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Año XVI, 18 de marzo de 2024


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Pablo Alabarces: “No teníamos por qué pedirle a Maradona que se transformara en aquello que nosotros no pudimos ser”

En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, el doctor en Filosofía y profesor del seminario de Cultura Popular de la UBA reflexionó sobre la relevancia de Diego Armando Maradona para la Argentina. Al respecto, afirmó que "es lo que es simbólicamente porque es un sujeto subalterno que exhibe orgullosamente su subalternidad y se jacta de ella".

Eduardo Andrade

  Jueves 26 de noviembre 2020 21:45 hrs. 
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“Cierra los ojos. Se deja caer hacia adelante, con el cuerpo inclinado, y se hace silencio en todo el mundo”.

El fragmento es parte de un texto del escritor Hernán Casciari, titulado 10.6 segundos, y en donde se postula que el segundo gol de Maradona a Inglaterra, casi como en El Aleph de Borges, fue algo tan inverosímil, como constatable.

Pablo Alabarces, doctor en Filosofía y profesor del seminario de Cultura Popular de la UBA, dice que es uno de sus textos favoritos sobre el “diez” fallecido este miércoles, y a donde suele volver de tanto en tanto.

A lo que sí no ha vuelto, al menos en toda su magnitud, es justamente a ese mismo partido en el Estadio Azteca, que vio -según dice- en una televisión a blanco y negro, y que terminó por inmortalizar la figura, casi divina para los argentinos, de Diego Maradona. Sobre esto y sobre el sufrimiento de gran parte de la nación trasandina por estos días, Alabarces conversó con nuestro medio.

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¿Se imaginó antes la muerte de Maradona? ¿se parece en algo a la realidad?

De mil maneras y ninguna era ésta. En ningún momento se me habría ocurrido que el pobre Diego tuviera la feliz ocurrencia de morirse en medio de una pandemia. Yo estaba seguro de que su muerte iba a generar un funeral de masas, y un funeral de masas con una pandemia es pura contradicción. Y por eso está ocurriendo lo que está ocurriendo. Hay desórdenes, represión, tuvieron que cerrar el funeral, etc. Pero tenía que ocurrir, la muerte de Maradona es una muerte muy dolorosa para la sociedad argentina, no en su conjunto, para buena parte de la sociedad argentina. Maradona es un símbolo terriblemente popular, y eso significa que no es un símbolo unánime.

Los periodistas de algunos medios argentinos no dudaron en decir que murió la persona más importante de Argentina. ¿Por qué esta valoración?

No creo que sea la más importante a secas. Es la más importante en relación con algo. Antes de él, Eva Perón, y antes, Gardel. No hay mucho más, no hay nada más. La sociedad argentina tiene muchísimas facetas y todas ellas muy importantes y algunas contradictorias, y posiblemente más importante que la muerte de Maradona sea la injusticia, la desigualdad, el hambre, la miseria y la desocupación. Ahora, Maradona fue el símbolo más importante de la cultura popular argentina de los últimos 50 años, no es poco.

Y si tuviéramos que ir al origen de ese mito, ¿a dónde tendríamos que remontarnos?

Al 12 de junio de 1986, ahí nace el mito. Antes de eso, era uno de los jugadores más maravillosos que el fútbol había visto jugar. El 12 de junio se transforma en un mito decisivo en la historia de la cultura popular. Es ese día, pero ojo, hay acumulación. No es una circunstancia excepcional. Son cuatro años de Malvinas y es también que no es cualquier jugador. Messi no hubiera hecho ese gol y si lo hubiera hecho no hubiera significado lo que significó, también es Maradona con lo que significaba con su condición exasperadamente plebeya, subalterna, orgullosamente subalterna. Juntás todo eso, lo tirás sobre la cancha un 12 de junio de 1986 y eso explota en mito.

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Macron escribió hoy que ese partido fue “el más geopolítico de la historia”.

No sé si fue el más geopolítico de la historia. Hay montones de dramas geopolíticos que se pusieron en escena en los campos de fútbol. Por ejemplo, son famosos los enfrentamientos entre la Estrella Roja de Belgrado y el Dínamo de Zagreb. Entonces, en los campos de fútbol se escenificaba lo que luego fue la guerra civil yugoslava. El fútbol es un lugar donde estas identidades fuertes, locales o internacionales, justamente pueden desplegar allí escenarios simbólicos.

