A principios de noviembre, la arquitecta Cecilia Puga, responsable de la restauración del Palacio Pereira, asumió la dirección del Museo Chileno de Arte Precolombino, cargo que por casi 40 años estuvo en manos de Carlos Aldunate.
Para la experta formada en la Universidad Católica el cambio se dio de manera progresiva. Entre ella y la institución existía un vínculo que iba más allá de lo profesional. Esto, ya que su abuelo, Sergio Larraín García-Moreno, Premio Nacional de Arquitectura, había sido uno de los fundadores de la entidad patrimonial de calle Bandera.
Del mismo modo, por casi 20 años, Cecilia Puga había seguido de cerca la gestión del Museo a través del comité ejecutivo de la Fundación Familia Larraín Echenique. Su llegada al cargo no fue un empezar desde cero. “Ya estaba familiarizada con los equipos, con los problemas y, por lo tanto, no ha sido algo traumático, sino algo bastante fluido. Estoy muy al tanto de lo que está pasando en el Museo”, dice la arquitecta en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile.
Sin embargo, producto de la pandemia, la profesional también se ha enfrentado a un escenario marcado por las incertidumbres propias del momento. Sin ir más lejos, el próximo 17 de diciembre la institución debía inaugurar una muestra que, por medio de textiles, pinturas, ilustraciones, retratos audiovisuales y collages, hacía dialogar el trabajo de 72 creadoras de diversas generaciones y disciplinas. Por supuesto, la ceremonia fue suspendida.
Y, aunque la exhibición podrá ser visitada durante la semana, la profesional reconoce que este es un momento desafiante y que lo mejor es apostar por un quehacer donde comulguen actividades remotas y virtuales. “Ha sido muy estimulante entender que hoy la presencia del Museo se va a tener que dar en esos dos ámbitos. Es una realidad que llegó para quedarse”, comenta.
¿Qué significado tiene para usted el asumir la dirección del Museo, pensando en el legado que comenzó a gestar su abuelo?
De alguna manera, hay una posta. Mi abuelo armó este museo y diría que marcó una manera de hacer las cosas, una manera de entender la excelencia, tanto en la calidad de la colección como en el manejo de la misma o en el trabajo con la infraestructura. Si tengo que decir qué es lo que heredo, heredo esa responsabilidad de asegurar para todos los chilenos un lugar de la máxima excelencia para entender y gozar del arte precolombino.
¿Qué tan difícil es construir esta excelencia pensando en el momento que vivimos?
Estamos en un periodo súper difícil. Toda la industria cultural ha sido golpeada por la falta de turismo y eso es algo que nos toca muy directamente. Nosotros nos financiamos en un 40 por ciento por las entradas de extranjeros que pagan diferenciado del público chileno que paga mil pesos. Eso era un ingreso que representaba el 40 por ciento de nuestro presupuesto de funcionamiento anual, entonces, estamos muy golpeados, con un déficit muy grande.
¿Cuál es el desafío que surge en ese contexto?
El mayor desafío que tenemos es poder revertir eso mediante aportes privados, porque desde el mundo público tenemos un aporte de la Municipalidad que lo mantuvo este año y del Estado que si bien nos hizo un recorte, pudo ser reducido gracias a la discusión de los parlamentarios que entendieron la relevancia de mantener los presupuestos para cultura en estas circunstancias. Estamos frente a un desafío muy grande. Mi primera tarea es lograr la sostenibilidad del Museo en el mediano plazo. Así que estamos trabajando en eso, en varios planos, de varias maneras distintas.
¿Qué aspectos le gustaría desarrollar en términos de la puesta en valor de la colección del Museo?
Espero poder continuar con el trabajo y los distintos proyectos que el Museo venía desarrollando. Hay algo que para nosotros es muy importante de enfrentar que tiene que ver con un grado de madurez de nuestra institución que nos obliga a repensar la manera en que nos vinculamos con nuestras comunidades, la manera en cómo abrimos espacios de participación. Ese es un gran desafío que tenemos todos. Es como rediseñar la manera en que entendemos la relación con nuestros públicos. Ahí hay un desafío muy grande que involucra también temas de sostenibilidad.
¿Cómo se mezcla su trabajo como arquitecta con este otro rol de administradora-gestora?
Estamos todos compartiendo muchos intereses. Es algo que veo con mucha naturalidad y, por otro lado, tengo un equipo profesional muy afiatado con quienes llevamos muchos años trabajando. Esto viene a enriquecer nuestra experiencia. Estoy contenta de tener esa doble militancia.
¿Cómo están proyectando el 2021?
Estamos repensando y reorganizando nuestra programación, dándole prioridad a exposiciones que tenemos en carpeta, que estaban en proceso, pero que requieren de menor movimiento y, por lo tanto, se hacen más factibles de realizar con el nivel de restricciones con el que estamos funcionando. De todas maneras, vamos a tener una exposición temporal y, por mientras, tenemos esta que muestra que estamos inaugurando y que va a permanecer hasta mediados del 2021.
¿Cuál es la lección que les deja la pandemia a los museos?
Hay un tema muy importante que tiene que ver con la compresión que va más allá de nuestra institución y que tiene que ver con el rol que ha cumplido la cultura en este año. La cultura ha sido un espacio de encuentro, un espacio de comunicación, un espacio de liberación, un espacio de entretención, de encuentro familiar. La cultura en esta época de pandemia y de máximo ensimismamiento o aislamiento ha sido realmente la que ha permitido la construcción de puentes entre todos nosotros y no solo a nivel local, sino que a nivel global. Esa comprensión obliga a repensar qué tipo de apoyo le estamos dando como país a nuestra cultura. Chile es un país que está al debe con la cultura de manera radical y creo que eso es algo que tenemos que ser capaces de revertir.