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Año XVI, 18 de abril de 2024


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Derechos culturales y nueva Constitución

Columna de opinión por Patricio López
Viernes 13 de agosto 2021 17:43 hrs.


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La cultura es uno de los ámbitos más importantes de la vida humana y, paradójicamente, uno de los más abandonados por la política pública en Chile. Ya hemos visto la evidente falta de apoyo estatal a las iniciativas culturales y a sus trabajadores durante la pandemia, incluso con declaraciones como las de la propia ministra, en relación a que el gasto en cultura podía distraer de otros asuntos más importantes.

Así como en general la institucionalidad es feble, la garantía del pleno ejercicio de los derechos culturales, que son ni más ni menos derechos humanos, está a años luz en Chile. La Constitución actualmente vigente hace una breve referencia al tema, asegurando la libertad de creación y los derechos de autor. Ambas menciones son valiosas y deberían estar incluidas en la nueva carta fundamental, pero son del todo insuficientes respecto del estado de la discusión a nivel internacional. Porque los derechos culturales son un grupo que abarca varios ámbitos de la vida humana, entre otros la plena participación de las personas en la comunidad, el reconocimiento de la diversidad, de los pueblos originarios e, incluso, el pluralismo mediático.

Como puede verse, la gama de derechos culturales reconocidos internacionalmente excede muy largamente a la actual institucionalidad y concepción del Ministerio de las Culturas. Porque este ente está fundamentalmente orientado a la creación artística, pero no al pleno ejercicio de los derechos que, como todos los derechos humanos, son universales. Es decir, le corresponden a todos los integrantes de la comunidad y no solamente a los creadores o trabajadores de la cultura.

Sobre la base que los derechos humanos deberían ser la base de la escritura de la nueva constitución, estimamos que los derechos culturales deberían estar consagrados en la nueva carta fundamental. Si así fuera, se requeriría una enorme transformación institucional y también cultural, puesto que deberíamos hacer un cambio para preservar y cultivar las distintas identidades que conviven en Chile, provenientes de los territorios, de los pueblos originarios o de las comunidades migrantes, entre muchos otros. No solo se requeriría promover la creación artística y la preservación de las grandes obras sino, ni más ni menos, refundar nuestra manera de ver las cosas para que lo que prime es la diversidad como fortaleza, en vez del Chile supuestamente homogéneo que se ha tratado de imponer por más de dos siglos de existencia republicana.

Esperamos que este debate se dé durante la Convención Constitucional. Si llegara a buen puerto, el Chile del futuro sería multicolor y se enorgullecería de que en su comunidad habite la diferencia, sobre la base de la valoración y el respeto al derecho de cada uno y una a ser lo que es, sin represión ni sometimientos ajenos.

Envíanos tu carta al director a: patriciolopez@u.uchile.cl

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.