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Jorge Babul: “El corazón de la nación son los investigadores y los tienen botados”

Los resultados de la encuesta evidenciaron la precariedad laboral en que se desenvuelven las y los investigadores chilenos. "Es lamentable que estén en categoría de mendigos en el sentido que tienen que tomar lo que les den, con remuneraciones indignas. Eso no puede ser, tenemos que querer a quienes trabajan con y por nosotros, es una primera línea diferente, pero extremadamente importante", aseguró el académico Jorge Babul.

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  Miércoles 25 de noviembre 2020 17:54 hrs. 
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La crisis económica que atraviesa nuestro país ha sido la justificación del Gobierno para recortar el presupuesto para investigadores e investigadoras, pero en realidad, la situación actual es solo un nuevo capítulo en la ya larga historia de problemas para quienes desarrollan labores ligadas al conocimiento tanto científico como de las humanidades. Es por eso que la Asociación Nacional de Investigadores en Postgrado (ANIP) condujo una Encuesta Nacional para conocer sobre las condiciones laborales de los y las investigadores en nuestro país. 

En conversación con la primera edición de Radioanálisis el  Profesor de la Facultad de Ciencias y Director del Programa Académico de Bachillerato de la Universidad de Chile, Jorge Babul y el presidente de ANIP, Juan José Berger explicaron el objeto y las conclusiones de la encuesta.

El académico de nuestra casa de estudios se mostró muy crítico de la actual condición en que se encuentran quienes desarrollan investigación en nuestro país y denunció el total abandono de este sector fundamental para el desarrollo de Chile.

“Esas bellísimas burbujas que son las investigadores e investigadores en posgrado en estos momentos no se ven, han sido completamente abandonados y dejados a su suerte, eso es indigno, porque no han sido ayudados de ninguna manera. La gente no se da cuenta de la importancia de estos investigadores:  desde que aparecimos en el mundo es natural que haya observación , se formulen preguntas y se busquen respuestas. Es gracias a eso que tenemos todos los avances que tenemos”, expresó.

“Los investigadores hay que formarlos y deben irse renovando, pero además, toda la docencia universitaria que forma a los nuevos investigadores se hace gracias al avance del conocimiento de los investigadores, mucho de ellos aún en formación. Todas las áreas del quehacer humanos se hace gracias a este grupo de jóvenes que dedican su vida a esto, el corazón de la nación son los investigadores y los tienen botados. Eso es irse al precipicio como país, es una vergüenza, algo que no se puede entender”, manifestó tajantemente.

La encuesta contó con 1400 participantes que contestaron preguntas en diferentes ámbitos y su objetivo era, según se lee en el documento publicado, “intentar interpelar al técnico de laboratorio o a la estudiante de postgrado, respecto de sus condiciones laborales y, de este modo, provocar la fantasía del ‘cómo deberían ser las cosas”. Además según se señala en la presentación del instrumento de evaluación, otro fin era la articulación de “parte del sector de la investigación con trayectoria y en vías de formación bajo 10 condiciones que fueran sencillas y se identificaran con un aspecto verificable e idealmente material o incluso económico”, como lo explicó Juan José Berger.

Berger

Juan José Berger

“En función de eso hicimos varias preguntas para sondear a la población en general y la gran pregunta fue para ordenar un ránking con las necesidades laborales mínimas para poder trabajar, apuntando a que las y los investigadores se pudieran hacer preguntas sobre sus condiciones laborales”.

Consultado sobre la toma de conciencia de la propia precariedad y si es posible que los investigadores hayan naturalizado su situación, Berger señaló que efectivamente los investigadores al trabajar por más de 50 horas semanales en su investigación, asumen eso como una suerte de militancia.

“Ello lleva a que la capacidad que tienen de mirar otras cosas que están más allá de sus objetos de investigación es muy limitada. Por eso es importante entender que  es debido a esa falta de tiempo que no hay chances de mirarse hacia dentro y entender, por ejemplo, que debo tener un lugar decente para almorzar que son disputas del siglo XIX. Hay varias más, pero la idea es simplificar la discusión y validar la conversación con sociedades científicas o la Academia de Ciencias y otros espacio de investigación que son de excelencia, pero niegan la rama de la que vienen: condiciones laborales precarias y desconocidas”.

Respecto de las consecuencias que genera en la investigación el tema de la precariedad laboral de quienes la realizan, Juan José Berger explicó que al momento de discutir sobre política científica hay un desconocimiento sobre las condiciones materiales de producción del conocimiento lo limitan.

