En medio de un exitoso plan de vacunación en el que ya se ha inoculado a más de 4 millones de chilenas y chilenos, la pandemia del coronavirus sigue acechando a nuestro país y la situación epidemiológica ha vuelto a estar en el foco de preocupación de la comunidad científica-médica.
Y es que el plan de vacunación ha venido acompañado de un relajo en las medidas de autocuidado que han derivado en un nuevo colapso en las Unidades de Paciente Crítico del país y el regreso de cifras preocupantes como los más de 5 mil casos diarios que se vienen reportando desde hace semanas.
En entrevista con Diario y Radio Universidad de Chile, el inmunólogo de la Universidad Católica y director del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMII), Dr. Alexis Kalergis, se refirió a la relación que existe entre la vacunación y el aumento de casos, así como el rol que cumplen las vacunas en el control de la pandemia.
¿Qué tan efectiva puede ser la vacuna contra las distintas variantes del SarsCov2?
El seguimiento de las variantes lo hace directamente el Instituto de Salud Pública (ISP), con apoyo de las universidades que están identificando por medio de secuenciación las diferentes cepas del virus que están presentes en el país. Entiendo que algunas de estas variantes ya han sido identificadas, pero claramente se requiere un seguimiento más preciso y detallado para poder determinar el porcentaje de su presencia. Ese es un trabajo que se debe hacer.
Ahora, en relación a la inmunidad, sabemos que en Chile estamos ocupando dos vacunas, principalmente Sinovac, pero también Pfizer. Hay estudios en curso respecto de la capacidad de inmunidad que genera cada una de estas vacunas y su capacidad de neutralizar a los virus variantes. Ese es un trabajo en desarrollo, hay datos preliminares que sugieren que habría cierto nivel de neutralización, pero esos resultados hay que mirarlos con cautela porque requieren de un mayor número de análisis y también un seguimiento a la inmunidad. Porque está pasando algo bastante inédito en la historia de la ciencia y la medicina que, en paralelo a el uso poblacional de vacunas en el mundo y en Chile, se están ejecutando los estudios científico-clínicos que pueden responder las preguntas como por ejemplo la capacidad de la inmunidad de neutralizar las variantes.
En el caso de la vacuna Sinovac, el hecho de que sea formulada con el virus completo, es decir, tiene todos los antígenos y componentes del virus, uno esperaría que la inmunidad fuese un poco más integral. Es decir, que reconozca tanto con anticuerpos como con células inmunes varios elementos del virus, eso probablemente dificultaría que el virus pudiese evadir esa inmunidad por completo, dado que tendría que sufrir cambios muy significativos en todo sus componentes, y hemos visto que normalmente las variantes tienen cambios bien localizados en alguna de las proteínas y no en todas.
El ministro de Salud decía que si se cumple la meta de vacunar a 5 millones de personas se adelantarán también otros grupos en el calendario de vacunación. ¿Cómo observa usted estos números y el avance de la campaña?
Creo que la vacunación toma tiempo, primero que nada en implementar el proceso, y vacunar a un porcentaje alto de la población. Hemos visto que Chile lo ha hecho muy bien, ha sido destacado internacionalmente por eso, y es porque tenemos un sistema nacional que funciona hace varias décadas. Desde el Plan Nacional de Inmunizaciones hasta el último consultorio o Cesfam, porque el esfuerzo acá es de muchas personas. Así que ha sido un trabajo bien asociativo y de cooperación, que ya se ha demostrado que Chile puede hacer muy bien y ejecutar exitosamente una campaña de vacunación.
Sin embargo, es importante recordar que el efecto de las vacunas toma tiempo en notarse. Porque, en primer lugar, todos los estudios que se han hecho de eficacia y de inmunidad, en particular para las dos vacunas que estamos utilizando en Chile, se han hecho con dos dosis, y la mayor parte de las personas a la fecha han recibido solo una dosis. Así que, el que se note un efecto en la población probablemente no sea hasta mayo o quizás junio. Por lo tanto, hay que tener paciencia e insistir en seguir ocupando las medidas autocuidado para evitar contagios: mascarillas, lavado de manos y distanciamiento social.
