Luciano Silva, constituyente de Renovación Nacional: “Los problemas sociales de los países no se cambian con sus Constituciones”

En la semana del segundo aniversario del estallido social, el convencional de la Región del Biobío abordó el inicio del debate de fondo para la redacción de la nueva Carta Fundamental mientras sostiene que, a través del proceso, “este nuevo Chile no se debe refundar”.

En la semana del segundo aniversario del estallido social, el convencional de la Región del Biobío abordó el inicio del debate de fondo para la redacción de la nueva Carta Fundamental mientras sostiene que, a través del proceso, “este nuevo Chile no se debe refundar”.

Luciano Silva se describe a sí mismo como uno de los convencionales moderados de su sector, Vamos por Chile, y en la Constituyente representa al distrito 20, que abarca algunas de las principales comunas del Biobío. Antes de ser electo para llegar a la Convención, el también pastor evangélico cumplía labores en la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos de la Secretaría General de la Presidencia.

En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile durante una semana marcada por el segundo aniversario del estallido social, el actual militante de Renovación Nacional afirma que “la mejor frase que describe la situación es que todas las cartas están encima de la mesa” en el inicio del proceso de discusión para la redacción de la nueva Carta Magna.

Hablando de su trabajo en la Convención, usted integra la Comisión de Principios Constitucionales, Democracia, Nacionalidad y Ciudadanía. ¿Cuáles son los temas esenciales que se verán en ella?

En esta Comisión Temática se ve la relación del Estado con las entidades, entre ellas la Iglesia. Porque estos son los fundamentos generales, los principios, los valores, que cruzan toda escritura de la Constitución como el fundamento. De tal manera que aquí se ve esa relación del Estado con las entidades.

Yo soy el único pastor evangélico entre los 155 convencionales. Entonces, por supuesto, a mí me interesa mucho la relación del Estado con la Iglesia. Nosotros hemos hecho un muy buen trabajo de colaboración, como un brazo de apoyo al Estado, trabajando en el sector público, en cárceles, hospitales, cementerios. No hay política pública, grupo progresista, partido político, proyecto, que rehabilite más personas dentro de las cárceles. 8 de cada 10 reos que se convierten al evangelio nunca vuelven a reincidir.

Entonces, si en esta Convención Constitucional se declara, por ejemplo, que Chile es un Estado laico, pero al estilo francés, donde desaparece la religión del espacio público, lo que van a hacer es afectar la fibra más popular de Chile, porque ahí donde no llega el Estado está la Iglesia Evangélica, siendo un cordón de protección contra el narcotráfico, y otros flagelos sociales. Entonces, en esa Comisión, es vital que yo logre hacer entender eso a los convencionales constituyentes de que esto no se trata de que uno quiere imponer la religión.

Yo soy protestante evangélico, nosotros nunca hemos querido eso, estamos conformes con la separación de Estado-Iglesia. Entonces, para mí es de vital importancia trabajar sobre la libre expresión, libertad de consciencia, la libertad de culto, derechos que son anteriores al Estado, por cierto.

Esta semana se inició el debate para la redacción de la nueva Carta Fundamental. ¿Cómo espera que evolucione ese proceso que se afronta a muchos diálogos en los meses restantes?

Yo estuve en la primera reunión que tuvimos de la Comisión 2, donde se eligieron los coordinadores y otros cargos que hay que tienen que ver con las relaciones transversales entre las distintas Comisiones Temática. Yo lo dije molesto ahí en el Pleno: lo cocinaron. Entonces, este grupo que yo sé que quiere cambiar el país, tienen buenas intenciones, tiene el problema del infantilismo político revolucionario.

Ese es el asunto. Ellos dicen que no les gusta la cocina, pero todo lo cocinan. Salen al patio y, como tienen mayoría, se ponen de acuerdo y si te quieren hacer participar, te dicen ‘sabís qué, me gustaría que estuvierai’, pero todo lo están decidiendo ellos a fuerza de mayoría. Entonces, ¿qué es lo que espero yo? Yo espero que ese carácter refundacional, ideológico, no esté presente, pero lo veo difícil. Lo veo muy difícil, porque se ve que ellos todas las veces que pueden pasar máquina, la pasan.

Dicen que no les gusta el poder, pero les brillan los ojos cuando les mencionan el nombre, viene la prensa, se pelean los cargos. Entonces, vinieron a criticar exactamente lo mismo que ellos están haciendo. Eso es lo que a mí me preocupa. Yo te lo digo siendo un Renovación Nacional que es reconocido también, dentro de ellos, como alguien que conversa, dialoga, que muchas veces los he apoyado a ellos.

Yo he votado por ellos, no he votado todas las veces por mi sector. He usado mi libre consciencia. Pero debo decir, con tristeza en mi corazón, que lamentablemente la mayoría de esta Convención son de un tinte refundacional que tiene una especie de infantilismo revolucionario que yo creo que puede poner en peligro el éxito de esta Convención Constitucional.

Vamos por Chile aterrizó en la Convención con constituyentes de diversos sectores de la derecha, ¿cómo ha sido la relación entre el bloque durante todo este proceso?

En Vamos por Chile se han mostrado dos almas. Yo no sé cómo va a seguir de aquí en adelante, pero por lo menos yo puedo hablar desde Renovación Nacional que hemos sido cada vez más dialogantes. Hemos hecho pactos, acuerdos, hemos votado junto con la centroizquierda, buscando precisamente ese centro político que es tan necesario. Hay un sector nuestro de Vamos por Chile que es más cercano a la Unión Demócrata Independiente, entonces eso le cuesta un poco más. Pero entre nosotros mismos hemos tocado el tema y yo espero que vamos a tener este mismo espíritu.

