La coordinadora de campañas de Greenpeace, Estefanía González, afirmó que ante la realidad hídrica que vive el país, “el actual modelo de gestión de agua es insostenible”, y aseguró que “no se puede confiar en que llegará un mejor escenario” por lo que el centro del debate debe ser cómo “garantizarla para los ecosistemas y las personas”.
Las declaraciones se dan luego de que este lunes, el ministro de Obras Públicas, Alfredo Moreno, diera a conocer el balance hídrico de julio de 2021 que lo deja como uno de los meses más seco en la historia del país, ya que si en un año normal caen 76 milímetros (el 22 por ciento de las precipitaciones anuales) esta vez sólo cayeron 0,6 milímetros.
El déficit de lluvias entre las regiones de Atacama y del Maule supera al 60 por ciento y, en el caso de Santiago, llega a un 67 por ciento. La situación se agrava al considerar que julio también ha sido uno de los meses más cálidos de que se tenga registro. Esto ha producido un déficit de un 90 por ciento de acumulación de nieve y en algunas zonas, como Coquimbo, la carencia alcanza al 100 por ciento.
Estefanía González afirmó que “el escenario es extremadamente complejo porque la tendencia es a la disminución sostenida de lluvias y de nieve acumulada por el aumento de las temperaturas (…) esto es gravísimo y requiere de medidas urgentes”.
Agregó que “en esta realidad hídrica no se puede sostener el modelo actual de gestión del agua, donde las reformas siguen a paso lento en el Congreso, mientras los territorios ya llevan años sufriendo las consecuencias de no proteger el agua y las cuencas”.
González afirmó que “no se puede confiar en un supuesto mejor escenario que no llegará (…) y por ello el centro del debate debe ser como garantizar el agua para los ecosistemas y las personas”.
La coordinadora de campañas de la organización ambientalista recordó que “tal como lo hicimos con la campaña #YoVotoSueltaelAgua, llamamos a que este tema se priorice en la Convención Constitucional porque urge una Carta Fundamental que proteja el agua como prioridad para que sea posible siquiera el desarrollo de la vida. Y, a la vez, se protejan los ecosistemas claves para el ciclo hidrológico como glaciares, humedales, bosques nativos, salares, pompones, entre otros acumuladores de agua”.
Por otro lado, y sobre la situación del bosque nativo, el científico e investigador Alejandro Miranda, manifiestó su particular preocupación por el bosque esclerófilo, que en 2019, tras la hiper sequía y la mega sequía, perdió su productividad, crecimiento y hubo una mortalidad masiva de las copas. En 2020 muchos lograron rebrotar, pero el 2021 viene peor porque ya no tendrá las reservas de ‘comida’, lo que podría significar una mortalidad masiva”.
El experto agregó que “en sistemas tan estresados por los bajos ingresos de agua, hay que tener especial atención en los usos que se le da, priorizando el consumo y bienestar humano, y la mantención de los caudales mínimos para el sostén de los ecosistemas naturales. En cuanto al bosque esclerófilo, los refugios identificados ante los ya más de 10 años de sequía son justamente los fondos de quebradas y cauces de los cursos de agua por su mayor contenido de humedad”.
“Si estos refugios son a su vez presionados mediante la extracción indiscriminada de agua para usos altamente demandantes de recursos hídricos, se incrementa este desbalance entre entradas y salidas que los bosques y la biodiversidad que sustentan se pueden ver afectados. Dado la situación actual y proyectada de precipitaciones es muy probable que los bosques esclerófilos sean altamente dependientes de estas zonas de quebradas que deben ser protegidas”, finalizó.