¿Por qué se deben mantener estos cuidados pese a la vacunación?
Porque no sabemos si la vacuna, por ejemplo, evita la transmisión del virus, probablemente no va a evitar el contagio porque las vacunas lo que hacen es disminuir la severidad de la enfermedad, y hemos visto que este aumento en el número de casos lamentablemente resulta de un descuido de las medidas de autocuidado. Entonces, yo creo que tenemos que retomar la senda de cuidarnos y también evitar relajarnos pensando que porque hay una campaña de vacunación el virus disminuyó. Todo lo contrario, yo creo que tenemos que aumentar las medidas porque las vacunas, todas las que están siendo ocupadas en Chile y en el mundo, siguen bajo investigación científico-clínica y hay respuestas a preguntas que todavía no tenemos, como por ejemplo la duración de la inmunidad, el efecto de las vacunas a nivel poblacional. Lo que tenemos son resultados de la eficacia en estudios clínicos controlados, no sabemos aún cómo las vacunas funcionan a nivel poblacional. La misión de los científicos es recordar a la población que las medidas de autocuidado y evitar contagio al máximo deben mantenerse, a pesar de que tengamos la campaña de vacunación en curso y a pesar de que hayamos recibido las dos dosis, porque deben pasar 10-15 días para que se manifieste la inmunidad.
Las vacunas no funcionan como un escudo mágico que impide que el virus acceda a la persona. Vemos, por ejemplo, lo que ocurre con la vacuna de la influenza, han habido campañas de vacunación por muchos años y vemos que las personas se infectan, y pueden incluso enfermarse levemente o con menor severidad que si no hubiesen sido vacunadas.
¿Cómo se puede medir esta inmunidad y los efectos secundarios?
Hay un seguimiento que se llama farmacovigilancia y que aplica para todas las vacunas. Ese seguimiento lo hacen las autoridades regulatorias de cada país. Es un rol fundamental, especialmente en el caso de vacunas que tienen poco tiempo de evaluación. Estamos en una situación de crisis sanitaria mundial y ha ocurrido algo que había ocurrido muy pocas veces, que se denomina la aprobación para uso de emergencia de vacunas. Sabemos que los estudios clínicos y científicos que se han desarrollado para todas las vacunas y que han conducido a que las agencias regulatorias concedan estas aprobaciones para uso de emergencia, han mostrado que las vacunas son seguras, tienen inmunogenecidad y eficacia. Esos resultados derivan de estudios clínicos, algunos muy grandes, con 20 o 40 mil voluntarios en diferentes países. Pero cuando la vacuna se utiliza a nivel poblacional, cuando pasamos de 40 mil personas a millones de personas, obviamente hay posibilidades de que ocurran, al repetir el evento de vacunación, que se conozcan efectos adicionales de las vacunas.
¿Cómo ve la situación que ha sucedido con Astrazeneca en Europa, en donde varios países han suspendido su uso por efectos adversos?
Yo creo que en el caso de cualquier vacuna que muestre estas señales repetidas de situaciones severas, es bueno estudiarlo y ojalá definir si el efecto se debe a la vacuna u otra condición de las personas. Esa es una labor muy importante que tienen que hacer las agencias regulatorias y las medidas de precaución que se han tomado en Europa creo que son pertinentes. Esta vacuna no ha llegado aún a Chile y eso nos da tiempo para observar, esperar los resultados de los análisis y, en base a eso, ir tomando decisiones.
Pero en la vereda de al frente de las vacunas, con estos estudios clínicos que son controlados, rigurosos y científicamente muy sofisticados, en la vereda de al frente tenemos un virus que sabemos que si contagia a personas sin inmunidad existe una alta probabilidad de que esa persona se enferme e incluso severamente necesitando hospitalización. Por lo tanto, entre utilizar vacunas que tienen estudios clínicos con resultados de seguridad, inmunogenecidad y eficacia favorables, y no ocupar las vacunas y exponerse a la infección con el virus, el resultado podría ser muy desfavorable. Así que la opción de vacunar sigue siendo la correcta.