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¿Otra corporación municipal en Ñuñoa? No, gracias

Columna de opinión por Emilia Ríos
Jueves 29 de abril 2021 11:51 hrs.


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En momentos de elecciones municipales, es común que aparezcan las recetas mágicas para enfrentar problemas sentidos por la comunidad, que cuentan con poco sustento. Las campañas en Ñuñoa no se quedan atrás. De la mano del candidato oficialista de Chile Vamos nos encontramos con la propuesta de crear una “Corporación municipal de Seguridad”, que en sus palabras permitiría “inyectar recursos frescos” al área de seguridad en la comuna de Ñuñoa y aumentar las contrataciones. Esta no sólo se trata de una propuesta engañosa, que no cumplirá lo prometido, también es continuar insistiendo en un modelo de privatización de los recursos públicos, traído directamente de la dictadura y profundizado en el modelo neoliberal actual. Aprovechemos entonces de tomar este ejemplo que nos trae la campaña para tener una conversación de fondo: las corporaciones municipales deben transformarse sustantivamente, o bien, desaparecer.

Las corporaciones municipales son instituciones de derecho privado, sin fines de lucro, regidas por un directorio presidido por el alcalde o alcaldesa, socios y una asamblea general a la que se le debe “rendir cuentas”. En el caso de la municipalidad de Ñuñoa, al alero del alcalde designado Luis Navarrete, se creó la Corporación Municipal de Desarrollo Social (CMDS) en 1982, encargada de administrar la Salud y Educación comunal. Con posterioridad, se crearon las corporaciones de Cultura y Deportes, aunque estas se fundan ya no en el decreto con fuerza de ley N° 1-3.063 , sino en la Ley Orgánica de Municipalidades. Si bien hay algunas diferencias entre ambas, en lo práctico se trata de entes privados, con menos instancias de control administrativo y financiero que el municipio y menores obligaciones de transparencia que este.

¿Cuáles serían sus supuestas ventajas? En teoría, estas corporaciones podrían atraer recursos desde el sector privado para las áreas que les correspondan, incluso a través de donaciones anónimas, con todos los riesgos asociados a la probidad que esto podría suponer. Por supuesto, nada nos asegura que estos recursos lleguen, y la práctica nos muestra que esto de hecho, no pasa. En general, y también en Ñuñoa, la capacidad real de las corporaciones de levantar aportes del sector privado tiende a cero y funcionan con los recursos que el mismo municipio o el gobierno central les traspasan. O sea, de recursos “frescos”, nada. Por otra parte, y en relación a los fondos concursables de los que dispone el Estado, los municipios no tienen ninguna desventaja en comparación a las corporaciones municipales a la hora de postular y adjudicarse proyectos.

Otra supuesta ventaja de una corporación por sobre el municipio radicaría en la calidad contractual de los funcionarios, adiós Estatuto Administrativo de los Funcionarios Municipales, bienvenido Código del Trabajo. Si bien el primero tiene muchos defectos, al menos establece claridades para todos: una escala de remuneraciones válida para los cargos municipales. Al contrario, en las corporaciones parte de los sueldos están sujetos a negociaciones entre privados que no necesariamente se condicen con los mejores intereses para la ciudadanía. Esta es una tendencia que el Consejo para la Transparencia observó ya en 2016 mediante un estudio en 23 comunas, en el que se encontró que las corporaciones a cargo de salud y educación duplicaban el gasto en remuneraciones en comparación a sus municipios .

Solo para ilustrar este punto, en la CMDS, 4 cargos directivos han visto aumentos significativos en las remuneraciones brutas, que a simple vista son difíciles de comprender con los escasos elementos que encontramos en el Portal de Transparencia. Si comparamos las remuneraciones que recibieron en el mes de enero de 2020 y enero de 2021, se observan aumentos porcentuales que van desde un 58% para el secretario general, un 60% para el asesor jurídico, un 65% para quien dirige educación, hasta llegar a un impresionante 87% de aumento para el director de salud, sumando entre los cuatro cargos un total cercano a los $40 millones de pesos, más que el equivalente a cuatro senadores o diputados. Esta tendencia ascendente, entre 2018 y 2020 ha significado un incremento de remuneraciones brutas promedio de un 45% para el secretario general, 36% para el director de salud, 47% para la directora de educación y 106% para el cargo de asesor jurídico.

Ni la ciudadanía ni el Concejo Municipal tiene libre acceso a las actas del directorio – que preside el alcalde- que deberían sustentar estos cambios y como vecinos y vecinas, no nos queda más que confiar en esta alambicada estructura de toma de decisiones que define cómo se gastan nuestros recursos. Y esos son los casos que conocemos, puesto que ni la Corporación de Cultura de Ñuñoa ni la Corporación de Deportes mantienen algún portal voluntario de transparencia activa en sus respectivas páginas web, y lamentablemente tampoco están obligadas a hacerlo. De este modo, no sabemos a ciencia cierta las modalidades y criterios de contratación que priman al interior de estas corporaciones, -como por ejemplo, en la contratación de productoras o talleristas que merecen condiciones laborales dignas- y, por lo tanto, perdemos un espacio relevante para propender a una buena rendición de cuentas.

Las elecciones pueden ser una gran oportunidad para poner en la discusión pública soluciones a problemas sentidos por la comunidad. En este contexto, no podemos proponer medidas que sacrifiquen la rendición de cuentas y transparencia en pos de supuestas mejoras a la gestión. El espíritu de los tiempos nos exige avanzar en ambas dimensiones simultáneamente y la comunidad ñuñoína no merece menos que eso. Para la seguridad en Ñuñoa, contamos con una Dirección de Seguridad Pública ya creada, que debería ser evaluada en profundidad, de cara a la ciudadanía y con un enfoque comunitario para continuar potenciando su rol preventivo y de coordinación.

¿Y con las corporaciones que ya existen? Partiremos con una auditoría profunda, e implementaremos una mayor transparencia y rendición de cuentas en todas ellas, yendo mucho más allá de lo mínimo que exige la ley. Al mismo tiempo, fijaremos estándares objetivos y públicos para definir las remuneraciones derivadas del Código del Trabajo, basados en el principio de que ningún directivo pueda exceder una remuneración bruta superior a 20 veces el sueldo mínimo y, por otra parte, que ningún trabajador a tiempo completo gane menos de dos sueldos mínimos.

No necesitamos otra corporación más. Luego de 24 años de opacidad, necesitamos transparencia. Un municipio y una corporación que asuma el único compromiso que debiese tener una gestión pública: estar del lado de vecinas y vecinos.

Emilia Ríos es concejala y candidata a la alcaldía de Ñuñoa.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.