Día del Libro en adaptación constante: el presente de las editoriales independientes bajo pandemia

La crisis sanitaria supuso una catástrofe para las editoriales independientes que, hace poco más de un año, se vieron enfrentadas a un escenario inédito. Sin embargo, la pandemia también puso de manifiesto la relevancia del libro como bien esencial y hoy, si bien las cuentas no son las esperadas, el panorama parece mucho más tranquilo.

La crisis sanitaria supuso una catástrofe para las editoriales independientes que, hace poco más de un año, se vieron enfrentadas a un escenario inédito. Sin embargo, la pandemia también puso de manifiesto la relevancia del libro como bien esencial y hoy, si bien las cuentas no son las esperadas, el panorama parece mucho más tranquilo.

Una incertidumbre total. Esa fue la sensación que se instaló en el ecosistema del libro hace poco más de un año cuando la industria debió frenar sus actividades a raíz de la pandemia. 

Por supuesto, entonces había muy poca claridad respecto de los pasos que debían seguirse de cara a la crisis que, rápidamente, obligaba a cerrar imprentas, suspender lanzamientos, paralizar los calendarios de publicaciones y cerrar librerías. 

El director de Alquimia Ediciones, Guido Arroyo, recuerda con claridad esos primeros momentos. “El año pasado hubo una suerte de crisis transversal, sistémica. Las percepciones de realidad que se manejaban eran muy duras. Básicamente, no teníamos antecedentes previos en términos de qué había pasado con el sector editorial o del libro en una coyuntura así. Se hablaba de porcentajes o caídas cercanas al 60 por ciento”. 

“Al menos, como editorial, logramos subsistir pese a todo. Obviamente, tuvimos muchas crisis y, en algún momento, pensé en medidas más drásticas, sobre todo en marzo-abril. Fue como una suerte de mini fin de mundo”, relata el escritor.

Como sucedió con muchos gestores y gestoras, la crisis obligó a las editoriales independientes a adaptarse a las nuevas condiciones, priorizando la difusión de sus trabajos en plataformas virtuales y asumiendo un rol mucho más activo respecto de la venta de los títulos. Allí el cambio fue radical, lo que permitió activar el rubro cuando todo iba cuesta abajo.  

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Guido Arroyo.

“En mayo comenzó, rápidamente, a haber un interés transversal hacia el libro como elemento de primera necesidad para la población. Uno veía que la gente quería el libro para salir un poco de esta realidad pandémica tan brutal y pasó algo muy particular: mucha gente empezó a leer libros de fondo, que son los libros que están atrás del catálogo, pero que no son la novedad. Ahí se fue estabilizando”, dice Guido Arroyo. 

“Fue un año bien anómalo, pero de mucho aprendizaje. Siento que tiene este signo positivo, porque el libro se transformó en una necesidad crucial para gran parte de la población que podía tener acceso a él”, comenta el editor. 

Para Alquimia Ediciones, a esta altura de la crisis, las cuentas son positivas y revelan una cierta estabilidad del proyecto: si en un año normal el calendario contemplaba la publicación de 17 títulos, para 2021 la cifra llega a 16 publicaciones. Incluso, para este año está previsto un compendio de entrevistas a Elvira Hernández y una recopilación de textos de arte que escribió en vida Juan Emar. El mayor desafío, según comenta Arroyo, es adaptarse día a día y desarrollarse de la mano de los distintos eslabones del ecosistema del libro. 

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Gladys González.

La poeta y directora de Ediciones Libros del Cardo, Gladys González, también fue una de las gestoras que debió acomodarse, rápidamente, a las nuevas reglas. Desde 2019, producto de la revuelta popular, fue indagando en distintas formas para llegar a los lectores, integrando libros digitales a bajo costo: “Tuvimos que parar durante 2020 por los desajustes económicos, pero volvimos a retomar la colección”.

“A propósito de los libros, el catálogo y el tipo de autoras que publicamos, hemos podido seguir imprimiendo libros, realizando actividades en Valparaíso, actividades virtuales y ferias de libros. Ha funcionado esta reinvención, pero ha sido bastante estresante, porque no todas las personas saben manejar las plataformas virtuales. Eso ha sido un aprendizaje bastante arduo”, comenta la editora.  

