Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 19 de abril de 2024


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Mientras su cuerpo yacía en el río Mapocho y su sangre teñía las aguas, Carabineros seguía reprimiendo ¿hasta cuándo tanta inhumanidad?

Iván Ojeda Pereira

  Viernes 9 de octubre 2020 12:20 hrs. 
El viernes 2 de octubre, mientras se realizaban manifestaciones en el sector de Plaza Baquedano, un joven de 16 años fue empujado por un funcionario de Carabineros desde el puente Pío IX hacia el lecho del río Mapocho. Foto: Archivo.

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Viernes 2 de Octubre por la tarde, un joven menor de edad es lanzado del puente Mapocho luego de la carga policial, posterior al hecho mientras toda la gente comienza a rogarle a la policía que se detenga y que presente asistencia médica, esta no solo hace odios sordos, sino que elige deliberadamente continuar con la represión. Lo dejaron botado en el río, no hicieron ningún esfuerzo ni mínimo movimiento por prestarle ayuda, por el contrario, siguieron con los gases, con el guanaco y con esos trajes que ya los hacen parecer robots. Ante aquella situación, es la propia gente la que tuvo que intentar realizar los primeros auxilios al cuerpo sin conciencia del menor, que ya había teñido las aguas del Mapocho con rojo ¿Para eso eran los escudos de 1.80 de “contención”, para empujar a menores de edad al río?  ¿hasta cuándo se puede catalogar aquello como “trabajo”? ¿este es el trabajo de un carabinero golpear gente? ¿hasta cuándo tenemos que aceptar que la policía degrade los principios más mínimos de vida democrática en sociedad? ¿cuándo pagan con cárcel efectiva los autores materiales e intelectuales?

Hoy, luego de unos días de ocurrido el hecho escribo esta pequeña columna con la finalidad de reflexionar sobre la deshumanización de Carabineros de Chile respecto a los manifestantes ¿se les olvida que somos personas?

El gobierno de Sebastián Piñera hace tiempo -desde el 18 de Octubre- se constituyó como un gobierno presidencial de carácter autoritario. Esto debido a que la población no tiene posibilidad de mostrar su insatisfacción mediante el derecho legítimo la protesta, sin ser reprimida. Cualquier persona que manifieste su rechazo a alguna medida del gobierno, se transforma en el enemigo de esta guerra ficticia, una guerra que solo existen en la mente de nuestro presidente.  Los nuevos protocolos de las policías y las nuevas adquisiciones, solo se han traducido en un nuevo estado burocrático tecnológico autoritario, que valida y limpia acciones inhumanas mediante el “papeleo”.

Desde que ocurrió el hecho, la ciudadanía conocía de memoria la puesta en escena que se avecinaba. Carabineros iba a decir que no tenía responsabilidad, dando una absurda explicación como que el joven se tropezó con la baranda y cayó por su propia acción. De seguro la información gráfica de la prensa independiente dejaría al desnudo que la caída fue producto de la fuerza policial y allí el general de Carabineros guardara silencio y dirá que se debe esperar la investigación. Señor General Director ¿espero usted la investigación sobre la mentira de sus Carabineros en el hospital de Melipilla? Claro que no, porque para Carabineros hay que esperar las investigaciones solo cuando estas demuestran sus brutales acciones, si la situación es contraria, no es necesaria ninguna diligencia, sino que se debe creer ciegamente en la palabra de los uniformados.

Posteriormente, el libreto continuo en su curso de acción. El Gobierno respaldaría a “la tan respetada institución” y responsabilizará a la “violencia” en abstracto por la situación, sin hacer ninguna acción legal al respecto. Es sabido que esto es más un saludo a la bandera, porque el presidente sigue pensando que se enfrente a un “enemigo poderoso que no respeta a nada ni a nadie” ¿Qué terrible no? ¿no les parece terrible que nos sepamos de memoria el libreto? Alguien recuerda a Catrillanca, a las más de 400 víctimas oculares, al joven perseguido y asesinado por un camión de la armada o al joven que fue aplastado intencionalmente por los dos zorrillos. Siempre es la misma historia, una historia en la cual no existe justicia y termina en que luego de años de investigación determinan un responsable, que sigue recibiendo sueldo del estado, cumple -con suerte – dos años de cárcel efectiva y sale por “buena conducta”.

No son casos puntuales, la puerta giratoria a las policías por crímenes contra los derechos humanos ha degrado esta sociedad y los ha cubierto con un velo de impunidad bastante alejado de cualquier definición de democracia, inclusive de aquellas más mínimas. Un error es comprar margarina y no mantequilla, avanzar deliberadamente y empujar a una persona desde un puente, saber que cae, verlo inconsciente y ensangrentado, y no prestarle asistencia es macabro, inclusive para aquellos de quienes ya no esperamos nada. Nos deja en evidencia que Carabineros no ve personas cuando actúa, ve enemigos, seres que hay que eliminar o en palabras del General Bassaletti un “cáncer”.

En nuestro país, Carabineros de Chile no se separa en nada al actuar de una mafia o de un grupo de narcotraficantes. Porque no solo actúan deliberadamente para causar daño, sino que su entramado organizacional esta constituido para asegurar la impunidad y protección de los autores. Aquello es una bomba de tiempo para la democracia, debido ha que no tienen resquemor en quebrantar y profanar la institucionalidad mientras eso les asegura seguir ejerciendo la fuerza de manera ilegítima.

Para finalizar comparto un apartado en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

“Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.

*El autor es Coordinador de Laboratorio de Sociología Territorial, Universidad de Chile e investigador Instituto de Economía Política y Social (IEPS).

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