“Es inevitable que si un investigador debe hacer toda una investigación sin asistentes, cambien las dinámicas de sus propias conclusiones, los tiempos, las publicaciones, también la calidad y producto de esas investigaciones. Desde hace un tiempo han cerrado varios centros de investigación asociados al Estado justamente porque los investigadores eran una suerte de mártires metidos en esos espacios en condiciones inhumanas y ya ni siquiera tenían condiciones de seguridad mínima. Así, este tema no solo es discutible en cuanto a la capacidad, sino que termina siendo riesgoso para la salud de las personas que están investigando, entonces pasamos rápidamente a que no solo el producto, sino que el proceso termina siendo riesgoso”.

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El profesor Jorge Babul se explayó respecto de lo que es necesario cambiar en el modelo de investigación científica chilena.

“Antes que el dinero, creemos que deba haber convencimiento de parte de los congresistas y del Gobierno en que lo que hacemos, las decisiones que tomamos deben basarse en el conocimiento. El número de científicos que trabaja en instituciones del Estado es menor al 8 por ciento, y  debe haber confianza en la gente que sabe y que las decisiones se tomen consultando a esas personas. Por otra parte, existen los programas de doctorados en los que los y las investigadores deben mostrar para poder graduarse y esa es la base de la ciencia chilena. Si las condiciones no son las apropiadas, la gente se va fuera de Chile y la ciencia nacional es la que se ve afectada. No quiero decir que quienes se van no aporten, porque muchos retornan o apoyan a Chile desde el extranjero, pero hay una situación de desigualdad tremenda porque hay tres universidades – la de Chile, Católica y la de Concepción- que hacen el 60 por ciento de toda la investigación de postgrado. ¿Qué pasa en las otras 70 universidades? ¿Qué formación se está entregando si todas tienen una facultad de Ciencias y el porcentaje de investigación es tan bajo? Por una parte, debe existir convencimiento de que con el conocimiento uno puede resolver problemas y, por otra parte, tener el número de investigadores apropiado para lo que Chile quiere hacer. Desgraciadamente, no sabemos lo que Chile quiere hacer, así que  no podemos ayudar, porque no se puede ayudar a quién no sabe lo que quiere”, señaló el bioquímico.

“Cada Universidad tiene un plan de desarrollo y debe cultivar todas las disciplinas y eso es algo que integra el proyecto de cada universidad, pero hay un compromiso con el país que no se puede cumplir si los planes no están explícitos. En eso estamos, empujando para que se definan”, agregó.

En el reporte se habla también de la construcción de nuevos consensos en el país, es decir,  un nuevo sentido común lo que para Juan José Berger implica el entender que la comunidad científica está y tiene un lugar en el mundo.

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“Somos trabajadores y trabajadoras del conocimiento y deberíamos articularnos entre todos, asumir que tenemos algo en común con los pescadores, arpilleras y , en general, con todos los trabajadores del país. Por otro lado, tenemos una responsabilidad y si Chile invierte en conocer e investigar determinadas cosas, debemos estar en el lugar en que se toman decisiones según nuestros campos de investigación. Tenemos también el deber de decir nuestro parecer experto, pero de visar cosas que nos parecen correctas. Una de las limitantes de la investigación es que no ha sabido llegar a la toma de decisiones y no le ha interesado en los últimos 30 o 40 años y eso tiene que ver con que no estamos entendiendo que por el desdibujamiento de las responsabilidades del ministerio de Educación, Ciencia, del CRUCh y otros, los investigadores estamos atados de manos. A eso hay que sumar que no tenemos organigrama de cómo se produce el conocimiento, porque la Universidad te obliga a ser profesor taxi así que investigas mientras eres profesor y eso habla de nuestras condiciones laborales”.

“En nuestro decálogo descubrimos un asunto transversal a las disciplinas de investigación: el sueldo versus la carga horaria es lejos la demanda más transversal y común al sector, luego vienen los espacios para trabajar, salud y previsión social, equipos de apoyo, espacios para necesidades básicas, presupuesto para publicaciones y demases. Todo  eso en el fondo ilumina que la investigación no es un sector que esté a la altura de los desafíos del país porque no le hemos dado ese lugar y porque la investigación no lo ha buscado. Hay que volver a entender que el conocimiento es para el bien común”, añadió.

El profesor Babul realizó una profunda reflexión respecto de las condiciones de las y los investigadores.

Es lamentable que estén en categoría de mendigos en el sentido que tienen que tomar lo que les den, con remuneraciones indignas. Eso no puede ser, tenemos que querer a quienes trabajan con y por nosotros, es una primera línea diferente, pero extremadamente importante”, concluyó el académico de la Universidad de Chile.

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