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Revuelta popular y pandemia Covid-19: ¿hacia dónde ir con la educación científica en Chile?

Columna de opinión por Iván Salinas y Víctor Orellana
Martes 15 de diciembre 2020 9:25 hrs.


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El mundo científico ha estado notoriamente involucrado en la discusión pública durante este año, fundamentalmente porque los gobiernos han debido actuar para producir una vacuna contra el Covid-19 con una rapidez sin precedentes. Según las noticias que hemos recibido, este esfuerzo podría comenzar a tener resultados al iniciarse los primeros programas de vacunación masiva durante las próximas semanas. Al mismo tiempo que ocurren estos eventos históricos, nuestra institucionalidad y la sociedad chilena siguen viviendo un proceso delicado de desafección con la política, con protestas semanales contra el gobierno –continuidad de la revuelta popular iniciada en octubre de 2019- y un claro desorden y reacomodo de las colectividades políticas actuales. La amplia convocatoria al plebiscito por una nueva constitución, y la bajísima participación en las primarias para elecciones de gobernadores y alcaldes, dan cuenta del contraste que existe entre las aspiraciones sociales por un cambio y las formas que hoy tienen los partidos políticos de procesar esas aspiraciones. Sin duda que el panorama está aún abierto, y los medios y redes sociales seguirán con polémicas que son más bien la manifestación de esta desafección.

Con todo este escenario, la preocupación y resolución del problema sanitario adquiere una importancia, pues será la línea base sobre la cual podrá actuar la institucionalidad con algún grado de certeza. En el ámbito educativo, esta preocupación es sin duda el principal elemento de contraste entre la actividad educativa y la actividad política. Bien cabe recordar la polémica –aun presente- entre el Ministro de Educación y el Magisterio por la falta de participación en las decisiones de funcionamiento de las escuelas: mientras el gobierno señalaba que son las razones económicas las que justifican el retorno presencial a las escuelas, el Magisterio y las organizaciones docentes señalaban que debía primar un cuidado por la vida y el bienestar de todas y todos los miembros de las comunidades escolares. 

En este contexto, es necesario replantearse la educación científica en el futuro de la educación. Hace unos pocos años, discutíamos cómo el movimiento anti-vacunas se veía como un fracaso de la educación científica. Esta discusión adquiere amplia notoriedad hoy a medida que nos acercamos a la anhelada solución de la vacuna. Según reportes de prensa, una encuesta de una universidad chilena señala que cuatro de cada diez personas en Chile no se vacunarían contra el Covid-19. Otra encuesta señala que siete de cada diez personas se vacunarían, mientras cerca de un 40 por ciento de las que no se vacunarían señalan no considerar estar en riesgo de contraer la enfermedad o bien no están de acuerdo con las vacunas en general. Al mismo tiempo que se presentan estas actitudes frente a la tecnología sanitaria de las vacunas, Chile lidera en el mundo la percepción de que existe un aumento del costo de la vida en el contexto de pandemia, y Naciones Unidas solicita a los países declarar un estado de emergencia climática. Estos son solo un par de ejemplos donde la educación científica encuentra puntos de encuentro con la sociedad y sus dificultades, y es notorio que podrían ser oportunidades educativas extendidas si tuviésemos otro sistema. Adicionalmente, sabemos que las experiencias educativas vividas por niñas, niños y adolescentes en Chile y el mundo están siendo afectadas por los altos niveles de desigualdad, que en Chile se han expresado como exclusión y revuelta popular, y que la pandemia sin lugar a dudas ha profundizado. La complejidad del desafío educativo así visto es enorme, y la necesidad de un vínculo importante con el saber científico para comprender ese desafío se hará cada vez más necesaria. ¿Cómo enfrentar la magnitud y complejidad del problema educativo en Chile desde la educación científica? 

Si bien el conflicto entre la sociedad y la institucionalidad política que experimentamos en Chile es un problema que excede a la acción educativa, es notorio que necesitamos como sociedad una discusión más profunda sobre la contribución de la educación a la generación de lazos de pertenencia con una sociedad y su organización política, sociedad que le exige a la política de forma insistente contar con cuidados públicos de la vida y al mismo tiempo contar con libertades individuales para desarrollar y cultivar esa vida. Si los conceptos de comunidad e individuo se ven separados en los proyectos políticos actuales, la discusión constitucional puede proponerse ese debate, con altura de miras y comprendiendo las demandas sociales sin las caricaturas o ejes tradicionales. Ello llama a pensar en un proyecto educativo nacional que implique principios de integralidad, que vincule el cuidado público de la vida y el desarrollo y cultivo de la libertad y responsabilidad individual. Quienes participamos de la educación científica contamos con una tremenda oportunidad de ofrecer apertura a esta discusión, en particular desde su influencia para la comprensión del contexto actual, pero también desde la posibilidad de presionarnos a enfrentar el vínculo de la ciencia con la historia política, con sus luces y sombras, continuidades y cambios. Para abordar la necesidad de integración y proyectarla en un escenario de incertidumbre, la educación científica debe incorporarse al debate político sobre el sistema educativo, y debe proveer discusiones y propuestas que disipen las barreras disciplinares que caracterizan a la actividad científica profesional. Es decir, debe politizarse tanto la ciencia y la educación científica, no en el sentido de incorporarse a la oferta política, sino como un estimulante del debate social que incorpore activamente los contextos, sus temas y sus controversias. La ciencia escolar, profesional y universitaria no puede seguirse mostrando como un “repositorio de verdades”, sino que debe avanzar a proveer un ambiente vibrante donde se reflejan las preguntas de la sociedad.

 

Ivan Salinas Barrios, Académico Depto. de Estudios Pedagógicos U. de Chile e Investigador de Fundación Nodo XXI

Víctor Orellana Calderón, Investigador de la U. de Chile y Director Fundación Nodo XXI

 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.