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María Paz Grandjean: “Es completamente inviable seguir viviendo en un estado de impunidad”

En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, la actriz recordó la agresión policial de la que fue víctima en octubre de 2019 a la vez que se refirió a su búsqueda de justicia: “Para mi tiene que ver con generar una cultura de valorización, dignidad y respeto total de los derechos humanos”, dijo.

Abril Becerra

  Jueves 29 de abril 2021 18:42 hrs. 
maria paz g

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El ambiente era distinto ese viernes 18 de octubre. La actriz María Paz Grandjean lo presintió desde el primer minuto. No era el Santiago de todos los días; no era la misma población cabizbaja, cruzando la ciudad de extremo a extremo. Pero, ¿qué más podía suceder? Las evasiones masivas ya llevaban días y el Gobierno parecía no retroceder en el alza del pasaje del transporte.

Durante esa tarde, el panorama se agudizó y la actriz se sumergió en un ajetreo inédito. Para ella no existía opción, ya que a las 20:00 horas debía ser parte de la reposición de La Pérgola de las Flores en una función que se realizaría en el Centro Cultural Gabriela Mistral.  

Por supuesto, nada de eso logró realizarse. La obra fue suspendida y el espacio se transformó, rápidamente, en un centro de primeros auxilios. Por su parte, Grandjean enfrentó un hecho que aún le cuesta asimilar: ser considerada como uno de los primeros casos de violaciones a los derechos humanos en el marco de la insurrección de octubre de 2019.    

“Sentirse víctima implica asumir una humillación, un castigo, una disminución. Entonces, hay algo de eso que es súper difícil de entender”, dijo la actriz, cuyo caso fue retomado el martes recién pasado, luego de que el Séptimo Juzgado de Garantía formalizara al funcionario de iniciales T.R.S. por su agresión, aplicando las medidas cautelares de arresto domiciliario nocturno, arraigo nacional y prohibición de portar armas de fuego.

¿Qué opinión tienes de las medidas cautelares que se aplicaron al funcionario que fue imputado por tu caso? 

El tema del arraigo me parece un poco ambiguo, porque todos estamos un poco con arraigo nacional por la pandemia y siento que todos estamos un poco en arraigo domiciliario. En la forma de vivir, no sé qué nos está diferenciando entre víctimas y victimarios, pero es muy personal lo que digo. Lo que subrayo es el tema del uso de armas, cómo se administra y quienes pueden usar o no armas de este tipo. En ese sentido, siento que esa cautelar es muy importante simbólicamente, porque no sé cómo se verá al interior de la institución que te quiten las pistolas, imagino que no debe ser muy lindo. Pero pienso que los ciudadanos sentimos que hay alguien menos que nos puede disparar. Hay una persona menos con pistola.

Además, estamos hablando de una persona que sigue activa en sus funciones… 

Si. Todo es muy impune al punto de sentir cierto relajo. Cierto descuido.

¿Cómo fue tu rutina ese 18 de octubre? 

Yo iba a hacer mi función. Llegué al teatro súper tarde, porque había problemas desde temprano con el tema de las movilizaciones y la movilización de los transeúntes. Llegué súper tarde a vestirme al camarín, pero, inmediatamente, intuí que era muy difícil que se hiciera la función, porque ya habían lacrimógenas. Hasta que nos avisaron que no se iba a hacer la función y que teníamos que salir. Yo me demoré un poco más en salir. De hecho, tuve la intención de ir a las manifestaciones, pero sentí el olor de la calle y decidí que no, porque uno ya está muy vieja. Ahí busqué para tomar la micro y me sumé a dos o tres personas que estaban gritando, insultando a Carabineros. Ahí vi que uno de ellos me apuntó y me disparó.

maria paz grandjean

En la imagen, María Paz Grandjean.

Según la información presentada por la fiscal Ximena Chong durante la audiencia de formalización, no había grandes multitudes de manifestantes y los vehículos aún podían transitar. ¿Cómo era el ambiente en ese momento?

Todos los que estuvimos en la calle, sabemos la energía que se sintió ese día. Era algo muy particular. Una suerte de efervescencia total, con las calles tomadas, el tránsito al revés. Fuego, humo. Había dos personas un poco más adelante que yo, que los he recordado como dos personas muy jóvenes que fueron a increpar de alguna manera o a hablar cerca a Carabineros. 

¿Qué te pasa cuando la fiscal muestra las imágenes de ese día y te ves en el momento previo de la agresión? 

Es importante lo que preguntas en el sentido de que dibuja una imagen bien rara para mi: me dibuja como víctima. Es súper fuerte el relato de los hechos, porque ya no es solamente tu opinión o tu propio testimonio, sino que es el relato de una verdad. Entonces, lo que estás contando se transforma en un hecho y eso es súper importante.

