Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 28 de marzo de 2024


Escritorio
Género

Mujeres y voz pública ¿ciudadanía inconclusa?

Columna de opinión por María de los Angeles Fernández Ramil
Martes 20 de julio 2021 12:41 hrs.


Compartir en

Muchos de quienes observan Chile desde afuera resaltan un aspecto particular de un proceso que, como el constituyente, es inédito en su historia. La conformación del órgano que elaborará la nueva carta fundamental con criterio de paridad de género, al que se suma la existencia de cupos reservados para los pueblos indígenas, lleva a señalar que tal nivel de inclusión de la diversidad no solo ha corrido una frontera de representación política. Viene, de alguna forma, a instalar un estándar de cumplimiento internacional que servirá como referencia para procesos similares.

En otra perspectiva, la paridad constituyente actúa como el dios Jano de la representación política de las chilenas, instalando una dualidad donde ese principio se proyecta hacia el futuro mientras, por contraste, subsiste  un pasado que podemos encontrar, por ejemplo, en el Congreso chileno. Al día de hoy, cuenta con una composición de 23% de mujeres frente a 77% de hombres. Con tales datos, la Unión Interparlamentaria Mundial (UIP), en 2019, ubicaba a Chile en el lugar 84 en cuanto a representación femenina en el poder legislativo en el mundo.  La misma situación se encuentra a nivel de las autoridades regionales y municipales con el agravente de que, en la elección de las mismas, no se aplicó ninguna regla: ni la paridad de género de la Convención Constituyente ni tampoco la cuota de género que se considera para las elecciones parlamentarias.

Así como se trabaja y se seguirá trabajando por la participación equilibrada de género en las instancias de toma de decisión política, hay otros donde las mujeres estamos desigualmente presentes que han comenzado a ser objeto de preocupación.

Se trata de instituciones por las que circula y desde las que se ejerce un poder tanto o más importante para nuestras sociedades. Nos referimos al llamado poder simbólico, ideológico o cultural, y que discurre, como bien lo señala el “Nuevo mapa del género y  el poder en Chile (1995-2018), a través de organizaciones tales como “la comunicación estratégica y la publicidad, las instituciones educativas y los centros de educación, el arte y la cultura, las iglesias y las confesiones religiosas así como los medios de comunicación. Se trata, según indica el documento, de un abanico heterogéneo de instituciones que “tienen la capacidad de formar y transformar visiones de mundo, así como de transmitir valores y representaciones sociales que influyen en los modos de pensar y juzgar la sociedad”. Cumplen también un rol en las ideas que nos hacemos acerca de lo que debieran ser y hacer los hombres y las mujeres por cuanto “jerarquizan las categorías hombre y mujer en términos de prestigio a través del conjunto de imágenes, representaciones, narraciones, mitos y discursos que inscriben y justifican las prácticas diferenciadas entre los géneros”. Para el año 2018, solo 24% de la elite de dichos organismos estaba conformada por mujeres.

La disparidad de género en tales espacios tiene consecuencias para la sociedad en su conjunto, pero también para las propias mujeres en el ejercicio de una ciudadanía que, dada la importancia del poder simbólico y de la construcción de hegemonía cultural a él asociado, hay que mirar como tan importantes como esa ciudadanía política que se expresa, en los procesos electorales, en la posibilidad de votar y ser votada.

Cuando se denuncian los “paneles de hombres”, se denuncia al mismo tiempo una realidad que  considera todavía residualmente a las mujeres en la interpretación y de la construcción de los sentidos con los que una sociedad se dota a sí misma. Se trata de escenarios que guardan directa relación con el uso de la palabra pública y, quien controla la palabra pública, controla también un poder que encuentra nuevas formas y dinámicas de expresión en el llamado espacio público digital.

Dado que los medios de comunicación, tanto tradicionales como virtuales, siguen siendo arenas arenas privilegiadas para la producción y reproducción de poder simbólico, es importante tomar nota de los resultados del 6to. Proyecto de Monitoreo Global de Medios (GMMP), difundido recientemente. En él, se señala que “las voces de las mujeres como portavoces se han incrementado en ocho puntos desde el 2005 y como expertas en siete puntos en el mismo período”. Consigna que, actualmente, el 24% de las voces expertas en las noticias son mujeres, un aumento desde el 19% de hace cinco años, lo que acontece en momentos en que “la cobertura de noticias sobre la pandemia con un enfoque de género es deficiente”. Al mismo tiempo, alerta que “si las cosas siguen igual, se necesitarán al menos 67 años más para cerrar la brecha promedio para la igualdad de género en los medios de comunicación tradicionales”.

Una parte importante del estudio reconoce el esfuerzo de iniciativas como las de la Fundación Hay Mujeres, nacida en el año 2013 en Chile, con el objeto de promover el discurso público de las mujeres como fuente de opinión experta y protagonismo noticioso.

El informe reconoce igualmente como indispensable el compromiso de los medios en diversificar sus grupos de especialistas, amplificando las voces femeninas.

Es en este marco, pero también en el de un nuevo ciclo para Chile donde el proceso constituyente emerge como una oportunidad para eliminar las brechas de género en el debate público, que destaco el compromiso de Patricio López, director de Radio Universidad de Chile. Mediante su  patrocinio al taller de escritura de opinión denominado Escribir para amar el mundo organizado por la fundación, abre su diario electrónico a las mujeres que en él participan las que, motivadas por profundizar su interés en los asuntos públicos y, en general, la vida cívica, trabajan por expresarlo a través del ejercicio de la persuasión que suponen las columnas de opinión.

La autora es presidenta de Fundación Hay Mujeres @Mangeles_HM y directora de @Amarelmundo

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.