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Año XVI, 19 de abril de 2024


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Languidez pandémica, el nuevo estado emocional causado por el Covid-19

Desmotivación, falta de energía y una sensación de estancamiento es lo que los especialistas describen como "languidez pandémica". La llegada del COVID-19 hizo que muchas personas cambiarán sus rutinas diarias. El teletrabajo, el distanciamiento social, las cuarentenas, las cifras de nuevos casos que no dan tregua han hecho que las personas sientan que los días transcurren similares. Especialistas de la U. de Chile, analizan esta nueva condición y entregan luces de cómo enfrentarlo.

Maritza Tapia, Prensa U. de Chile.

  Domingo 30 de mayo 2021 11:21 hrs. 
languidez pandémica

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“Siento que todos los días son iguales”. Es lo que en más de una ocasión hemos escuchado decir a algún amigo, familiar, compañero de trabajo o incluso nosotros mismos hemos experimentado esa sensación. La pandemia, en la que llevamos más de un año, ha hecho que nuestra forma de vivir y de relacionarnos con otros haya cambiado. El encierro, las cuarentenas, la limitación de desplazamiento, el teletrabajo y la incertidumbre hicieron que nuestro ánimo también se modifique.

La psicóloga y académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, Vanetza Quezada, explica que dada la situación actual las personas podrían estar desencadenando un estado emocional cercano a la desmotivación. La especialista plantea que el año pasado, cuando se inició la emergencia sanitaria, “estaba la idea de que la pandemia, algo desconocido, nuevo, que se ve súper amenazante, despierta nuestro sistema de alarma y nos lleva a reaccionar con emociones más cercanas al miedo y la ansiedad, que son las respuestas naturales ante las situaciones amenazantes. Sin embargo, ahora pareciera ser que ese estado anímico ha estado cambiando”.

Asimismo, Rodrigo Gillibrand, psiquiatra y académico del Departamento de Psiquiatría Oriente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, describe este estado de languidez, “parecido a lo que podríamos pensar de un sentimiento de desvitalización, de no tener chispa por las cosas, de estar funcionando en un estado de ya no estar tan asustado, ni tan deprimido, ni con tanta ansiedad, pero sí con poca vitalidad para las cosas que vienen. De que no estamos con un completo bienestar, no estamos deprimidos, pero sí hay una suerte de que falta el deseo”.

Por su parte, la profesora de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile y del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de nuestro plantel, Marcela Ferrer, considera que “hay un problema de agobio porque son muchos meses de pandemia, además nosotros veníamos del estallido, el que ya rompió nuestra sensación de normalidad aparente”. Añade además que “la incertidumbre, el cansancio, el encierro, todo eso son situaciones que pueden llevar a una desmotivación o a este concepto de languidecer”.

La académica afirma que los problemas de salud mental que están presentando las personas van más allá de la pandemia, y que una solución debe abarcar múltiples factores. “No se resuelve con atención psicológica, psiquiátrica, con recetas, sino que con intervención social, económica y cultural. Es decir, pensar en los determinantes sociales de la salud mental, y mientras eso no se solucioné, mientras no trabajemos en la crisis social y económica que estamos viviendo es difícil que salgamos de este estado de languidecimiento”, apunta la académica.

La profesora Vanetza Quezada apunta a que a un año del inicio de la pandemia hay otros factores que entran en juego y pareciera que nada cambia. “Parece que nada cambia, (…) con la aplicación de vacunas, con todas las medidas de cuidado, aislamiento, cuarentenas, seguimos con índices de contagios sumamente altos, entonces, a pesar de todo lo que hacemos nada funciona y esa idea, eso es lo que en términos psicológicos o la investigación básica ha demostrado o llamado incontrolabilidad, es decir, la sensación de que haga lo que haga, nada tiene un resultado”.

¿Cómo enfrentamos la languidez pandémica?

Rodrigo Gillibrand explica que cuando uno se siente desvitalizado es difícil pensar en acciones que se puedan comenzar a hacer. Para eso, dice, “tenemos que pensar a fantasear, y a soñar con nuestros propios elementos de qué harías sí en un futuro esto cambia. Y ahí como que le damos un poquito más de vitalidad a nuestro cerebro y podemos embarcarnos en ciertas cosas que son cosas que se hicieron el año pasado”.

Adicionalmente, aconseja que lo importante es darse el espacio para hacer otras cosas y salir un poco de la rutina. “Puede ser ver una serie, leer un libro, escribir algo, desarrollar algún curso nuevo que te tenga como enfocado, meterse a un curso aprender a tocar un instrumento, jardinería, esas son cosas que uno tiene que buscar, recursos que te puedan hacer enfocarte en una tarea y salirte de la misma rutina. Eso creo es lo que tenemos que trabajar ahora, es mantener nuestro cuidado de alimentación, de sociabilización, pero también tratar de buscar nuevas cosas que se puedan hacer dado el contexto”, sostiene Gillibrand.

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