Y cuando tienes que rememorar ese momento en el que el oficial levanta el arma y te dispara… 

Trauma. Un dolor muy enorme. Un recuerdo de algo como un castigo. Algo así como una humillación que es como la respuesta a tus gritos, lo que es completamente desproporcionado. Ese es el lugar de la víctima. Después es ir entendiendo lo que realmente pasó y ver que es un abuso, algo muy complejo de ir entendiendo con el tiempo. 

¿Quién te auxilia luego de que el oficial te disparara? 

La gente. Los transeúntes atinados de este país que en un dos por tres se organizan y ayudan. Yo tuve prejuicio. No quería que me ayudaran. Viví una situación como de arranque, como de escape. Recuerdo que me ayudaron a controlar eso y que me llevaron a un rinconcito para hablarme, para limpiarme. Pero no recuerdo completamente todo, recuerdo momentos.

Gustavo Gatica quedó en contacto con quienes lo ayudaron. ¿Cómo fue eso en tu caso? 

Si, claro. Es que a mi me pasaron muchas cosas providenciales. Cuando di vuelta la cara, evadí el disparo que debió haber sido a los ojos. Después sentí que la gente me asistió y yo tenía ganas de huir. Providencialmente, me fui encontrando con amigos, con conocidos, hubo tres niñas que me ayudaron mucho, unas cabras medias ángeles.

Tu caso es considerado como el índice de las vulneraciones a los derechos humanos que se dieron en este contexto. ¿Qué te pasa con esa afirmación? 

Fueron varios más, pero hasta el momento, el mío es el primero que va avanzando en términos de que se conoce un poco más. Pero, claramente indica un patrón de comportamiento en tanto conducta de Carabineros de Chile. Indica una forma de actuar, un inicio, una inauguración de un patrón de violación y abuso. 

¿Cómo ha sido la colaboración de Carabineros en la investigación de tu caso? 

Hubo una negación respecto de que no hubo carabineros. Yo me rio, porque eso no es viable. 

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Imagen previa a la agresión en contra de María Paz Grandjean.

¿Cómo has vivido este tránsito de búsqueda de justicia? 

Ahora estoy relajada. Me distraigo. Estoy tranquila, pero estuve muy tensa, muy apretada. Son varias cosas las que se juntan. El tema de ser agredida por parte de un funcionario del Estado tiene que ver con hartas cosas como, por ejemplo, ser mujer, porque, de los tres transeúntes que había en el sector, yo era la única mujer. Hay vulneraciones súper graves en ese sentido. Entonces, lo que espero es que esto no se vuelva a repetir en tanto ser una persona nacida y criada en dictadura con todo tipo de violencias dejadas en total impunidad. Es completamente inviable seguir viviendo en un estado de impunidad así. 

¿Cómo estás hoy de tus lesiones? 

Súper bien. Tengo secuelas más internas. Encuentro que es un milagro cómo me he mejorado, pero es un milagro de mucha gente: kinesiólogos bacanes, doctores bacanes, mi mamá, mis amigos. De alguna manera, se activó una red de colaboración que me salvó plenamente. 

¿Cambiaste mucho después de esa tarde? 

Si, me cambiaron muchas cosas: las prioridades, el Excel, los datos, el tiempo, pero más allá, uno es la misma. Lo que pasa es que otras cosas agarraron más importancia y más horas de concentración. 

Uno podría pensar en una María Paz más rabiosa…

Obvio que tengo rabia. Desde antes que me disparan tengo rabia. El disparo lo vino a comprobar de manera muy atroz, pero esto es algo que viene desde hace tiempo y cuando uno dice no más impunidad, uno dice no más impunidad. 

¿Has vuelto al sector donde el oficial te disparó? 

Miles de veces. La primera vez que fui al Colegio Médico, estaba deforme y me tapé la cara y lo visualicé de lejos. Viéndolo así, dije: “Acá el miedo no gana. No puede ser otra vez”. Hay miedo siempre, pero hay que superarlo. 

¿Qué esperas más allá de que exista justicia frente a tu caso? 

No sé si lo puedo dirigir directamente al castigo al agresor, el imputado en este caso. Para mi tiene que ver con que la justicia tiene que funcionar hacia acá, las leyes tienen que funcionar hacia nosotros, la policía debe protegernos a nosotros. Tenemos que retomar todas estas institucionalidades hacia acá. En el fondo, generar una cultura de valoración, de dignidad y de respeto total de los derechos humanos, una cultura que sea de eso. Eso es lo que espero. 

Imagen principal: Pepe Guzmán en el cortometraje No era depresión era capitalismo.
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