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Gilberto Aranda y crisis en Nicaragua: “Si continúan estas condiciones de represión y control absoluto lo que habrá es un simulacro de elecciones”

El académico del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile analizó la situación que atraviesa el país centroamericano y proyectó los próximos comicios. "Si continúan estas condiciones de represión y control absoluto de cualquier tipo de incidencia, lo que habrá es un simulacro de elecciones", sentenció.

Claudia Carvajal G.

  Sábado 26 de junio 2021 14:43 hrs. 
Gilberto Aranda

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A cinco meses de la elección presidencial en Nicaragua, el presidente de ese país, quien se encuentra en el poder desde 2007 y busca un cuarto periodo, Daniel Ortega, justificó la detención de 19 opositores a su gobierno acusando un intento de golpe de Estado.

“Están gritando los enemigos de la revolución, los enemigos del pueblo, que pobrecitos, que cómo es posible que estén detenidos, que estén procesados, y lanzando campañas en contra de Nicaragua”, indicó el mandatario el miércoles recién pasado en una aparición pública.

En cuanto a los representantes de la oposición que fueron arrestados, Ortega aseguró que se trata de “agentes, empleados de buena gana del imperio yanqui” y que “conspiran para derrocar al gobierno de Nicaragua y eso no es nuevo”, en alusión a las protestas de abril de 2018.

Para entender mejor la compleja situación que atraviesa la sociedad nicaragüense, nuestro medio conversó con el analista internacional Gilberto Aranda, académico del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.

Este año se ha producido un recrudecimiento de la crisis política en Nicaragua a meses de una nueva elección presidencial ¿Cuáles son las causas de esta nueva crisis en ese país de Centroamérica?

En Nicaragua se vive una crisis no solo ahora, sino que viene por lo menos desde 2018 cuando, en una serie de manifestaciones en contra del gobierno de Ortega, murieron más de 320 personas. Una cifra altísima desde cualquier punto de vista, supera la letalidad de los casos de las protestas de Chile y Colombia combinados y en un país que no tiene dimensiones geográficas ni demográficas similares. La muerte de un civil siempre es un motivo de pesar, pero la gravedad de esta crisis que se viene arrastrando hace al menos 5 años es suma y lo que hemos podido apreciar es que hay una deriva autoritaria, de un gobierno que fue electo en las urnas y que ya va en una re-re elección y ese es un expediente que se ha consagrado incluso en algunos ordenamientos jurídicos. Y que, a la postre, significa que llegan élites con muchas promesas de cambio y aun cuando algunos de ellos se producen, se van anquilosando, enquistando en la vida política de los países.

Ello habla de lo saludable que es el cambio y, claramente, con Ortega, tenemos un expediente de ese tipo de re-elección permanente, en un camino para perpetuarse en el poder que cuenta, esta vez, con la vicepresidencia de Rosario Murillo, su esposa, donde ambos gobiernan como una verdadera diarquía. Por eso ha habido enfrentamientos severos con la oposición, y eso es esperable, pero dentro de marcos legales y a través de un conflicto político, no a través de destierros, o de detención de liderazgos políticos que se perfilan para las candidaturas presidenciales. Todo bajo una legislación aprobada, pero que ha sido rechazada por buena parte de la sociedad civil internacional y particularmente, algunas de alto crédito como la oficina de la Alta Comisionada para los DD.HH de la ONU.

Tanto México como Argentina llamaron a sus embajadores en Nicaragua a consulta ¿Se puede considerar esto como una sanción de parte de países que se consideran “aliados” a Ortega?

Significa que algunos mandatarios que forman parte del Grupo de Puebla, más Argentina que México, ya que en ese último país la doctrina Estrada está muy en la mente de Andrés Manuel López Obrador, pero que definitivamente podríamos decir que este grupo rechaza el neoliberalismo y la globalización neoliberal, han tenido fuertes críticas a este proceso o deriva autoritaria del gobierno sandinista, lo que da cuenta de la ampliación de la oposición internacional al gobierno de Ortega y Murillo. Por lo tanto, le quedan pocos aliados internacionales a Ortega, básicamente Caracas. En general, está siendo repudiado por el mundo conservador y también por el progresista. En este contexto, la coyuntura internacional que es más bien heterogénea con un gobierno que está instalándose como es el de Estados Unidos, le ha favorecido. No se va a optar por la estrategia de los Ochenta de poner a los contras al movimiento sandinista, sino que más bien se está tratando de usar el arma de la presión diplomática.

