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Desquebrajar la heteronorma y avanzar hacia el resguardo de derecho a la diversidad sexogenérica en nuestras escuelas

Columna de opinión por Marcela Bornand Araya
Lunes 17 de mayo 2021 18:51 hrs.


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El 17 de mayo se celebra a nivel internacional el día contra la homo, lesbo, bio y transfobia. ¿Por qué esta fecha? Porque un 17 de mayo de 1990 se elimina del manual de Diagnóstico Psiquiátrico (DSM IV) la homosexualidad como una enfermedad. Esta conmemoración nos da la oportunidad de pensar hoy críticamente en la situación actual del sistema educacional en relación al resguardo del enfoque de derecho y al aseguramiento de procesos educativos libres de discriminación y violencias a las diversidades sexogenéricas, en toda la amplitud de éstas.

Esta es una reflexión que las oleadas disidente-feministas de los últimos años nos han vuelto a poner frente a la vista como un imperativo educativo, ético y político, que entendamos, no tiene que ver con disposiciones personales, ni voluntariedades, sino con el resguardo de la dignidad y derecho de las personas.

Lamentablemente pensar en la homo, lesbo, bio y transfobia nos sitúa en el espacio de la violencia y vulneración de derecho dentro de la escuela. Nos sitúa en el miedo que sienten niñes en su diferencia frente a la heteronorma imperante. Nos sitúa en las burlas de las cuales siguen siendo objeto quienes salen de los márgenes de la ‘normalidad’ heteropatriarcal, nos lleva a mirar con atención las agresiones físicas y psicológicas que aún subsisten en el plano de lo invisible. Emerge así, una urgencia para la reflexión educativa, y que llama a integrar a nuestra mirada la importancia de ‘reconocer’ y ‘actuar’ con convicción e intencionadamente en aquellos procesos de exclusión y violencias sexogenéricas que siguen operando en la cotidianidad de la escuela.

Con cuánta urgencia aparece entonces el trabajar en la intervención activa e institucional en términos de resguardo de la inclusión de las diversidades en toda su amplitud, entendiendo que las exclusiones no necesariamente se efectúan por ‘acción’, sino también por omisión, donde generalmente opera el juego silencioso -pero muy efectivo- de la violencia estructural de la sociedad. En este sentido, la perspectiva de inclusión sexogenérica en las escuelas debiese permear todas las lógicas de pensamiento y administración educativa que allí se den, trabajando articuladamente desde la gestión directiva, la construcción curricular y el pensamiento pedagógico para asegurar espacios e interacciones libres de violencia. Pero sin duda esto no se hace desde un equipo escolar sentado en una oficina, sino que se hace en comunidad, desde el trabajo colectivo, y con voz y participación protagonista de niñes y jóvenes.

 

Ahora bien, el desafío sin duda no es fácil, pero sí es urgente. Esta urgencia llama a la reeducación comunitaria respecto a una perspectiva crítica de género que permita, como plantea la maestra Silvia Rivera Cusicanqui, reconocerse desde la multiplicidad de lo humano, donde no se trata de negar una identidad para afirmarnos en otra, o de aprendernos un glosario de nuevas categorizaciones para fijar identidades sexogenéricas, sino que consiste en aceptar la diferencia, la diversidad, como parte constitutiva de la condición humana. Así, quizás más que hablar de inclusión escolar, desde la lógica normalizadora de los incluidos, sería relevante hablar de expansión de los márgenes escolares para todes.

Ahora bien, esto no puede ser sólo un trabajo de las comunidades escolares, aquí debe haber un posicionamiento y apoyo desde las políticas educativas, donde emerge como prioridad avanzar hacia una Ley de Educación Sexual Integral en Chile, que permita verdaderamente educar en este ámbito, con real acompañamiento y financiamiento estatal que permita fortalecer equipos, desarrollar formación, y que venga a reforzar principalmente en términos curriculares transversales la importancia de educar con perspectiva antisexista para resguardar el derecho a una educación en igualdad de oportunidades para niñes y jóvenes.

Para terminar, y reversionando las palabras de Lemebel en su manifiesto por la diferencia: “Queremos que todes les niñes vuelen con sus alitas de diversos colores y tamaños, queremos que la escuela les dé a todes un cielo en el cual volar”.

 

Marcela Bornand Araya

Coordinadora del Núcleo de Estudios en Ciudadanía, Convivencia y Género del Centro de Estudios Saberes Docentes de la Universidad de Chile.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.