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Análisis

Investigación sobre Manuel Rodríguez: la historia sin mitos

Columna de opinión por Rogelio Rodríguez Muñoz
Lunes 10 de mayo 2021 17:53 hrs.


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Confieso que sabía poco de este héroe de nuestra patria antes de que llegara a mis manos el libro de Javier Campos Santander Tras la huella de Manuel Rodríguez. Sabía que, siendo un muy joven abogado, Rodríguez abrazó la causa de la independencia, que combatió valientemente a los realistas aplicando métodos de guerrilla, que con mucho ingenio se disfrazaba y así burlaba a soldados y hasta al mismísimo gobernador Casimiro Marcó del Pont y que fue asesinado en Tiltil (como canta la tonada: en Tiltil lo mataron los asesinos) y que O´Higgins tuvo implicación en la siniestra maniobra.

Javier Campos nos obsequia una acuciosa investigación preparada con amplia bibliografía de apoyo.  Su trabajo es serio: contrasta informaciones, revisa documentos, rastrea testimonios y advierte cuando lo que se dice es fruto solamente de relatos orales sin fundamentos firmes.  Señala así su propósito indagatorio:  “Esta biografía es el resultado de un proceso donde confluyen la utopía de abordar la historia desde la objetividad absoluta y la máxima de despojar al biografiado de la mitología, los juicios infundados, las exaltaciones desmedidas y, muy especialmente, de aquellos estatus decimonónicos como el de “héroe” o “Padre de la Patria”, que solo contribuyen a perpetuar los semidioses de bronce y nos alejan de los hombres de carne y hueso, con sus luces, sombras y claroscuros”.  Hay indudablemente pasión y entusiasmo en este escrito, pero también –y junto con ello– el constante sometimiento a la mirada crítica de una tradición no siempre fiel al retrato cierto del hombre y su época.

Aprehendemos, a través de las páginas, muchos datos poco conocidos de la vida de nuestro héroe Manuel Javier Rodríguez Erdoíza desde su nacimiento, el 25 de febrero de 1785, hasta su muerte, el 24 de mayo de 1818, cuando contaba con apenas 33 años.

La figura de José de San Martín como nuestro libertador  –con su proyecto de invasión de Chile como parte de un plan continental de emancipación de las colonias españolas en América y, asimismo, sus esfuerzos para formar el Ejército Libertador– queda muy patente en esta indagación. También su creación del trabajo de Rodríguez en Chile, entre los años 1816 y 1817, como espía y guerrillero.  Para esta “guerra de zapa” nuestro héroe Rodríguez formó alianza con el bandido José Miguel Neira, quien puso a su disposición su banda de salteadores.  Así se hizo fuerte Manuel Rodríguez.

Las anécdotas reveladoras de la habilidosa inventiva de Rodríguez, verdadero maestro del disfraz,  en sus misiones de espionaje no faltan en este examen. Tampoco la mención a la llamada Logia Lautarina, agrupación de líderes revolucionarios que, más que una asociación masónica (como se ha tildado por algunos investigadores), fue una organización secreta de carácter político y militar.

“Mártir” titula el autor al último capítulo de su obra. Apoyándose en las escasas fuentes con que se cuenta, nos muestra el trágico final de Manuel Rodríguez: su asesinato en las cercanías de Tiltil, cuando un batallón –por órdenes de Bernardo O’Higgins que lo veía como un peligroso adversario político–  lo conducía, arrestado, hacia la costa para embarcarlo y sacarlo del país.  Este crimen, perpetrado por el coronel Rudecindo Alvarado junto a otros soldados, nunca fue suficientemente aclarado porque O’Higgins no puso empeño alguno en concluir debidamente el proceso judicial.

Hasta el día de hoy, tampoco, no hay certeza dónde se encuentran enterrados los restos del héroe. A juicio de Javier Campos, faltan más investigaciones para que nuestra historiografía salde la ya bicentenaria deuda con la memoria de Manuel Rodríguez.

Sin embargo, nuestro autor ha avanzado un gran trecho siguiendo la huella del guerrillero, entregándonos una obra sólida e instructiva, merecedora de reconocimiento no solo por su valor académico sino porque provee una visión histórica desmitificadora al alcance de todo lector.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.