 

ortega murillo

Rosario Murillo y Daniel Ortega

Lo que es muy importante es lo que pueda hacer la sociedad civil nicaragüense, pues lo internacional es facilitador de lo nacional en estos conflictos. Pese a que creo que no debe haber injerencia, la excepción está dada por los casos de violaciones masivas y sistemáticas a los DD.HH y eso ni de lejos significa una intervención militar, pero sí puede haber una presión fuerte de la sociedad internacional para lograr acompañar a aquel sector de la sociedad civil que está siendo golpeada por un gobierno de estas características.

Pero más allá de lo que hizo México y Argentina, lo que es más gráfico es que una parte del movimiento sandinista se ha retirado de la estructura partidaria para pasarse a la oposición. Eso es sintomático.

En las últimas semanas se ha dado una oleada de arrestos y detenciones de personas de alta connotación pública, incluso presidenciables. A la vez, muchos periodistas están saliendo de Nicaragua denunciado persecución. Pese a la exigencia de liberación de parte de la comunidad internacional, Ortega se ha negado acusando intentos de golpe de Estado. ¿Hay fundamentos en las declaraciones del presidente nicaragüense?

Hay una criminalización de la oposición en general. A partir de un aparato legal instalado hace meses atrás y en el que, ante las sospechas de cualquier viso de oposición al gobierno, se estaría ante injerencia externa o que las organizaciones internas que reciben aportes internacionales deben declararse como organizaciones internacionales, hay una categórica presión desde el gobierno a cualquier crítica opositora. Así, en el caso de los periodistas que han salido al exilio, es porque no encuentran las garantías mínimas para poder desarrollar esa función crítica en la sociedad. En ese marco, lo que hay es un gobierno que hace uso de diferentes armas para enfrentar cualquier oposición y que ésta siempre es interpretada como injerencia externa, pero que claramente está entrando en un callejón sin salida, porque incluso se ha desechado la vía de mediación internacional de la Iglesia Católica. Esta es una crisis nacional que tiene resonancias e implicancias para todo Centroamérica y el Hemisferio. Estamos ante la situación que ocurre cuando un poder que busca el cambio se parapeta en posiciones absolutamente radicales de perpetuidad en el poder, porque considera que nadie puede hacer su trabajo. Ha habido países como Bolivia que hicieron un derrotero de cambio sin llegar a este extremo, pero en el caso de Nicaragua este proceso de cambios necesario, devino en un franco autoritarismo.

Ortega fue uno de los líderes del sandinismo que derrocó a la dictadura de Somoza. En su opinión ¿busca perpetuarse él mismo al mando de Nicaragua?

No solo es eso, sino que ha ordenado la detención de algunas de las personas que lucharon con él para liberar a Nicaragua. Este es el contrasentido, la paradoja del poder por el poder que generalmente no está en el momento inicial, sino que se va desarrollando en el tiempo. Ortega, frente a los gobiernos que estaban en sintonía con Washington, con elementos neoliberales del año 90 al año 2006, propuso un cambio, un giro socialista, humanizador, un proyecto colectivo que por cierto era legítimo y esperado por muchos nicaragüenses, pero cuando eso se transforma en el poder por el poder lo que queda por decir es que en algunos gobiernos de la ola rosada ha primado la idea del líder sempiterno, que tiene un principio y no tiene fin. Un elemento al que se debe prestar atención de cuando se empiezan a cruzar las líneas del autoritarismo, es precisamente, la persecución a la prensa que hace el trabajo de transparentar lo que está ocurriendo. Cuando la prensa empieza a ser acosada, es porque algo debe estar pasando. Este proyecto quiere ser impuesto a como dé lugar contra quién sea, con liderazgos que no quieren renovarse. Ese ha sido el problema de unos gobiernos muy específicos de la ola rosada.

¿Cómo proyecta la próxima elección en Nicaragua?

Si continúan estas condiciones de represión y control absoluto de cualquier tipo de disidencia, lo que habrá es un simulacro de elecciones y, por eso, habrá una serie de organizaciones internacionales y de la sociedad civil que reclamarán de los procesos internos y ello podría llevar a una situación aún más grave y letal que en 2018. Eso, a menos que Ortega se avenga a negociar de verdad algún tipo de salida que involucre movimientos en el poder y que signifiquen renovación. Aunque la decisión la toman los nicaragüenses, sería saludable una señal de negociación efectiva.

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