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Traspasando los límites: Haydée Santamaría y Margaret Randall

Poeta, editora y, por primera vez en un libro, traductora; los días de Carmen Avendaño se han abocado en dos títulos que conectan a mujeres importantes que, en su histórica invisibilización, hacen que esta publicación sea una revancha y un acto de justicia en una narrativa dominada por hombres.

Javiera Espinosa

  Viernes 17 de septiembre 2021 10:31 hrs. 
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Publicado por la gentileza de El Circo en Llamas.

En el caso de estas publicaciones se trata de dos mujeres cuyas vidas se conectan. Margaret Randall publicó en el 2015, en una editorial académica de Estados Unidos (Duke University Press), Haydée Santamaría, Cuban Revolutionary: She led by transgression, de quien la misma Randall fuera cercana mientras vivió en Cuba. Haydée fue una mujer que solo existe en la historia cubana, aunque su trayectoria y aportes traspasaron los límites de la pequeña isla. En ese contexto llega el acto reparatorio. Ediciones Moneda publicará el libro Haydée Santamaría: traspasar los límites, en traducción de Aída Bahr, junto con uno de los últimos títulos de Randall Fuera de la violencia hacia la poesía, siendo la primera vez que la poeta, fotógrafa y activista publica en el país.

¿Cómo llegaste a Margaret Randall y Haydée Santamaría?

Haydée me llevó a Margaret. Leí un artículo donde contaban la historia del discurso de Fidel La historia me absolverá (1953), que después se convirtió en libro. Me llamó mucho la atención que hubiera habido dos mujeres involucradas en ejecutar y concretarlo: Haydée Santamaría y Melba Hernández.

En esos tiempos había muchas mujeres realizando tareas editoriales sin ser consideradas editoras como tales. Creo que se ha hecho bastante conciencia sobre la invisibilización de las escritoras, pero no tanto de las editoras. Ni ellas mismas se consideran como tales. Entonces, cuando leí La historia me absolverá lo reconocí como un libro trascendental, que repercutió a nivel mundial donde la tarea que realizaron estas dos mujeres fue crucial. Además, fue sacado de manera clandestina de la prisión, con notas escritas en limón, obviamente que había tareas interpretativas, de armado y de criterio…las tareas de la edición.

Así fue como hallé el hilo de Haydée y enganché con su figura. Probablemente por esta historia fatal alrededor del Asalto al Moncada. Allí mueren torturados su hermano y su novio, Abel Santamaría y Boris Santa Coloma. Además, es célebre como tragedia pues la presionan para que hable con los ojos de su hermano y con los testículos de su compañero y luego Haydée se suicida en el 80.

Después triunfó la revolución, ella fundó y dirigió Casa de las Américas y me entró curiosidad al ver que no había una biografía de ella. Rápidamente, hice una búsqueda aunque no encontré algo que me convenciera y solicité a Casa de las Américas el libro Destino, que son cartas que la describen. Allí había documentos de García Márquez, Cortázar, Benedetti, del Che, pero ninguna de ella. Entonces me entró más curiosidad por conocer su voz, por saber lo que pensaba. Busqué y busqué por la red y primero encontré el trabajo de una brasileña que traté de contactar, pero sin éxito y finalmente descubrí que en inglés existía esta biografía de Randall, que es una poeta que había leído y me gustaba. Entonces, no sólo encontré una fuente, sino que encontré una fuente en la que confiaba. Ahí vi que el libro estaba accesible y vi que ella estaba en Facebook, entonces le mandé una solicitud de amistad y un mensaje y le dije “este libro…estoy en Chile” y ella inmediatamente me dijo “tengo un vínculo afectivo político muy importante con Chile, mi hijo estuvo en el MIR (…) pero casualmente por alguna razón nunca he editado en Chile”.

Randall es una autora que tiene una trayectoria muy importante, pero especial, si no fuera una autora del mainstream estadounidense sería muy conocida, pero hay ciertas características relevantes dentro de su trayectoria. Una, que ha estado siempre vinculada a América Latina lo que ha contribuido a hacerla menos visible en Estados Unidos. Dos, que ha estado en el lado de “los malos” para los gringos, en el comunismo, con críticas al sistema capitalista. Tres, es una activista de los derechos LGBTQ+. Es lesbiana, lo que la hace más invisible. Y cuatro, ella aparte de vincularse con América Latina, siempre ha editado en editoriales independientes de distintos países de Latinoamérica, no en las editoriales mainstream. En Chile sería su primera publicación.