Para la autora, uno de los puntos relevantes de este contexto se vincula a la revaloración del libro. Según dice, durante el segundo semestre de 2020, Ediciones Libros del Cardo vio un incremento en sus ventas producto del interés por la lectura. “En situaciones como éstas, las personas comienzan a necesitar de un apoyo reflexivo y los libros son fundamentales para eso”, sostiene, valorando que el libro hoy sea considerado como un bien esencial. 

“Ésa era una deuda que estaba pendiente. Esta denominación es importante, porque permite la venta y la continuidad del trabajo, porque en este sistema del libro no solo están los escritores y editores, sino que  las imprentas, las librerías, la gente que despacha libros. Entonces, es un primer avance para que el libro pueda ingresar a todos los espacios”, añade la también directora de la Feria Internacional del Libro de Valparaíso. 

“Ahora, creo que lo esencial es el trabajo educativo. Desde la primera infancia la lectura debería ser obligatoria, pero también vinculada a la identidad territorial, donde se habita para que los niños y niñas puedan gozar, realmente, de la lectura y su entorno. Eso es algo básico. La paridad en las lecturas también entrega otra visión del mundo. En el ámbito educativo tiene que generarse un cambio importante”, reflexiona la autora respecto de la cadena del libro, en general. 

Simón Ergas.

Simón Ergas.

Para Simón Ergas, editor en La Pollera Ediciones y productor general de La Furia del Libro, el presente de las editoriales independientes también debe ser analizado desde las diferencias existentes en el mundo del libro: “Los más pequeños no tienen la energía para reaccionar”, dice, señalando que La Pollera estaba en pleno proceso de cambio cuando se paralizó el circuito.  

“Justo entró a trabajar más gente con nosotros, pero no por la pandemia, sino porque íbamos a hacer crecer la editorial. Entonces, se nos hizo muy natural empezar a usar las redes sociales con intensidad. Pero todavía me sigo adaptando (…). Entonces, el público comenzó a  comprarnos directamente: si en la página Web uno vendía cuatro, cinco libros al mes, de pronto toda la gente empezó a llegar a nuestras páginas”, dice el escritor.  

“Lo más impresionante fue que empezamos a mandar libros a regiones donde no hay librerías o donde no hay librerías grandes que trabajen con nuestra distribuidora. Por ejemplo, vendimos un libro de un narrador joven de Valparaíso a Quinta de Tilcoco. Si ese lector no se hubiera metido a Internet a  buscar la venta directa, nunca habría llegado al libro”, añade. 

Simón Ergas también fue testigo del desarrollo de la Furia del Libro en su formato digital. Según dice, el evento fue positivo en el sentido de que se logró dar continuidad a un hito del sector. No obstante, relata que las cuentas no fueron positivas para las editoriales y que el hecho de no poder realizar ferias presenciales afecta muchísimo a la industria en general.

“A las editoriales no les fue muy bien. A pesar de que inventamos un sistema de despacho más barato, muchos no vendieron. En La Furia una editorial pequeña se ubica al lado de una gran editorial. Entonces, esa gran editorial lleva público a esa editorial más chica. En lo digital no pasa eso. La gente va a lo que quiere. No se pudo replicar ese desborde de La Furia”, explica el autor.  

“Fue frustrante para muchos inscritos, para los organizadores. Personalmente, creo que el mundo está cambiando y que hay que estar dispuestos a no aferrarse a los monumentos del pasado. La Furia fue el hito histórico de la emergencia de las editoriales independientes y, si el mundo va a cambiar, quizás La Furia no es la que tiene que dar la respuesta, sino una nueva instancia que tenga un nuevo significado”, plantea el editor. 

Por lo pronto, el reto que se instala para las editoriales independientes se relaciona al cómo seguir activos en un panorama que cambia día a día. Otro aspecto tiene que ver con el cómo fortalecer los lazos con un lector que está cada vez más distante, pero presente desde la Web. Sin embargo, la gran incertidumbre es cómo suplir los ingresos que se daban por concepto de ferias presenciales. Ésa es la gran pregunta que, según intuyen los editores, está lejos de resolverse. 





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