Fue la tercera gran manifestación nacional desde el mes de mayo contra el presidente Jair Bolsonaro y su gestión de la epidemia causada por el COVID. El sábado, miles de brasileños salieron a las calles de las principales ciudades e incluso en Europa.
Los medios locales indicaron que las mayores protestas se vieron en Sao Paulo, Rio de Janeiro, Recife, Belo Horizonte y Brasilia. El ultraderechista tiene el mérito de congregar no solo el enojo de la opinión pública, sino también el de un amplio sector de la oposición y hasta de grupos conservadores.
A la presión de la calle contra Bolsonaro, quien se presentaba como el “campeón anticorrupción”, se suman las acusaciones de sobornos en la compra de vacunas contra la pandemia, que han salpicado al gobierno desde finales de junio, en momentos en los que Brasil superó las 520 mil víctimas mortales de la crisis sanitaria. El escándalo implicó al director de logística del Ministerio de Salud, Roberto Dias, quien presuntamente habría solicitado un dólar por cada dosis comprada por el gobierno, 400 millones de AstraZeneca. La revelación de esta información por el periódico Folha de Sao Paulo, provocó la destitución de Dias.
Esto también incitó a tres senadores a pedir la apertura de una investigación ante la Corte Suprema, procedimiento que podría provocar la destitución del jefe del Estado por “omisión de señalamiento de intento de corrupción”, aunque los expertos consideran que su destitución es poco probable. A esto se suman otras irregularidades en la adquisición de vacunas por parte del ministerio de salud brasileño que han llenado páginas en diversos medios locales.
La marcha el sábado en Rio de Janeiro fue masiva, al igual que en Sao Paulo, epicentro de la pandemia. Los manifestantes criticaron a gritos la miopía del mandatario, quien ha subestimado los estragos causados el coronavirus, en un país de más de 211 millones de habitantes.
Además de pedir la salida de Bolsonaro y más vacunas, las manifestaciones sirvieron para desempolvar viejas reivindicaciones como la lucha contra la pobreza y el hambre. Según datos de 2020, cerca de 19 millones de brasileños sufren de hambre.
Otras manifestaciones contra Bolsonaro se llevaron a cabo en países como Alemania, Holanda, Irlanda, Austria, Suiza y Portugal.