MARGARET RANDALL

¿Cuál es la perspectiva que desarrollaste de Randall al leer y al escribir de Haydée?

Randall tiene mucho que ver con Haydée por un proyecto llamado “El corno emplumado”, una revista que realizó como editora en una labor no tan visible que hizo con su pareja de ese entonces, Sergio Mondragón, en México. Margaret había estado ahí imbuida en el ámbito de los poetas Beatnik, con Allen Ginsberg y otros más. Se va a Ciudad de México como madre soltera y su primer hijo, conoce a Mondragón y juntos arman esta revista bilingüe hecha para comunicar la literatura anglosajona con el castellano de los sesenta en este marco de efervescencia política y cultural. Fue un puente de comunicación literaria único y muy persistente. Duraron ocho años haciendo esta especie de libro: una revista bastante gruesa y hecha a pulso que hacían circular por correo por el mundo. Siendo una revista legendaria, hay una labor de comunicación y de integración cultural muy importante y pionera. Creo que por eso Randall comprende muy bien el ejemplo de Haydée. Además la conoce cuando llega a Cuba a hacer jurado en unos de los premios de Casa de las Américas.

Hay una anécdota muy bonita. Haydée siempre le preguntaba a Margaret por sus hijos. Ella tuvo cuatro y un día la lleva -me parece- donde tiene un mueble y allí dentro están las fotos de un montón de niños, entre ellos los hijos de Margaret. Haydée conservaba fotos de los hijos de sus amigos, porque siempre estaba pendiente de ellos, viendo que en el fondo ellos son el futuro.

Margaret tiene otro rasgo muy importante, aparte de la edición, que desarrolló de manera pionera. La historia oral que desarrolló justamente para hacer visible el ejemplo de las mujeres en la revolución. La primera historia oral que ella hizo fue con entrevistas a mujeres revolucionarias en Cuba y después en Nicaragua. Incluso, posteriormente es invitada por Ernesto Cardenal. Allí empezó a enseñar cómo hacer historia oral en Nicaragua, enfatizando que hay otros caminos del conocimiento, otras formas epistémicas, otra forma de narrar la historia.

Por eso también me interesa la mirada de Randall sobre Haydée pues es una mujer que no deja una obra escrita y que, sin embargo, deja una obra cultural en vida importante. Me parece que Margaret es la persona más indicada para valorar su figura.

¿Cómo se construye tu reedición?

Como editora aporto una complicidad. Está la figura que da ese ejemplo de vida. Luego está Margaret, que tiene 84 años y desde su trayectoria recoge el ejemplo de Haydée. Luego vengo yo que como editora refuerzo ciertas interpretaciones del libro con la forma de utilizar la fotografía, la forma de dialogar con los documentos fotográficos que son muy buenos con el texto, destacando el espacio público que ocupó Haydée, tratando de abordar su figura fuera de la mitificación de la mujer en armas y de la institución cultural, sino que alguien que rebasa esa clasificaciones. Ha sido un trabajo muy apasionante.

Margaret comentó que para ella la literatura es memoria y en ese sentido, cito “intentó escribir sobre una idea, un paisaje o un dolor” ¿Cuál fue la relación de Fuera de la violencia hacia la poesía con tu traducción?

Esta traducción ha sido una experiencia muy interesante. Esta es la primera vez que enfrento un libro completo. Lo siento como una especie de venganza en el buen sentido, es decir, en el sentido de reconquista de Estados Unidos que tiene una presencia cultural muy importante en Chile y en toda América Latina, desde la música, el cine, la comida, la ropa. En todo el mundo de una manera muy unilateral. Entonces, trabajar con una poeta que se ha imbuido en la cultura de Latinoamérica e incluso, me parece que su inglés ha sido tocado por el castellano, nunca ha escrito en castellano, tiene 4 hijos, 3 de ellos son latinos, sin embargo, ella sigue escribiendo en inglés y su escritura y poesía está tocada por el castellano y también está tocada por autores. Ella declara que su influencia es Vallejo, pero también se le nota una cierta poesía conversacional. Randall tiene una cosa que es bastante llana, sencilla y es muy penetrante, que no te das ni cuenta cuando la traes incorporada. Ha sido muy entretenido trabajar con su poesía y también con el inglés mismo, porque este idioma tiene esta virtud de que es una lengua con bastante gracia y soltura, tiene unas sonoridades bastante ricas y se presta para muchos juegos del lenguaje. Traducir esa gracia ha sido el gran desafío y es lo que más me ha gustado. He sentido más este gesto de reapropiación, de reconquista cultural.