En ese momento también había algo en disputa y era la terrible herida de una guerra, pero no había geopolítica porque ese partido no disputó la posesión de un territorio. Ahí disiento con Macron, me parece un exceso. No hay geopolítica, evoca lo geopolítico, pero no lo pone en juego. Voy a usar una frase del antropólogo norteamericano Clifford Geertz cuando hablaba de las riñas de gallos y decía, “es jugar como con fuego pero sin quemarse”. Ese partido era como jugar con fuego pero sin quemarse. Las Malvinas siguieron siendo ocupadas por los ingleses, pero la sociedad argentina experimentó un momento de felicidad. Pero, además, lo de Maradona coincide con los posiblemente 50 peores años de la historia argentina. Por la muerte, por el crimen, por la dictadura, la guerra.

Entonces, ¿fue una revancha pero con todo esto?

Claro, no solo con la guerra. Para mí es una hipótesis, pero hasta el mundial del 78 estaba bajo sospecha, por el partido por Perú y por el peso de los militares. Entonces, en ese momento, Maradona no gana un mundial, gana dos. Gana el que gana y hace ganar simbólicamente el de ocho años atrás.

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Hablemos de Maradona como personaje fuera de las canchas. ¿Ayudan, por ejemplo, sus posiciones políticas a complementar el mito?

Sí, lo ayudan y lo abordan. No es lo central. Lo central, y de esto no me muevo, es ese cuerpo en movimiento jugando al fútbol. Luego, todo lo demás, abunda y no daña. Las posiciones políticas de Maradona fueron harto contradictorias y recién diría que desde la amistad con Fidel Castro y su internación en Cuba es que tendieron a organizarse alrededor de posiciones de izquierda más o menos consistentemente. Antes de eso hay zigzagueos muy grandes. Pero tampoco teníamos por qué pedirle a Maradona que se transformara en todo aquello que nosotros mismos no podemos ser.

Ahora bien. esas posiciones más o menos revulsivas que coinciden con la etapa del Kirchnerismo, eran más bien hasta estatales. En el 2014, él es comentarista para una alianza entre Telesur de Venezuela y la Televisión Pública Argentina. Y todo lo que propone en ese programa no es transgresor de lo que era el discurso oficial del Kirchnerismo. Entonces, no se trata de mera transgresión. Hay momentos en los que el discurso se vuelve bastante trasgresor, pero especialmente contra la FIFA, el Vaticano, el gobierno norteamericano, y ahí eso contribuye a consolidar esa imagen de un Maradona contestario.

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¿Y el lado social? Hoy vimos, por ejemplo, un detalle dejado en su velorio por las Abuelas de la Plaza de Mayo.

Sí, los organismos de derechos humanos lo terminaron queriendo mucho porque él fue muy solidario con ellos. No en el momento en el que era más importante serlo, pero el movimiento de derechos humanos era minoritario en la sociedad argentina de los años 80, no tenemos por qué decirle a Maradona, no te vimos por acá en 1983. Lo hizo tardíamente, pero lo hizo.

En los últimos días también ha habido otras críticas graves a su vida privada.

Yo lo he cuestionado y criticado muchísimo. Lo he criticado, por ejemplo, como director técnico. Era un desastre. Y luego, respecto de sus posiciones políticas o morales, lo más ruidoso era su machismo. Ahora bien, su machismo era una suerte de machismo estándar de la sociedad argentina. Y después, cuestionarle sus consumos personales, quién somos nosotros para cuestionarle a alguien que consuma drogas o alcohol. Lo lamento personalmente en términos afectivos porque le termina costando la vida, pero creo que es una postura de una moralina bastante vergonzante.

En última instancia, es una moralina clasista, que inevitablemente termina en la frase: “Y qué querés, era un negro de mierda”. Entonces, frente a eso, por un lado, no creo en la moralina, pero por otro lado tengo que reaccionar frente al clasismo. Esa idea peregrina según la cual Maradona fue un gran jugador, pero hubiera sido mejor si hubiera tenido más educación y hubiera sido un chico de clase media blanca y urbana. Bueno, yo no puedo acompañar eso de ninguna manera. Maradona es lo que es simbólicamente porque es un sujeto subalterno que exhibe orgullosamente su subalternidad y que se jacta de ella. Eso a mí no me merece ninguna crítica, sino por el contrario, mi más profunda admiración.

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