A pesar de que yo soy muy crítico, yo no me voy a rendir a la idea de que lleguemos a diálogos y acuerdos. Yo no soy enemigo de nadie, no voy a tener ningún enemigo en la Convención Constitucional, pero voy a ser muy crítico y honesto en cada una de las opiniones que voy a dar.

Hace una semana estaba en medio de la primera semana territorial de la Convención, ¿cómo fue el recibimiento en el distrito que usted representa?

Fantástico. Como yo soy pastor evangélico, gran parte de la gente que me trajo aquí es de ese mundo y nos reunimos en diferentes lados. Miles de persona se juntaron porque yo, en estos primeros meses, quise poner encima de la mesa a discusión, por lo ideológico, inmediatamente temas como la libertad de expresión, la libertad de culto y la libertad religiosa.

Yo fui el que reclamé por el tema de la bandera cristiana que no se puso y por eso recibí un portazo en la cara de la presidenta, que dijo que era que la religión cristiana era colonizadora. Finalmente, tuvo una presión muy fuerte de mi mundo, que levantó 1.700 firmas de pastores y obispos, que representan unos dos millones y medio de personas, y yo presenté esas firmas con unas 14.000 más de otros hermanos en 24 horas.

Esa presión hizo que la Mesa me dijera ‘en realidad tiene razón’. Aquí adentro de la Convención, vamos a hacer flamear la bandera cristiana en el marco de la celebración del 31 de octubre, el Día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes. Se va a celebrar aquí. Entonces, mi territorial estuvo cruzada por la alegría y los abrazos de la gente que sintió que estoy realizando bien mi trabajo ahí en la Convención, porque no he sido obstruccionista. Yo soy de derecha, soy un tipo de Renovación Nacional, pero soy dialogante y he venido con buenas intenciones. Yo no vengo a entorpecer, no vengo a defender a mi sector. De hecho, yo vengo a buscar racionalidad y equilibrio a esta Convención Constitucional.

El país observa, desde una primera línea, el desarrollo del Proceso Constituyente. En ese sentido, ¿cuáles son sus expectativas?

A veces, te lo voy a decir con toda honestidad y con la honestidad del Pastor que quiere colaborar y quiere ver un mundo nuevo y mejor para todos nosotros, independiente de su ideología política, religiosa, de que crea o no crea. De dulce y agraz. A veces tengo un ánimo tremendo y digo ‘aquí vamos a hacer algo extraordinario, con derechos sociales para tantas personas que sufren, y lo veo yo mismo como pastor en las poblaciones con nuestras pequeñas comunidades. Pero hay días que, con toda sinceridad digo, ‘hay tanta ideología que no pidió la gente en la marcha del millón y medio de personas’.

Yo soy una persona que cree que hay derechos de las mujeres, que el feminismo tiene su espacio, y otros grupos, no, el indigenismo, el ecologismo, son todas causas absolutamente justas. Pero cuando estas causas se convierten en nuevos rostros de la política, sobre todo de la izquierda, a mí no me gusta.

A mí no me gusta el marxismo cultural. Yo veo parte de eso en esta Convención. Entonces, yo creo que hay que distinguir. La gente está a favor de las causas que están detrás, pero cuando ellos se convierten en sujetos políticos manipulables, me parece que son el reemplazo del heredero en la lucha de clases y, a mí, eso no me gustó.

El estallido social surgió por un cansancio de años de abusos y desconexión de las autoridades, y el Proceso Constituyente resultó ser la salida política para la crisis. En ese sentido, ¿usted cree que la redacción de esta nueva Constitución dará las respuestas que la ciudadanía exige a la clase política?

Yo espero que sí, por eso te hablo de equilibrios, porque una cosa que nosotros escribamos en el catálogo de derechos nuevos, sociales, que va a tener la sociedad chilena, pero otra cosa es que nosotros podamos hacer un buen marco en la Constitución que permita que estas ideas o que estos deseos se puedan llevar a la luz de manera práctica y efectiva a través de las políticas públicas, que el legislador tenga la suficiente manga para poder desarrollar esas políticas públicas que son necesarias.

Si no seguimos creciendo, si no cuidamos la economía, si no mantenemos las relaciones comerciales internacionales, si no conversamos entre nosotros, podemos escribir lo que sea en la Constitución, y lo que vamos a tener es el resultado de otros países. La pregunta que uno debería hacerse es: ¿cambiaron estas naciones por el hecho de haber asegurado derechos en la Constitución? No. Los países desarrollados que tienen ideas progresistas como el caso de Francia o Italia, han tenido dos Constituciones.

Entonces, los problemas sociales de los países no se cambian con sus Constituciones.  Yo no estoy diciendo que no sea importante este proceso, yo soy parte de él, pero hay que tener cuidado con las expectativas que uno le da a la gente.

La redacción de la nueva Constitución terminará cuando en Chile esté instalada una nueva Administración. A su juicio, ¿cuál es el rol que deberá cumplir el próximo Gobierno?

Yo creo que el rol del próximo Gobierno debe ser de mucha sabiduría y de apoyo al proceso que se termine en este lugar, de apoyarnos para poder instalar esos cambios que se van a plasmar en la nueva Constitución. No podría decirte otra cosa. ¿Qué otra cosa podría hacer el Gobierno? En este caso, el Ejecutivo va a tener que estar sujeto a la nueva Norma Constitucional. Eso debe ser así. Sea de derecha, sea de izquierda. Eso es lo que la gente pidió en el Plebiscito y para eso estamos nosotros aquí.





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