Y hacer justicia para alguien que le ha dado mucho a América Latina y que tenía que cumplirse también para Chile. Es el libro de una mujer, una poeta de 84 años, que está en una etapa muy decantada de su trayectoria, haciendo del tema de la vejez mismo un tema del libro. Es un diálogo con una persona sabia, que está viendo las cosas que están pasando en el mundo, que se ha enfrentado siempre al poder y tiene una propuesta respecto a esta lógica y que luego tiene una postura frente a la mezcla de la poesía con la política, que es un problema que en Chile nos toca mucho.

Siempre ha estado muy vinculada la poesía con la política y hemos tenido poetas con una trayectoria importante en ese ámbito, aunque siempre es un tema complicado porque la poesía puede perderse en ese camino. Es el tema que ha tocado la poética de Margaret, pero desde el feminismo y el activismo en el país más déspota del mundo.

¿Cómo ves esta relación de memoria y de traducción?

Es como la cruz, la vertical y horizontal, ahí justamente para atrás la memoria, para expandirse y reconstituirse siendo la traducción esta posibilidad de ser en otros mundos. A esta colección le llamo lengua paterna, en el sentido de que la lengua del padre siempre es la otra, esa reapropiación del sonido extraño que es el sonido del mundo, la lengua del padre.

Pareciera que siempre estamos desenterrando mujeres para decir que la historia también está construida por nosotras ¿Qué valor le das a este rescate de la vida de Haydée, y Randall como escritora de esta biografía?

Es fundamental porque en Cuba hace falta restituir el lugar de Haydée, a causa de su suicidó el 80, en una época donde la revolución había sido muy golpeada. Suicidarse era un lujo para un revolucionario y siendo ella una figura importante no tuvo los honores que sí le habían dado a otros. Fue velada sin reconocimientos aunque estos llegaron después de forma lenta. Haydée fue una mujer que desarrolló una vinculación afectiva muy importante con todo el mundo, siempre muy pareja en su trato y muy querida dentro de Cuba, pero hace falta su ejemplo, sobre todo para las mujeres cubanas que están en una lucha feminista. Además, vinculada con la herencia, estamos diciendo que el feminismo en Cuba tiene la ventaja de cosechar algunos logros de la misma revolución. Hace falta muchos ejemplos y tener la posibilidad de romper este bloqueo en el que vivimos con esta figura me da una enorme satisfacción, porque es la clase de feminismo por el que estamos luchando que no se remite únicamente a los asuntos de la mujer como si fuera un ente aislado, sino dentro de un engranaje político que nos permite el mayor triunfo, romper el aislamiento.

HAYDÉE SANTAMARÍA

Tu familia se fue al exilio en dictadura. Hace un tiempo reapareció ese sentimiento anticomunista en el país. ¿Cómo ha sido para ti este trayecto y la publicación de ambas mujeres? ¿Qué te ocurre íntimamente con estas publicaciones?

Mi madre tuvo una participación muy activa contra la dictadura y ella nunca se ha decidido a contar su historia. He sido muy reticente a eso. Recién ahora se está animando. Entonces, eso me ha movido a buscar otros ejemplos que requieren impulso de mujeres revolucionarias, o sea, porque necesitamos ejemplos que nos permitan una continuidad. En el feminismo se habla de esta trenza, una alianza con predecesoras y con las que vienen.

Tuve la oportunidad de viajar a la isla el año pasado y conforme me iba acercando a Cuba me he sentido más comprometida con la divulgación de su ejemplo. El bloqueo es difícil. Y el proyecto Casa de las Américas me ha movido mucho, porque desde siempre me han interesado las distintas formas de enfocar la difusión y la gestión de la cultura. Entonces, soy bien crítica de los modelos de institución cultural y sus comportamientos dentro de las instituciones, que impiden una ampliación de público mayor dentro de los países y entre los países de América Latina. Así, cuando veo qué es Casa de las Américas más me fascina ese modelo de trabajo.

