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Año XVI, 19 de abril de 2024


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La Convención Constitucional debe trabajar de manera participativa, transparente y de cara a la ciudadanía

Columna de opinión por Ana Piquer
Viernes 2 de julio 2021 11:53 hrs.


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Este domingo 4 de julio presenciaremos un hito histórico: la instalación de la Convención Constitucional. Veremos cómo empieza a materializarse el sueño de una nueva Constitución para Chile, construida por la ciudadanía. La escribirá una Convención Constitucional paritaria, con representación de pueblos originarios, diversa y representativa. Algo que hace pocos años parecía imposible.

Pero nos tocará mantener la atención en el proceso. Como ciudadanía tenemos el derecho y el deber de saber lo que hace la Convención Constituyente, y también del apoyo que el gobierno dé a su trabajo, en el rol que le corresponde.

En este sentido, será importante exigirle a la Convención Constitucional que trabaje de manera participativa, transparente y de cara a la ciudadanía. Fue esta la que consiguió, protestando en las calles, llegar a este momento. Ahora toca seguir atentos/as. La primera discusión que tendrá la Convención Constitucional será definir la manera en que va a funcionar, acordando un reglamento. Aquí será importante que determinados estándares de participación ciudadana y transparencia queden debidamente resguardados.

También será fundamental exigirle a la Convención Constitucional que no olviden nunca que los derechos humanos deben ser la base de todo su trabajo. La nueva Constitución debe integrar los derechos humanos desde toda perspectiva: el reconocimiento del valor de los tratados internacionales, la consagración de derechos a la altura de esos estándares y una institucionalidad que efectivamente dé garantías de respeto, protección y cumplimiento de esos derechos.

Respecto del gobierno, preocupa la denuncia realizada por las 20 personas electas constituyentes pertenecientes a primeras naciones, quienes realizaron diversas solicitudes relativas a sus necesidades culturales específicas – tales como contar con interpretación a su lengua, la realización de determinadas ceremonias, tener compañía de determinadas personas clave – que han sido todas negadas. La inflexibilidad del gobierno habría llegado incluso al punto de negarse a izar la bandera mapuche, solo “la bandera chilena”. Esto ha hecho que algunas personas de primeras naciones hayan puesto en duda su participación en la ceremonia de instalación.

Esta inflexibilidad no tiene ninguna justificación. Integrar a personas de pueblos originarios a la Convención Constitucional no se limita a “darles algunos cupos”. Se trata de integrarles verdaderamente mediante un diálogo intercultural, entendiendo sus derechos individuales y colectivos en cuanto son integrantes de un pueblo originario, y buscando mecanismos para respetar esos derechos y atender las necesidades específicas que surgen de ello. El objetivo de una Convención Constitucional diversa es, precisamente, valorar esa diversidad, aprender de ella, y respetar las necesidades de cada quien dentro de esa diversidad, más aún tratándose de primeras naciones.

Esto no puede marcar la pauta de la relación entre el gobierno y la Convención Constitucional, esta debe facilitar en lugar de entorpecer, promover derechos en lugar de denegarlos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.