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Eduardo Vilches, artista visual: “La política nunca me ha apasionado”

Recientemente, el Premio Nacional de Artes Plásticas 2019 fue homenajeado por medio de una exposición en la Galería Gabriela Mistral. Así, en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, el ex integrante del Taller 99 se refirió a este tributo y a su confinamiento, entre otros temas.

Abril Becerra

  Domingo 6 de diciembre 2020 11:14 hrs. 
eduardo vilches

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Los meses han transcurrido de forma acelerada para el artista Eduardo Vilches (87). En septiembre de 2019 fue reconocido con el Premio Nacional de Artes Plásticas. Luego vino la revuelta de octubre y, más tarde, un encierro que lo llevaría refugiarse en su hogar de Ñuñoa junto a su compañera, Alicia Vega. 

Allí, en su antigua casa de calle Bremen, el artista visual iniciaría una rutina que lo alejaría por primera vez de las aulas para sumirse en las tareas domésticas. Sin embargo, también iniciaría una labor vinculada a la fotografía: “No he estado mirando el cielo”, comenta Vilches, quien el pasado 12 de noviembre fue homenajeado por la Galería Gabriela Mistral a través de una muestra que convocó a más de 30 artistas. 

Para Vilches esta exposición fue toda una sorpresa, ya que los participantes provenían de diversas generaciones. Además, no todos ellos habían sido sus alumnos. En esa lista se encontraban Magdalena Atria, Catalina Bauer, Mónica Bengoa, Roser Bru, Paz Errázuriz y Ximena Zomosa, entre otros. 

“Fue una sorpresa muy agradable. Me sentí muy honrado. Me llamó la atención el cariño demostrado, porque, generalmente, son mis alumnos los que me promueven”, afirma el ex integrante del Taller 99. 

¿Cómo ha vivido esta experiencia del confinamiento? 

Ha sido absolutamente nuevo y limitante, pero nos hemos arreglado de la mejor manera posible, estando al cuidado de mi hija, quien nos ha atendido y se ha encargado de hacer todo lo que no podemos hacer nosotros. Pero estuvimos bastante activos. No fue una cosa que no pudiéramos soportar. Yo tenía programada una exposición para este año de fotografía y fui mejorando ese material. Por otro lado, mi mujer terminó tres cuadernos sobre la metodología del taller de cine para niños. Una cosa importante tiene que ver con el patio interior que hay en la casa. Yo lo mantengo verde todo el tiempo. Ahí me entretuve, porque como es algo vivo, va cambiando también. Eso siempre me ha interesado mucho.

Ustedes constantemente viajan a su casa en Chiloé, ¿qué tan importante es para usted mantener este contacto con lo natural? 

El reemplazo de eso ha sido este patio-jardín que tenemos. Por supuesto todo el tiempo me he acordado de Chiloé: que estará pasando allá. En el campo hay que preocuparse de ciertas cosas que hay que realizar durante periodos que son claves. Pero todo eso lo hice por teléfono, comunicándome con dos personas que están allá. Dan ganas de estar allí trabajando en el campo. Es un placer.

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En la imagen, Eduardo Vilches en su hogar (2018). Créditos: Abril Becerra.

En este periodo también se ha alejado de las clases, ¿qué opina de la enseñanza por medios virtuales? 

Es bien complicado. Lo que pasa es que me lo salté, porque, como obtuve el Premio Nacional, estoy recibiendo una cantidad de dinero todos los meses que era como el equivalente a lo que ganaba haciendo clases. De modo que dejé de hacer clases, pero mi hija, que es profesora, dice que es agotador.  

¿Habría pensado que en algún minuto las clases serían así? 

No, para nada. No, nunca sospechamos que íbamos a estar privados de libertad en la casa, sin poder salir, bajo amenaza de muerte. Es algo que de pronto llega y uno tiene que asumirlo.

Entonces, si no hubiese recibido el Premio Nacional, ¿hubiese seguido haciendo clases? 

Siempre he tenido que trabajar para mantenerme. Me jubilé hace 15 años y seguí haciendo clases, porque necesitaba ese dinero. De manera que era una cosa vital, pero también me gustaba hacer clases. No era un trabajo que hiciera a contrapelo, pero lo tenía que hacer. No era un asunto de hacerlo únicamente por placer.

Entonces, el Premio Nacional fue un alivio, de cierta forma… 

Es una maravilla. Realmente no tengo palabras para decir lo bueno que fue. Llegó en un momento preciso, porque me permitió la tranquilidad de no tener que estar pendiente de eso: qué va a pasar este mes si no trabajo, tal como le ha sucedido a mucha gente. 

¿Cómo cambian las responsabilidades a la hora de recibir el Premio Nacional? 

Así como llegó la pandemia, de pronto llegó este premio. No lo esperaba ni trabajaba para ello. Los que trabajaron fueron mis alumnos que me estuvieron promoviendo todo el tiempo, pero al final yo se los había prohibido, porque me presentaron varias veces. Les dije que ya estaba bueno de eso, pero no me hicieron caso. Afortunadamente, resultó. Así que fue una sorpresa bastante grande. Nunca pensé en función de este premio. 

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Obra Mano III. Vilches, Eduardo. Serigrafía sobre papel. Fuente: Artistas Visuales Chilenos.

¿Cómo ve este momento de precariedad, desigualdad y demandas sociales? 

Todos los problemas se han hecho mucho más evidentes en estos momentos, porque quienes más sufren son los que menos tienen. Es tremendo, porque dejan de trabajar y no tienen para comprar los alimentos. Viven hacinados que no es la manera de estar protegidos, sino que es la mejor forma de enfermarse. 

¿Qué opinión tiene del estallido social?

Me pareció una cosa absolutamente natural. Es decir, eso tenía que suceder en algún momento, porque las cosas tienen un límite. Hay un momento en el que ya no se puede más y ese estallido fue la consecuencia de aguantar y aguantar una situación que ya no se podía seguir soportando. 

Y el debate sobre una nueva Constitución…

En este momento estoy jubilado. Entonces, no me he preocupado demasiado del asunto. No me he metido a fondo, porque la política nunca me ha apasionado. Además, los políticos no lo han hecho nada bien últimamente. Los últimos días que me quedan los estoy pasando de la mejor forma posible. Tranquilo, aunque estoy consciente de todos los problemas.

Es un momento de muchos cambios también…

Es que los problemas son muchos. La jubilación. O sea, se recibe una miseria, con lo cual no se puede vivir y eso se arrastra por años. Después está la previsión que es pésima también. En el fondo son negocios en los cuales unos pocos sacan provecho. Todo eso no puede seguir, pero ¿cómo se va a solucionar? Con la participación de la mayor cantidad de gente inteligente que no esté tan comprometida con la política, sino que más bien con los problemas, pero hasta ahora lo único que han hecho ha sido pelearse entre ellos. Es un desastre.   

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