Además, viví muchos años en México y esa experiencia me ha vuelto también, por el mismo contacto que hay allí con los pueblos originarios y la importancia de su oralidad, más crítica hacía los modelos de conocimiento, modelos de legitimación de la cultura a través del ámbito universitario como de la herencia cultural europea. Lo colonial. En ese marco, he ido cobrando conciencia progresivamente de la lucha que han dado algunas mujeres, como es el caso de Haydée, que tuvo una instrucción hasta sexto grado y que aún así… No, no diría aún así, eso es algo que se realza mucho y no me parece que la educación universitaria sea garantía de nada, pero sí que con las herramientas que tuvo a su disposición, como la lectura, desarrolló una inteligencia o una visión de lo que podía hacer con Casa de las Américas, porque ella toma esta institución, tenía otra nombre y parecía cualquier institución cultural que tenemos en nuestros países, ella misma lo dice por ahí “es un lugar donde se leen entre ellos, es inoperante”. Cuando triunfa la revolución y hay que hacer todo de nuevo, Armando Hart, se convirtió en Ministro de Educación y él le encarga esta institución a Haydée “ve a ver cómo de qué se trata” y ella va y es la que inventa y levanta Casa de las Américas con muchos rasgos muy rescatables de su política cultural.

En el 94 habían habilitado una premiación para escritura indígenas. Haydée extrapoló la literatura a gran parte de Latinoamérica, incluso en Chile. Escritores reconocidos como Lihn, Harris, Délano y Miranda. Lihn recibe el premio allá y sale criticándole, ¿Qué es lo que más rescatas de Haydée como gestora cultural en estos contextos?

Quería hacer un paréntesis. Cuando Stella Díaz Varín va en el 2006 a Cuba hay un artículo en el que ella narra su vida ahí y a pesar que tuvo ciertos roces con Roberto Fernández Retamar (director de Casa de las Américas), lo que cuenta de Cuba es muy elogioso, vuelve fascinada. Además, Stella es reconocida en Cuba mucho antes que en Chile, eso me encanta de los cubanos, que pareciera que están al margen, pero están al tanto de todo.

Cuando te pones a ver qué instancias latinoamericanas hay de encuentro son muy pocas, siempre hemos trabajado en círculos estrechos y de cierta manera vivimos en un tipo de bloqueo fuera de Cuba, un bloqueo que no es tan explícito, pero que está dado por el mismo sistema.

El gobierno de Estados Unidos bloquea directamente a Cuba hasta el punto que el UPS, el servicio de correo que utilizo para enviar libros, no lo permite a Cuba, está prohibido. Pero afuera no tenemos forma de hacer circular los libros entre Argentina y Chile, por el mismo sistema capitalista que está permeando la industria editorial, además de las tarifas aduanales. Es interesante esa visión que tuvo Haydée de lo capital que era esta interconexión cultural. Casa de las Américas ha sido vista desde Cuba, con cierto recelo, porque no se dedica a difundir Cuba para las cubanos, sino que es difundir América Latina para los cubanos y América Latina entre los mismos países de Latinoamérica, por eso les importa la literatura indígena a pesar de que en Cuba no es algo sustancial.

¿Cómo fue ese proceso de edición, de mirar a una mujer en una historia que en su mayoría ha sido escrita por hombres y para hombres?

 Maravilloso. Es muy liberador cuando tienes otra perspectiva de la historia, porque quien te la cuenta lo hace desde una perspectiva con la que puedes empatizar y entiendes, además, porque te aburre la historia con cierto enfoque, porque es la historia de los próceres y ese es un problema general que probablemente explique porque hay pocas historiadoras. La historia está llena de elogios transgeneracionales y veneraciones de ídolos que nos dejan al margen. Es muy importante dentro de las izquierdas revitalizar las historias que han sido bastantes silenciadas, pero ahí donde no han sido silenciadas aún falta revitalizarlas porque han sido permeadas por un enfoque masculino. Las mujeres que participaron de la revolución fueron muchas y muy importantes, pero Haydée destaca porque estuvo presente en la parte germinal.
Por ahí dice el libro, en una parte de los testimonios, “los hermanos Santamaría, Abel y Haydée, fueron los que vieron en Fidel la posibilidad de este líder y este liderazgo se realizó en ellos, en el departamento que arrendaron en La Habana, dando de cierta de manera el entorno favorable para que germinara. Luego ocurre el Asalto al Moncada, allí está la edición del discurso La historia me absolverá, y también hay otro anterior, en ambos participó Haydée, que es finalmente lo que extiende la palabra de Fidel y el programa que habían ido armando, es lo que levanta y se ve la posibilidad tangible de levantar la revolución”. Haydée fue fundamental por eso y luego por Casa de las Américas.

Recuerdo a más de un hombre hablando de Fidel como un genio, nunca acompañado del genio de otra mujer.

Por supuesto y eso hace que una se aleje de Fidel, que se desarrolle una tirria a la barba. Cuando una se reconcilia con las participaciones femeninas dentro de la historia, también puede volver a acercarse a las figuras masculinas y darle valor en su dimensión.
Precio referencial: 12 mil
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