Bellas Artes. 

La suspensión de las actividades vino a frenar la programación que se había planificado para este año y que consideraba una muestra dedicada a la Escuela de Bauhaus así como una exhibición de Voluspa Jarpa. 

Sin embargo, este jueves y luego de que la comuna de Santiago ingresara a la Fase 3 del Plan Paso a Paso del Ministerio de Salud, el espacio cultural retomó sus actividades de acuerdo a un protocolo elaborado especialmente para el lugar

En él se incorporaron diferentes medidas de seguridad destinadas a resguardar tanto a visitantes como trabajadores, entre ellas, el uso obligatorio de mascarilla, la toma de temperatura, la programación de visitas y la sanitización del edificio luego de cada recorrido que se realizará los días martes y jueves a las 10:00, 12:00 y 14:00 horas con una extensión de una hora y una cantidad máxima de 25 personas. 

Museo Nacional de Bellas Artes en su primer día de reapertura.

“El protocolo no se aparta demasiado de lo que son las reglas generales de protección de funcionarios y de públicos en la pandemia”, explicó Fernando Pérez Oyarzún, director del Museo Nacional de Bellas Artes.

“Tiene que ver con las medidas que están en todos los lugares públicos, con la disponibilidad de recorridos adecuados con los distanciamientos, con la recomendación del uso de mascarilla, lavado de manos, disponibilidad de alcohol gel, protección para nuestros funcionarios. Tenemos que ir aprendiendo cómo hacer esto en condiciones nuevas, por eso hemos empezado muy poco a poco en esta reapertura”, explicó el arquitecto. 

Dentro de este proceso de adaptación que tuvo que enfrentar el Museo en el marco de la crisis sanitaria, ¿qué  fue lo más difícil? 

Lo más difícil fue ver el Museo vacío. El público es lo que le da el sentido a los museos. Todos los directores de museos me han dicho que fue muy dura esa experiencia. Evidentemente, también hubo una cantidad importante de personal en grupos de riesgo, lo que dificultó operaciones de montaje y renovación, porque el Museo cerró en un momento en que sus exposiciones llegaban a su fin y necesitábamos haberlas ido renovando poco a poco. En eso el Museo simplemente compartió lo que el resto de la sociedad experimentó. Fue una situación muy difícil.  

Para ustedes, ¿cómo fue el trasladar sus actividades presenciales al ámbito digital?

En eso uno podría decir que hemos estado contentos, porque fue una manera de aligerar el efecto terrible del cierre.  Nosotros ya teníamos una buena conexión en redes sociales y en algunas plataformas que posee el Museo. Entonces, tuvimos como un trampolín de partidas. Sobre eso se agudizó al máximo toda la creatividad del equipo para dirigirse a distintos públicos. También seguimos muy de cerca lo que otros museos hacían. Procuramos adaptarnos y luego hicimos instancias bien innovadoras. En eso estamos contentos de lo logrado y esperamos que algo de eso se mantenga en el futuro, de manera que haya una relación positiva, virtuosa y no viciosa entre lo presencial y lo virtual.

En este contexto, ¿qué pasa con las celebraciones de los 140 años del Museo y los 110 del Palacio de Bellas Artes? 

Afortunadamente, habíamos pensado que esta celebración no sería como un día de cumpleaños, sino que a partir de septiembre habíamos pensado en un conjunto de actividades de celebración, pero que son también de reflexión sobre el pasado y también sobre el futuro del Museo. Entonces, hasta ahora, las actividades que estaban contempladas para una primera fase, las hemos tenido que hacer en línea y lo vamos a seguir haciendo, en la medida en que no podamos realizar encuentros públicos dentro del Museo. Este año es como el año uno de una preparación para los 150 años del Museo.

¿Cuáles son las reflexiones que surgen frente a este nuevo periodo que va a tener que enfrentar el Museo?

El museo nunca ha estado ajeno al acontecer social, al clima social, a la temperatura social. En parte, porque el arte es así, resuena con ese tipo de cosas. Si usted examina la programación de 2019 va a encontrar una aserie de exposiciones y de actividades que pareciera que están pensadas ad hoc, pero están pensadas antes y  tienen estrecha conexión con muchos de los fenómenos que están ocurriendo. Ahora, hacia adelante, diría que tenemos que acentuar, algo que el Museo ya venía haciendo, la máxima conexión posible con las comunidades y con los territorios. El Museo es un museo nacional y tiene que procurar, dentro de todas sus limitaciones, estar presente no sólo en el Parque Forestal, sino que también en el barrio, en la ciudad completa y ojalá en el territorio completo.

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¿De qué se trata la reapertura? 

Vamos a estar abiertos a tres turnos diarios de un aforo máximo de 25 personas, dos días a la semana. De manera que podamos tener bastante control sobre la gente que está adentro y vamos a estar ofreciendo un hall con una museografía renovada que se ha preparado, especialmente, para la ocasión y una exposición internacional sobre pantallas de televisores en el segundo piso. Así que tenemos algo más tradicional y algo de vanguardia que hemos ido haciendo poco a poco. Trataremos de ir abriendo más vías  más personas, en la medida en que también las medidas generales lo permitan y vamos a ir completando los montajes de nuevas exposiciones, porque en estos meses la oferta del Museo se va a renovar en un 100 por ciento. 

¿Cómo se ha ido trabajando en la programación del próximo año? 

La programación para el próximo año es en un aparte la programación que teníamos para este. O sea, hemos empujado. Hay un par de exposiciones más, una que se llama Muerte y otras Miserias, que se refiere a a todo el tema de la muerte que se vincula muchísimo con la situación que nos está rodeando y otra exposición importante de la colección que se llama Luchas por el Arte, que tiene que ver con polémicas y tendencias que se produjeron básicamente a fines del siglo XIX en Chile. 

¿Cuál cree que es  la gran enseñanza que deja este contexto a los museos nacionales? 

La principal enseñanza es que tenemos que fortalecer nuestros equipos, tenemos que fortalecer nuestros recursos, nuestra infraestructura. Los museos nacionales tenemos importantes posibilidades de crecer, afirmarnos, de prestar mejor ese servicio que tenemos que prestar a la altura del siglo XXI y para eso tenemos que reforzarnos. Realmente nuestros recursos son muy ajustados, entonces, cualquier dificultad nos pone en graves aprietos. No tenemos margen. Para eso es importante seguir insistiendo en que la cultura no es como un anexo o un adorno que se pone al final y a continuación otras necesidades, sino que está y debe estar al centro de nuestro proceso de desarrollo y de crecimiento.

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